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VILAR, P.: Iniciación Al Vocabulario Del Análisis Histórico. Ed. Grijalbo-Crítica. Barcelona, 1980.


Enviado por   •  30 de Mayo de 2014  •  2.891 Palabras (12 Páginas)  •  509 Visitas

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VILAR, P.: Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Ed. Grijalbo-Crítica. Barcelona, 1980.

Se trata más bien de dar a conocer, sobre todo a los “aprendices de historiador», las «herramientas» de

trabajo que han de ser utilizadas para desarrollar esta labor, para no caer en esa especie de fetichismo de los términos, que a fuerza de ser utilizados sin conocer su verdadero significado, aparecen como simples etiquetas, vacíos de contenido.

En efecto, ‘toda ciencia exige un vocabulario» y la historia debe tener el suyo.

¿Quién es el historiador?

Lo que nos dice el que se reconoce y es reconocido como tal (Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario del análisis histórico, Prólogo):

• El de historiador es un oficio. Habremos de aclarar qué quiere decir nuestro historiador con la palabra "oficio". Nos habla de qué se le exige a un pensador "en bien de su oficio", de "las técnicas propias de su oficio". En algún momento escribe: "no habría elegido el oficio de historiador si hubiera creído que tan sólo iba a parar a unas verdades dudosas o inútiles" (y hace hincapié en la palabra "inútiles"). Parece que se refiere a hacer de una determinada manera, la correcta y útil, un trabajo concreto. No tanto a una forma de ganarse la vida. Nos quedaríamos en los atributos útiles de este trabajo, más que en su carácter abstracto que sustancia su valor de cambio. No estamos hablando necesariamente, por tanto, de una profesión, es decir, de un trabajo que se haya de ejercer a cambio de un sueldo. Puede que sea así o no, pero no parece preocuparle demasiado esto a nuestro historiador cuando habla de "oficio". El ejemplo de Vilar es, una vez más, Karl Marx: "Los cimientos de El Capital implican un prodigioso esfuerzo de información histórica, erudita, en base a documentos de primera mano, con mezcla de cifras y textos [...] Marx se tomaba en serio su oficio de historiador". No obstante, se nos ocurre que sería interesante indagar la influencia que pueda tener el valor de cambio de este trabajo en su carácter útil: es decir, cómo se relaciona el sueldo con la manera de pensar. Todo se andará.

• Nos da a entender que podría definirse como el que practica una determinada ciencia. La misma que él pretende contribuir a establecer, de manera análoga a como se encuentran ya constituidas la "economía", la "sociología", la "antropología"... Pareciera, en principio, una preocupación exclusivamente académica.

• El historiador es, sin duda, una persona que vive en unas determinadas circunstancias sociales, de las que él mismo es o no consciente en la medida en que puedan determinar su manera de pensar. Estamos en Francia: un joven profesor de historia -se nos cuenta- "en 1937, en plena guerra de España, en plena ascensión del nazismo, en una situación de angustia ante el drama que se aproximaba", encuentra que esa historia como relación de fechas y hechos notables no satisface sus necesidades mentales: "No pude evitar preguntar a los jóvenes alumnos -y, por encima de ellos, a sus padres- si cuando leían y pronunciaban cotidianamente las palabras 'guerra', 'revolución', 'estado', 'nación', y todas las terminadas en 'arquía', 'cracia' o 'ismo', estaban seguros de captar adecuadamente su sentido. Y si sabían que sólo mediante la historia lograrían esclarecerlo". He aquí una de las razones del problema del historiador, en este caso contada por él mismo: frente a la historia que él se encuentra, una historia hecha que le resulta inútil en el momento que le toca vivir, necesita crear una historia útil, necesariamente distinta. ¿En qué residiría esa utilidad? Él mismo nos responde: "la historia es el instrumento que puede abrir las puertas a un conocimiento del mundo de una manera si no 'científica' por lo menos 'razonada' ". Lo "científico" y lo "razonado" son aún para nosotros dos términos difusos, pero vamos comprendiendo algo más a nuestro historiador. Poco a poco. No tenemos prisa.

Significados del término "historia"

Como producto intelectual relativo a una realidad y como la propia realidad a que se refiere. Es decir, se advierte la diferencia entre lo que ha pasado y lo que se dice o se escribe que ha pasado, aunque para ambas cosas se utilice la misma palabra (Vilar, "Los diversos contenidos del término 'historia'", en Iniciación al vocabulario del análisis histórico). El historiador, por ejemplo, hace historia al estudiar la historia. El historiador, que investiga y produce Historia, constituye así una realidad histórica y también es, por tanto, objeto de la investigación histórica.

Existe la idea de historia como "crónica oficial", una lista de fechas "aprendidas de memoria" y una secuencia de "mitos y pasiones": "...he aquí el profesor de historia; nos va a enseñar que Francisco I ganó la batalla de Marignano en 1515 y perdió la de Pavía en 1525" (Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario del análisis histórico, 9 y 10).

Objeto de la "ciencia histórica"

Vilar, ya lo hemos visto, afirma que el conocimiento histórico es condición de todos los demás, por el carácter social y, de ese modo, temporal de todo conocimiento. Y busca intentos históricos de constituir el estatuto científico de la historia: señala "el deseo" de Marx de identificar ciencia social e historia, aunque apenas esbozado en "La ideología alemana". En definitiva, lo que nos interesa es que si seguimos por este camino parece ser que lo histórico es lo temporal, o que al menos lo propio del objeto de la historia es el tiempo. Y en contra de lo que pudiera dictarnos nuestro sentido común, nos apetece de repente no tener nada clara la idea de "tiempo". Así que, en breve, nos pondremos a reflexionar sobre ella. Y lo haremos "históricamente". A esto, si no nos falla la memoria, lo denominan algunos "filósofos de la ciencia" o como quiera que se les llame, "circularidad": lo que tratamos de poner de manifiesto en una práctica intelectual (cierto conocimiento histórico, en nuestro caso) también está presente en nuestra forma de pensar dicha práctica (lo hacemos históricamente). A ver, es como si para explicar cómo chismorrea la gente lo averiguáramos chismorreando. Igual no es un ejemplo muy adecuado. El caso es que queremos

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