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Rosario De La Peña


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2014  •  881 Palabras (4 Páginas)  •  324 Visitas

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ROSARIO DE LA PEÑA

Lo mejor de la intelectualidad mexicana decimonónica: poetas, prosistas, periodistas y oradores la habían elegido como la musa oficial del movimiento literario de esos años, que hoy reconocemos dentro de la historia literaria nacional como el periodo posromántico.

El poema Nocturno fue dedicado por Acuña a una de las mujeres más cultas y bellas de esa época, Rosario de la Peña y Llerena nacida en 24 de Abril de 1847 fue hija de Don Juan de la Peña y la señora Margarita Llerena. Vivía en la ciudad de México en una casona de la Plaza de Santa Isabel, ubicada en lo que hoy es el Palacio de Bellas Artes. Cuando ella tenía 19 años en su casa se reunía lo más granado de la intelectualidad capitalina puesto que su padre se distinguió por ser un hombre culto y continuamente se celebraban tertulias culturales en las cuales asistían Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Zarco, Irineo Paz, Justo Sierra, Vicente Riva Palacio, José María Iglesias, Luis G. Urbina y otros.

Así también, cuando volvemos a las páginas escritas en México durante el último tercio del siglo pasado sorprende encontrar la frecuencia con que aparece la figura de Rosario en la obra de los mejores poetas nacionales de entonces, siempre proclamada no sólo como el símbolo de lo femenino, sino como la esencia químicamente pura de la belleza.

En ese tiempo Manuel Acuña contaba con 26 años de edad, estudiante de medicina ya contaba con dos obras de teatro y un libro de poemas ya era considerado como un poeta consolidado al igual que las personalidades que asistían a las tertulias, donde Manuel Acuña conoció a Rosario y se enamoro de ella perdidamente sin que hubiera encontrado eco en sus ruegos amorosos. El 8 de Diciembre de 1873 el poeta fue en busca de Rosario, ella no se encontraba en su casa. Fue cuando escribió Nocturno a Rosario y se quitó la vida.

Ya antes en 1868 Rosario se había comprometido con su primo Juan Espinoza de los Monteros quien falleció en un duelo acontecido el 21 de diciembre de de ese año. Rosario le guardó luto por tres años.

Estas muertes tanto la de Acuña como la Juan Espinoza, fueron muy comentadas en la ciudad de México y la reputación de tan noble dama había quedado en entredicho, pues a ella la culpaban de la muerte del poeta y la señalaban como la culpable de la pérdida de un gran poeta y hombre de letras en plena gestación como en verdad lo era Manuel Acuña.

Con el transcurrir de los años más de quince poetas caballerosos le propusieron matrimonio, ella nunca aceptó. De entre los solicitantes se encontraba Ignacio Ramírez el Nigromante, quien para ese momento contaba con 55 años de edad y ella con 26.

Pero el único de sus admiradores que logra despertar en ella una pasión genuina fue el poeta poblano Manuel María Flores. El noviazgo duró 11 años, pero nunca se llegaron a casar, ya que él se había enfermado y después falleció. A los 36 años Rosario de la Peña había quedado anímicamente devastada y nunca más volvería a enamorarse.

Nocturno a Rosario

Pues bien, yo necesito

decirte que te adoro,

decirte que te quiero

con todo el corazón;

que es mucho lo que sufro,

que es mucho lo que lloro,

que ya no puedo tanto,

y al grito que te imploro

te imploro y te hablo en nombre

de mi última ilusión.

De noche cuando pongo

mis sienes en la almohada,

y hacia otro mundo quiero

mi espíritu volver,

camino mucho, mucho

y al fin de la jornada

las formas de mi madre

se pierden en la nada,

y tú de nuevo vuelves

en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos

jamás han de ser míos;

comprendo

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