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Tragedia En La Sociedad Actual

deborahcarrasco4 de Noviembre de 2012

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La tragedia es una de las más poderosas construcciones humanas para intentar presentar y develar el enigma de fondo de la vida y que nos interpela directamente hasta el día de hoy. Revisando los estudios tradicionales sobre la tragedia veremos enseguida una interpretación principal: la del hombre enfrentado a su libertad y a su destino. Por otro lado, los estudios desde el psicoanálisis han contribuido a una visión antropológica de la tragedia, por considerarla aún hoy, el espejo de la vida humana y sus crisis decisivas, sin dejar de lado el lugar del hombre inserto en la ciudad democrática, repleta de enigmas y conflictos…el hombre ligado a la vida ciudadana, a la polis, explicando el sentido político y didáctico de la misma. Es la tragedia una forma de educar, de enseñar cómo el humano ha de ser un ente democrático y cívico. El revisar la importancia de la tragedia no nos debe llevar a la mera arqueología, sino que nos debe conducir a la extracción de consecuencias para el hoy.

La tragedia intenta demostrar que el género trágico no pertenece a una época anterior a la modernidad, sino que perdura hasta hoy, casi como una extensión de la misma, debido a que no nos hemos podido separar de la experiencia que nos brinda, el cómo la “ironía trágica” forja nuestro destino, nos determina. La gracia de la representación trágica es precisamente la vigencia de la misma, no solo en los temas que trata, sino en la experiencia que nos brinda: lo trágico sigue siendo vigente hasta hoy.

Desde la reflexión en base a las distintas tragedias, surge el destino como eje central de la construcción trágica. Los personajes trágicos nacen predestinados por los Dioses, y por lo tanto, dicha sombra les acompaña constantemente. De ahí la importancia de los Oráculos o las distintas intervenciones divinas. Sin embargo, a pesar del libre albedrio otorgado por los mismos dioses, la imposibilidad de escapar del mismo es precisamente el motor de la historia trágica. A pesar de no vivir hoy bajo una concepción divina de la vida y entendiendo el contexto actual occidental, nos damos cuenta que si bien nuestra cultura no cuenta con la presencia de “dioses” que determinen el destino de los humanos, nuestras vidas si están predeterminadas (guardando las proporciones) tal como los personajes trágicos; el lugar que antiguamente ocupaba la religión con sus dogmas, limites y reglas ha sido reemplazado por un sistema político-económico que nos rige. Como humanos “modernos y contemporáneos”estamos insertos en una sociedad que responde a un sistema económico que establece parámetros de ética, de moral, de acción, con una “pseudo-democracia” que vende la posibilidad de poder romperle el brazo a esa predestinación -tal como erróneamente pensara Edipo al escapar del oráculo, creyendo que así evitaría matar a Pólibo e involucrarse con su madre- y lograr ser parte de “los elegidos” que pueden vivir con los beneficios del mismo sistema. El que nace en un contexto socio-económico bajo, está en constante lucha contra su condición, la cual le impide desarrollarse con total libertad, esperando ascender en la escala social para poder acceder a beneficios que le permitan “torcerle el brazo” a su condición, mientras que aquellos pocos que controlan el poder tienen la libertad total de manejar su porvenir de la forma que estimen conveniente sin la necesidad de luchar por ello. En comparación con la actualidad, en la tragedia griega todos están predestinados democráticamente y no hay forma de escapar de aquello (a pesar de intentarlo, es ineludible), en cambio hoy solo algunos están atados a lo que el sistema depara para ellos, siendo unos pocos los que logran escapar e insertarse en el mismo sistema que los marginó...los que quedan en el camino reciben el castigo, ya no divino, del endeudamiento al que inevitablemente nos lleva el sistema Neoliberal en el que Chile hoy está inserto. Pensando en un ejemplo de tragedia actual podríamos observar la obra de Barrales “Hans Pozo”: en esta tragedia posmoderna chilena el oráculo que predetermina es social. Un niño al que su madre regaló por ser rubio, cuya familia de acogida también lo dejó irse y que se inició tempranamente en la pasta base y en la delincuencia, estaba predestinado desde el útero: no podía hacer otra cosa. Desde el personaje, Barrales habla sobre las reglas económicas que permiten que este tipo de situaciones se repitan constantemente, quizá no con la misma brutalidad, pero el fondo es el mismo. A pesar de que no todos los marginales acabarán de la manera en que acabó él, un gran porcentaje está destinados por su entorno, siendo los menos los casos que se salvan y consiguen integrarse a esta sociedad neoliberal. Matemáticamente tiene que haber un porcentaje que siga siendo marginal, y de esto no se puede huir: no pueden existir los ricos si no existen los pobres.

Uno de los objetivos principales de la tragedia fue el de enseñar al griego, por medio de la representación, cómo debía insertarse dentro de la vida de la polis (se habla de la tragedia como una metáfora de la democracia). Vemos, por ejemplo, como Edipo no deja de indagar el asesinato de Layo hasta descubrirse a si mismo como autor del crimen y, manteniendo lo dicho, se castiga y exilia de Tebas, Antígona rompe el mandato tiránico de Creonte y entierra a su hermano, puesto que es lo que debía hacerse, tal y como lo indican las leyes y la tradición divina, aunque eso significara su condena, en “Las Bacantes” la desgracia se cierne sobre los personajes por no rendirle culto a Dionisios, etc. De los conflictos de estos personajes es que la noción de justicia emerge y es enseñada al griego desde la historia de estos personajes conocidos por todos, para que fuera discutida y pensada por todos. En general, la tragedia es un reflejo de la organización de la sociedad griega y de la vida en la polis. Hoy vivimos en una sociedad que tiene sus leyes, su modo de hacer justicia según lo que es aceptado en occidente como “bueno y malo, correcto e incorrecto”, sin embargo, esta misma sociedad asentada en un sistema neoliberal que promueve la competencia y estimula la privatización de todo genera altos niveles de desigualdad e injusticia. Es un sistema hecho por “tiburones” en donde los “peces chicos” están destinados a ser comida.

Transversal a casi todos los personajes trágicos es la lealtad a los suyos, a su honor. Antígona rompe el edicto de Creonte y entierra a su hermano, cumpliendo con las leyes divinas y la tradición, pero también siendo leal a los lazos de sangre de su hermano. En la misma “Antígona”, Hemón se suicida tal y como promete por serle leal hasta el fin a su amor por Antígona. Estos niveles de lealtad, de fidelidad, hoy en día son difíciles de encontrar. Vivimos en un mundo, en una cultura, que promueve la competencia a toda costa, el sobreponerse al otro como sea...en este plano, no hay espacio para serle fiel a algo, ni a personas, ni a ideologías (¿tal vez por la misma decepción que las mismas nos producen?). Hoy, el compromiso social entre la gente es bajo, precisamente por el desinterés, por la abulia que caracteriza nuestra época...la falta de lealtad entre la gente se podría observar como una consecuencia del individualismo en el que vivimos. Encontramos relaciones leales en algunas parejas que rompen con la nocion individualista y “ven más allá” de ellos mismos, actuando en favor de un colectivo al que se le es fiel y leal, al que hay que cuidar y proteger. Hay lealtad cuando generamos una relación de pertenencia con un grupo, con una institución o con ideas que nos son afines y en las que creemos de verdad.

Tristemente, la misma falta de lealtad y el individualismo que caracteriza nuestros tiempos trae como consecuencia uno de los temas recurrentes de la tragedia: la traición y la venganza. El vivir insertos en un sistema que promueve la competencia brutal entre la gente, la mal entendida idea darwiniana de que “el más capacitado desplaza al que no logra adaptarse” sirve como justificación a un modo de vida enfermizo, en donde la gente trabaja bajo la ilusión de conseguir un algo que nunca llegará, creando una disconformidad general. Eso, sumado a la desaparición de héroes y de ejemplos a seguir, de la caída de los ideales, han ido construyendo de a poco una sociedad propensa a traicionar(se) en búsqueda de supuestas mejoras que no dejan de ser una mera ilusión de progreso y estabilidad. Vivimos nuestra propia tragedia, somos nosotros quienes sufrimos los embates de este destino marcado por el sistema, podemos luchar contra él, pero el triunfo en esta lucha no está garantizado de ninguna manera. Entonces...¿que nos queda?. Tal vez vengar los abusos, las ofensas de este sistema que obliga a unos estar por debajo de otros, tal vez lo que nos queda es ser terroristas y por medio del horror lograr esta venganza, atacar para producir cambio. En “Las Bacantes”, Dionisios trata de dialogar y persuadir a Penteo de modificar su actitud tiránica, le hace ver los beneficios de rendirle culto, pero sin éxito. Penteo es absoluto en su decisión y por lo mismo, el dios le castiga de manera horrenda, mas (bajo el contexto de la época) de manera justa. Vengarse, revelarse contra este sistema castigador, antidemocrático e injusto en su proceder, podría ser una forma (metafórica y poética, aunque hasta cierto punto) de torcerle el brazo al destino, a la predestinación. Tal vez las diversas manifestaciones sociales en contra de megaproyectos abusivos impuestos al país, como Hidroaysén y Castilla, corresponden a una forma de venganza, de rebelión incipiente, pero efectiva.

Entonces, tiene la tragedia sentido político? Definitivamente, aunque no el mismo que tuvo en sus orígenes, la tragedia

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