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Susy Y El Mundo Del Dinero


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  2.069 Palabras (9 Páginas)  •  327 Visitas

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¡Se ve de lejos que mi abuela disfruta lo que hace en la cocina! Si el trabajo puede ser algo disfrutable, ¿por qué entonces los adultos abusan tanto de una sola cosa, habiendo tantas otras cosas bonitas que podrían realizar? ¡Cuántas veces no llegaba su papá muerto de cansancio a la casa, sin ganas de disfrutar otras cosas! Era como en los juegos, uno se aburría después de cierto tiempo, y si todos los días fuera el mismo juego... ¡no quiero ni pensarlo! Los adultos viven el mundo al revés.

Susana se acordó de la vez que su abuela la había llevado al circo con su hermana menor. Recordó que el payaso la hizo reír muchísimo. También disfrutó en el Museo de los Niños, con juegos que jamás había visto. ¡Ahí sí debe ser entretenido trabajar! Es casi como poder jugar todo el día. Ciertos trabajos parecen juegos, y jugar trabajando debe ser lo mejor de la vida. Cuando yo sea grande, quiero tener un trabajo en el que se disfrute. Pero, ¡cómo debe ser difícil encontrar un trabajo así!

Los paseos con sus abuelos por los parques nacionales eran muy bonitos, había árboles enormes, pajaritos y muchas cosas sorprendentes. Seguro que las personas que trabajan como guías en los parques disfrutan muchísimo. ¡Eso debe ser lo máximo!, se dijo Susana. ¡Que le paguen a uno por pasarla bien! No obstante, recordó que cuando los guías hablaron con su abuela, le contaron que ellos trabajaban jornadas muy largas, y que, a menudo, estaban en los parques toda la semana sin ir a sus casas.

Este trabajo es bonito cuando se es joven, pero ahora yo quiero casarme y tener hijos. Por eso pienso trabajar en una oficina, había dicho una guía. ¡Yo que creía haber descubierto un trabajo que se disfrutaba!, se lamentó Susana. Pero, si hay tantos trabajos que aburren, ¿por qué la gente se mata trabajando?

Había escuchado decir, tanto en su casa como a la maestra, que los adultos trabajaban fuera de la casa por dinero. El dinero, por consiguiente, debía ser la clave del disfrute. Sin embargo, si uno tenía que trabajar tanto para tener dinero, ¿en qué momento lo podría disfrutar?

Recordó que su abuelo materno, que es médico, se pasaba la vida en un hospital en la capital, donde iba hasta los fines de semana y en Navidad y Año Nuevo. Él trabajaba por dinero. A su abuela materna le gustaba comprar ropa, y le regalaba a Susana vestidos muy bonitos, que ella disfrutaba mucho. Cuando se los estrenaba, la llamaban reina, princesa. ¡Es verdad que eso me gusta!, admitió. Su abuelo entonces trabajaba para que otros disfrutaran... y lo mismo hacía su papá.

¿Sería que de adulto se termina el disfrute? Según decían las personas mayores, la vida real consistía en trabajar por dinero y más dinero, para poder comprar ropas y más ropas, cosas y más cosas, y que esa era la llave de la felicidad. Pero algo andaba mal en ese pensamiento.

¡Cuántos juguetes me han regalado que ni siquiera he tocado! ¡Cuántos muñecos tengo, y siempre juego con el mismo! Con mi osito me siento feliz, y a los otros veinte muñecos, ni los toco. ¡Cuántos vestidos tengo, que ni uso! ¡Hipócrita, eres una hipócrita!, le recriminó una voz desde su interior. Susana reconoció que se sentía complacida cada vez que le traían un regalo. El tener cosas no es lo mismo que disfrutarlas, concluyó la chica, pero si se trabaja por dinero es para tener cosas. Entonces, el trabajar más permitiría comprar más. Sin embargo, ¿proporcionaba eso más disfrute? ¡No, definitivamente no!, enfatizó.

Susana admitió que le producía envidia ver que otros chicos y chicas tenían ciertas cosas que ella no poseía. Entonces era la envidia la que hacía que los adultos trabajaran mucho por dinero, para tener cosas que a menudo no usaban. O sea, no se trabajaba por dinero para disfrutar, sino por envidia. ¿Habría alguien feliz en este mundo?

El dinero estimulaba la envidia, la cual impedía el disfrute de las cosas, y por eso medio mundo vivía infeliz. Cuanto más se trabaja por dinero, más se quieren poseer cosas, la envidia es mayor y menor el disfrute... ¡Verdaderamente, este mundo del dinero está al revés!

Susana adoraba ir a la casa de la nana de su papá. Se llamaba Elisa. Vivía en un pequeño pueblo, al lado de un río. Elisa habitaba en una modesta casita de madera, pero siempre la tenía muy bien arreglada. Frente, en el mismo terreno, vivían dos hermanos suyos, y al lado de ella, un tercer hermano. ¡Es buenísimo que toda la familia esté tan cerca, porque siempre hay muchos niños con quien jugar, y no importa que no tengan muchos juguetes!

El río y un cerro en la parte de atrás de la casa eran la gran atracción. En realidad, se trataba de una quebrada, la que en tiempos de mucha lluvia se ponía bastante peligrosa. ¡De verdad que da miedo!, recordó. En las vacaciones de verano, Susana iba allí con ropa sencilla. De esta forma, podía jugar despreocupadamente en el cerro y en el río. Se divertía muchísimo, y al final del día tenía tanta hambre, que comía como nunca lo hacía en su propia casa. A la casa de Elisa no ha llegado el mundo del dinero, reflexionó Susana.

Por supuesto que había televisión, y hasta teléfono. Pero aún así, la casa era sencilla y con pocas cosas. La gente parecía ser más feliz que en las casas de muchas de sus compañeras. ¡Ves, el tener cosas no es la llave de la felicidad!, se dijo. ¡Hipócrita, eres una hipócrita!, le dijo una voz interior. ¿Cambiarías tu comodidad por la vida sencilla en el campo?

Susana tenía muchas dudas al respecto. Eso de querer tantas cosas y dinero debe ser un virus. Ya debo estar contaminada, se dijo. Se quedó confundida y triste a la vez. Muchos niños y niñas queremos tener cosas y más cosas, y sentimos envidia. ¿Nos atacó ya el virus del mundo del dinero? ¿Eran más felices las niñas y los niños anteriormente, cuando no había tantas cosas? ¿Cómo saberlo? La chica se quedó con esas preguntas, mirando por la ventana

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