Una Civilizacion Negada
sony_horn13 de Abril de 2013
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Resumen
La forja de una nación, Guillermo Bonfil Batalla.
La independencia Criolla.
A fines del siglo XVII la sociedad colonizadora de la Nueva España era una sociedad autosuficiente, con un campo dominado por haciendas y ranchos en poder de criollos y mestizos ricos que habían marginado a la agricultura india, estaba controlado económicamente por la Iglesia y los comerciantes, aliados con mineros, agricultores y dueños de obrajes.
La inconformidad de los criollos alimentaba el surgimiento de una conciencia social diferente en ese grupo y representaba el 16% de la población novohispana. Pero la verdadera nobleza seguía en España, no estaba en las Indias.
El descontento criollo tuvo la ocasión de cristalizar como proyecto nacional, mestizos y criollos del bajo clero y curas de indios, fueron los que iniciaron la rebelión y mantuvieron viva la flama de la independencia hasta 1821.
La Constitución de Cadiz 1812, en ella se decretaba ya la abolición del tributo de los indios y la desaparición de las castas como categorías para establecer distinciones en derechos y obligaciones, se planteaba la privatización de la riqueza, que la Reforma convertiría en realidad nacional. Los modelos constitucionales a seguir eran Francia y los Estados Unidos.
La nueva identidad, la del mexicano, implicaba precisamente eso: aceptarse y ser aceptado como miembro de una colectividad que reclamaba el control y el usufructo del patrimonio nacional que abarcaba la tierra, sus productos y sus tesoros, los beneficios de la industria y del comercio, las vías del ascenso en la escala social y la garantía de los goces que ello significaba, la defensa común frente a los extraños, el derecho al orgullo nacional basado en las glorias pasadas, presentes y futuras, el compromiso de compartir un destino común
La tierra prometida
Se vio reducido por la independencia de Centro América y un poco más adelante por la pérdida de más de la mitad del territorio restante impuesta por la fuerza militar y la codicia de los de Estados Unidos. El norte sin embargo para México fue una carga pues en ella habitaban indios rebeldes y más fuertes además de que casi no había población. Lo único que querían era la codiciada tierra. Era un tipo de pelea de Norte América contra Sudamérica.
El pleito no va contra los indios, se trata del enfrentamiento para decidir si la riqueza del país es de todos los mexicanos o cada provincia, cada quien, tiene un pedazo de tierra, grande o pequeño según las capacidades y virtudes del propietario.
Sin embrago, la política liberal del México imaginario tuvo efectos desastrosos en el México profundo. Crecieron los latifundios a costa de las tierras comunales, al amparo de la ley o burlándola.
Para Maximiliano “los indios son la mejor gente del país; los malos son los que se llaman decentes y los clérigos y los frailes”. La emperatriz decreta la abolición de los castigos corporales en las haciendas, reduce la jornada de trabajo y establece límites a la servidumbre por deudas.
Franceses, Ingleses, alemanes y “gringos” se apresuraron a ocupar su lugar frente jugosos negocios. Pero venían pocos; la inseguridad de un nuevo país con fama de bárbaro e insalubre los ahuyentaba. De hecho el liberalismo aconsejaba como solución admitir a todos los extranjeros que quisieran establecerse en México y la mezcla no debería de ser indiscriminada.
El indio enemigo
A fines del siglo XVII la sociedad colonizadora de la Nueva España era una sociedad autosuficiente, con mercados regionales en los que circulaban productos locales.
En México civilizar ha significado siempre desindianizar, imponer occidente. Pero la migración fracasó y sólo quedó la escuela redentora, nueva panacea para desindianizar a México. Nada que hacer con el habla de los indios
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