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ARRANCAME LA VIDA CAPITULO I


Enviado por   •  28 de Mayo de 2014  •  1.045 Palabras (5 Páginas)  •  999 Visitas

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ARRÁNCAME LA VIDA

DE ÁNGELES MASTRETA

CAPITULO 1

Este año pasaron muchas cosas en este país. Andrés y yo nos casamos.

Lo conocí en un café de los portales en Puebla, todo pasaba en los portales desde los noviazgos hasta los asesinatos, el tenía más de treinta años y yo menos de quince, estaba con mis hermanas y sus novios cuando lo vimos acercarse. Dijo su nombre y se sentó a conversar con nosotros. Me gusto, tenía las manos grandes y unos labios que daban miedo como si tuviera dos bocas, el pelo se le alborotaba y le caía sobre la frente, no era guapo. Tenía los ojos demasiado chicos y la nariz demasiado grande, pero nunca había visto ojos tan vivos y no conocía a nadie con su expresión de certidumbre.

De repente me puso una mano en el hombro y me pregunto ¿Verdad que son unos pendejos? Mire alrededor sin saber que decir.

¿Quiénes?

Usted diga que sí. Dije que sí y volví a preguntar quienes

Los poblanos chula. ¿Quiénes si no?

Claro que estaba yo de acuerdo, para mí los poblanos eran esos que caminaban y vivían como si tuvieran la ciudad escriturada a su nombre.

No nosotras las hijas de un campesino que dejo de ordeñar vacas porque aprendió a hacer quesos; no el Andrés Ascencio, convertido en general gracias a todas las casualidades y todas las astucias menos la de haber heredado un apellido con escudo. Quiso acompañarnos hasta la casa y después ese día empezó a visitarme con frecuencia, sus coqueterías conmigo y con toda la familia incluyendo a mis papas que estaban divertidos y halagados como yo. Contaba historias que siempre salía triunfante. No hubo batalla que no ganara ni muerto que no matara.

Se nos metió de golpe a todos, hasta mis hermanos acabaron divirtiéndose con él, casi tanto como Pía la más chica.

A mis hermanos los compro llevándolos a dar una vuelta en su coche. A veces traía flores para mí y chicles americanos para ellos. Las flores nunca me emocionaron pero me sentía importante arreglándoles mientras el fumaba un puro y conversaba con mi padre, me sentaba a oírlos y a dar opiniones con toda contundencia que me facilitaba la cercanía de mi padre y mi absoluta ignorancia.

Cuando se iba yo lo acompañaba a la puerta y me dejaba besar un segundo, luego salía corriendo tras mis hermanos.

Empezaron a llegar rumores: Andrés Ascencio tenía muchas mujeres, una en Zacatlán y otra en Cholula, una en el Barrio de la Luz y en México, engañaba a las jovencitas, era un criminal, nos íbamos a arrepentir pero años después, entonces mi papa nos hacía bromas y yo me ponía a darle besos.

Me gustaba pensar que era domingo y que aún era posible subirse en el burro que ese día no cargaba leche, caminar hasta el campo sembrado de alfalfa para quedar bien escondida y desde ahí gritar – A que no me encuentras papa, oír sus pasos cerca y su voz ¿Dónde estará esa niña?, hasta fingir que se tropezaba conmigo, aquí está la niña, y tirarse

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