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Època Victoriana

Melany_Walker23 de Julio de 2013

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Una gran rigidez moral caracterizó a la sociedad de dicho período histórico. La época victoriana tenía sed de vigor, de corrección, de dignidad y aspiraba a la estabilidad moral humana, de manera que el romanticismo, los sentimientos, las emociones, es decir, las “aventuras”, no provocaban sino desconfianza y desprecio. El buen burgués soñaba con el orden absoluto, con una sociedad donde las emociones y los sentimientos debían ocultarse y su utopía era la del capitalismo de un mercado de competencia perfecta.

La cultura burguesa creía ciertamente en la disciplina, el ahorro y el sentido práctico. Todos aquellos elementos conducían, de una forma u otra, hacia una sociedad ordenada, racional y sobria, donde no tenían cabida los agentes subversivos y disociadores, el mal gusto y la chapucería. Por ello, las formas y las buenas maneras eran requisitos indispensables para la promoción y desarrollo de una forma de vida civilizada, moral y con objetivos lúcidos. Ese era el ideario de la burguesía imperialista en la Inglaterra victoriana del siglo pasado. Todo buen inglés debía mostrar ante sus semejantes una conducta recta y honesta, a pesar de que aquellas virtudes, en muchos casos, fueran sólo una apariencia.

El desorden y la rebeldía eran considerados anarquía, pues constituían una forma de cuestionar el modo en que la burguesía industrial británica expresaba su visión del mundo, por lo que ésta debía ser reprimida a cualquier costo. Y como toda sociedad autoritaria, la burguesía industrial británica del siglo XIX vivía angustiada por impedir el desorden. Ni aún su vida privada le pertenece al presunto desordenado. Sus vicios y malas costumbres deben ser eliminados hasta en los lugares más secretos de su alcoba. De aquí que Victoria, por ejemplo, se preocupara tanto por regularles su vida sexual a sus súbditos, sobre todo a las mujeres.

La sexualidad a lo referido de la masturbación, eran consideradas inapropiadas y se le culpaba de desórdenes como la epilepsia. En 1882 aparece el trabajo de Richard Kraft-Ebing “Psychopatia Sexualis”, donde describe diferentes tipos de comportamiento sexual etiquetándolos como patológicos y surgiendo así el término desviación sexual. En este tiempo, cualquier acto sexual que no tuviera como fin la reproducción se consideraba como “sexualidad anormal”. Sus escritos ligaban la sexualidad no reproductiva con el concepto de enfermedad sexual mismo que persiste hasta nuestros días. Kraft-Ebing propugnó por la comprensión y el tratamiento médico de las desviaciones sexuales. Con regularidad se considera a este autor como el fundador de la Sexología Moderna. Asimismo, en esta época las actitudes ante la sexualidad diferían de acuerdo a la clase social. La representatividad de esa época estaba dada por la clase media, la que se sintió obligada a fingir que se comportaba de acuerdo a la moral rígida imperante de entonces. El pensamiento religioso daba gran importancia a la familia, pero no permitían olvidar que el sexo era una desafortunada necesidad y no algo de lo que pudiera disfrutarse. Para las mujeres el sexo era algo que debía soportarse, lo que llevó a la aparición de mitos que mezclaban la culpa y el miedo.

Lo curioso de esto es que fueron los propios médicos los responsables de estos mitos. Así por ejemplo se decía que “el exceso de relaciones sexuales reducía la vida del hombre o lo volvía idiota”. También se propagaba que si las mujeres referían disfrutar de las relaciones sexuales estaban sentenciadas a morir jóvenes. La difusión de estos mitos, se ha especulado, se dio por considerarse los médicos como depositarios de la moral burguesa por lo que deseaban acabar con todo tipo de práctica sexual.

La novela y sociedad en la epoca victoriana.

Características del periodo victoriano:

se despierta una conciencia social nueva.

las clases medias se hacen más exigentes que en la época romántica.

el Imperio Británico impone su hegemonía.

la Revolución Industrial alcanza su máximo grado de desarrollo.

hay un lugar para el mercado literario activo.

la literatura se dirige a la sociedad.

la controversia religiosa, el reformismo social, el debate político, la educación de las masas y el interés por el arte son temas del momento tratados por la literatura.

La época victoriana recibe influencias del romanticismo:

Coleridge: la crítica social de Carlyle y Ruskin basa su justificación teórica en el legado filosófico de Coleridge.

Wordsworrh: John Stuart Mill, Ruskin, Arnold y G. Eliot, toman su idea de la naturaleza de los sentidos y la capacidad regeneradora de la naturaleza según el desarrollo de Darwin, Hardy y la poesía decadentista.

Shelley: Browning, Swinburne.

Byron: hermanas Brönte, Swinburne, Oscar Wilde.

Keats: influye en la poesía del siglo XIX (Tennyson, Rossetti).

La novela gótica, fantástica y sentimental propia del Romanticismo cede paso al compromiso social y al realismo detallista. Literatura y sociedad están fuertemente entrelazados, no es posible separar la personalidad del escritor de su entorno social.

Los principales rasgos de la sociedad victoriana son:

Políticamente: estrechos prejuicios de insularidad y grandes planes imperiales.

Intelectualmente: creencia en el progreso y negación del pecado original, aunque se adoptan posturas maniqueas.

Literariamente: actitud románticamente escapista a la vez que didáctica y propagandística.

Esta época literaria se caracteriza por una interdependencia de condiciones sociales a veces opuestas y por la presencia de un público lector que comparte el diálogo cultural y las preocupaciones del momento. El objetivo del hombre de letras es la sociedad misma, desde todos los campos:

Filosofía social: Mill, Carlyle, Morris.

Ciencia: Darwin, Newton.

Literatura: Arnold, Pater.

Ficción: Dickens, Trollope, George Eliot, Thackeray.

Estética: Ruskin, Morris, Wilde.

En el siglo XIX predomina la novela debido a una clase media que busca una literatura de entretenimiento y la revolución industrial que trae consigo unos cambios que es preciso analizar. Es el siglo de la novela en Inglaterra, se publicaron más de 40.000 títulos originales y muchos de los novelistas son mujeres. La sociedad inglesa del siglo XIX está marcada por las consecuencias de la revolución industrial: el paso de la sociedad agraria a la sociedad industrial produce la emigración del campo a la ciudad. En el campo existían áreas comunitarias, pero al cercar los campos para aumentar la productividad el pequeño campesino no puede mantenerse y tiene que emigrar a la ciudad o trabajar para el terrateniente.

Por este motivo la revolución industrial va a marcar el paso de una sociedad orgánica a una sociedad industrial, como se refleja en Middlemarch en el sentimiento de nostalgia hacia la vida rural, donde hay un mayor sentido de la comunidad, o en el personaje de Heathcliff, que representa el capitalismo, el cambio de modelo social, que pasa de basarse en vínculos de sangre a basarse en el poder económico.

Thomas Carlyle, autor de gran influencia en el pensamiento victoriano, afirmará que en esta época, “the mechanichal age”, como él la denomina, es muy difícil conservar el sentido del “self”. También refleja otra de las grandes preocupaciones de la sociedad: la de la situación de los obreros. Existe en la época victoriana una preocupación generalizada ante la situación difícil e injesta que se ha creado para la crase obrera a causa de la política de laissez faire. Carlyle y los victorianos en general, simpatizarán con los obreros y aceptarán que es necesario un cambio de esta situación (explotación de mujeres y niños, salarios bajos, …), pero su actitud se inclina hacia el cambio de la mentalidad de la clase obrera y desconfían de los sindicatos, es una postura reformista, no revolucionaria.

Esta situación del obrero se refleja en North and South, donde se produce una huelga y se explica la postura de los sindicatos, pero lo que se busca en la obra es el consenso dentro del sistema.

Cuando surge la novela en el siglo XVIII la clase media es el principal grupo de lectores, se trata por lo tanto de una novela de entretenimiento, en la que lo que interesa es lo actual, como influencia del periodismo, y la mujer de clase media es un cliente de esta clase de literatura. De ahí el auge de la mujer dentro de la novela, con caracteres sólidos e inteligentes, pero en el ámbito de la privado, porque la novela tiene que ajustarse al código moral, ya que las mujeres no podían romper con el código moral. La mujer debía ser pura, abnegada, moralmente superior al hombre. Esto refuerza la dicotomía entre la mujer ángel y la mujer diablo y supone un planteamiento esencialista, que no hace distinción entre sexo, entendido como diferencias biológicas, y genero, como diferencias culturales.

Las mujeres en la novela victoriana se caracterizan por ser moralmente impecables, espiritualmente estimulantes, inteligente y una influencia positiva, todo ello puesto al servicio del hombre.

John Stuart Mill expresa, antes de que se acuñe el término “victoriano” (1851) sus inquietudes sobre el espíritu de la época, la sensación de que el hombre de letras vive entre dos mundos,

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