Vida De Luix VI El Gordo

Así era Tomás de Marle, un hombre muy infame, que mientras el rey Luis atendía a las guerras mencionadas y a muchas otras, había saqueado la tierra de Laón, de Reims y de Amiens (...) Con furor de lobo había devastado el país, y ningún temor a las penas eclesiásticas le obligaba a respetar al clero, ni albergaba ningún sentimiento de humanidad hacia el pueblo. Todo lo destrozaba y arruinaba; e incluso arrebató al monasterio de religiosas de San Juan de Laón dos excelentes dominios y fortificó, como si fueran suyos propios, los poderosos castillos de Crécy y Nouvion, que estaban dotados de un magnífico foso y altas torres, y los convirtió en una madriguera de dragones, en una cueva de ladrones, para tener sin piedad toda la tierra a merced de los saqueos e incendios.

Cansada de estas intolerables vejaciones, la iglesia gálica se reunió en un concilio general en Beauvais, para promulgar contra los enemigos de Dios un primer juicio y una sentencia de condenación. Conon, obispo de Palestrina, venerable legado de la santa Iglesia Romana, conmovido por las innumerables lamentaciones de las iglesias y por los sufrimientos de los pobres y de los huérfanos (...) le despojó de la dignidad de caballero, y en virtud de un juicio unánime le declaró desposeído de todos sus honores como criminal, infame, enemigo del nombre de cristiano.

Cediendo a los ruegos de tan gran concilio, el rey puso en movimiento a su

ejército contra él, y acompañado del clero (...) marchó hacia el castillo de Crécy, sólidamente fortificado; con la potentísima ayuda de los hombres de armas, y aún mejor, con la ayuda de Dios, ocupó de improviso el castillo, expugnó la torre, que era muy fuerte, como si fuera una cabaña campesina, desconcertó a los criminales, destruyó piadosamente a los impíos, y a aquellos que encontró, puesto que carecían de misericordia, sin misericordia los abatió (...)

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