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Teoria Francesa


Enviado por   •  2 de Junio de 2014  •  1.166 Palabras (5 Páginas)  •  294 Visitas

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Teoría francesa

Juan Manuel García Ramos

En mis notas íntimas tengo apuntado que el Mayo del Sesenta y Ocho francés se terminó cuando Georges Séguy, el dirigente comunista de la CGT, reclamó aumentos salariales y reducciones del tiempo de trabajo, pero rechazó toda unidad de acción con los estudiantes y pronunció una frase concluyente: "No a la aventura".

Y también se terminó ese movimiento social en París, cuando el prefecto de la capital francesa vio al otro lado del puente Saint-Michel a los estudiantes dispuestos al asalto e hizo colocar a la policía en la lado opuesto y pensó: si los estudiantes pasan el puente es la revolución definitiva. Los estudiantes, por fin, no pasaron el puente, porque, entre otras cosas, el Partido Comunista francés ya no estaba con ellos.

Mitterrand definió lo sucedido como "la revolución de los zánganos" y De Gaulle "la revolución de los hijos de papá". Lo cierto es que lo que había empezado en los recintos universitarios de Nanterre y La Sorbona llegó a México, a Praga, a Berkeley, a Belgrado, a Pekín, y hasta a Dakar y Buenos Aires.

Ahí empezó la historia de nuevo para muchos de nosotros aunque no viviéramos en Europa. Francia de nuevo exportaba teoría al mundo entero; casi la comercializaba.

Después del 68 francés, los jóvenes del planeta ya no fuimos los mismos y el concepto de la izquierda cayó hecho trizas, acaso para no levantarse más, a pesar de que algunos nostálgicos sigan

invocándolo para criminalizar a todo aquel que no les lleve la corriente. O acaso para enmascararse en eso que llaman ahora la izquierda socialdemócrata o la izquierda transformadora, que es una expresión, esta última, que oí hace unos días y que me hizo mucha gracia.

Javier del Rey Morató que es autor de un libro muy lúcido, Los juegos de los políticos, nos ha dejado dicho que sólo las mentes emocionales tienden a lo infantil y a pensar por etiquetas, o por categorías, y a plantear conexiones binarias, incluyentes y excluyentes, como izquierda/derecha, bueno/malo, conmigo/contra mí, nosotros/ellos, etiquetas que tantos beneficios han rendido a la causa de la política.

No sé qué habrán pensado en su tiempo los estudiantes franceses cuando vieron que el principal partido de la vieja izquierda les decía que se dejaran de aventuras y regresaran a las aulas, después de meses de lucha en común, pero sigo creyendo que muchos de esos jóvenes empezaron en ese mismo instante su carrera de yuppies acicalados y habrán mandado a la mierda a la ideología en general.

Se imaginarán que todo esto viene a cuento porque las calles de París y de muchas otras ciudades francesas han vuelto a vivir momentos parecidos a los de los años sesenta del pasado siglo, aunque, desde luego, las motivaciones, las circunstancias y los actores sean otros muy distintos. ¿Cómo analizar lo sucedido días atrás?

Como a mí me gusta hacer frases, me he permitido

bautizar lo acontecido recientemente como un Sesenta y Ocho islámico, de donde ha desaparecido la CGT, el principal sindicato de izquierdas francés, el Partido Comunista y los universitarios de aquel entonces.

Los protagonistas ahora son el rebufo de una inmigración no digerida. Ciudadanos de barrios marginales con una densidad de población de hasta 4.700 habitantes por kilómetro cuadrado: el puro hacinamiento, el fracaso escolar, el paro juvenil, el empleo precario, la desigualdad de oportunidades, y gravitando sobre todo ese descontento, sobre esa gente sin futuro y con un presente desgraciado y angustioso, una religión que divulgada sectariamente les dice que deben ir contra el infiel. Volvemos a las conexiones binarias:

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