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Barba Azul


Enviado por   •  5 de Junio de 2014  •  1.419 Palabras (6 Páginas)  •  278 Visitas

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Hace algunos siglos hubo un hombre con enormes casas y palacios en las tierras donde el frio es perpetuo, sus riquezas eran incalculables pero para su desgracia tenia una gran barba azul la cual le daba un aspecto desagradable.

Su vecina era madre de dos muchachas, la menor se encontraba profundamente enamorada de Barba Azul y por fortuna para ella su amor era correspondido así que al cabo de unos meses se casaron. Pero esta feliz unión no fue acaptada por las amistades de la mujer ni por su madre y hermanas por lo cual Barba Azul decidio permitirles quedarse en una de sus casas vacacionales para demostrarles lo buen marido que era.

Al cabo de un mes después de estas vacaciones Barba Azul le dijo a su mujer que tenía que viajar a provincia por seis semanas a lo menos debido a un negocio importante, le pidió que se divirtiera en su ausencia, que hiciera venir a sus buenas amigas, que las llevara a patinar al lago si lo deseaban, que se diera gusto.

-He aquí -le dijo- las llaves de los dos guardamuebles, éstas son las de la vajilla de oro y plata que no se ocupa todos los días, aquí están las de los estuches donde guardo mis pedrerías, y ésta es la llave maestra de todos los aposentos. En cuanto a esta llavecita, es la del gabinete al fondo de la galería de mi departamento: abrid todo, id a todos lados, pero os prohíbo entrar a este pequeño gabinete, y os lo prohíbo de tal manera que si llegáis a abrirlo, todo lo podéis esperar de mi cólera.

Ella prometió cumplir exactamente con lo que se le acababa de ordenar; y él, luego de abrazarla, sube a su carruaje y emprende su viaje.

Las vecinas y las buenas amigas no se hicieron de rogar para ir donde la recién casada, tan impacientes estaban por ver todas las riquezas de su casa, no habiéndose atrevido a venir mientras el marido estaba presente a causa de su barba azul que les daba miedo.

De inmediato se pusieron a recorrer cada habitación del palacio, abrían cada puerta que encontraban y en cada habitación hallaban aún más riquezas que la anterior. Cada vez se maravillaban más con la magnificencia de cada mueble, cada muro, cada vitral y con la enorme cantidad de objetos hechos de metales preciosos. La mujer se hallaba complacida con la alegría de sus invitadas y con tanto gozo y regocijo no se percató de que estas en realidad eran brujas malévolas.

Las brujas sabían que Barba Azul tenía un gabinete secreto al cual nadie debía de entrar o siquiera acercarse, entonces se les ocurrió jugarle una mala pasada a su anfitriona: la empujaron hasta el pequeño gabinete con tanta fuerza que le dejaron abundantes marcas en todo el cuerpo. Al llegar a la puertecilla las brujas hicieron un conjuro para tentar a la pobre mujer a abrirla la mujer se resistió, pero la tentación era tan grande que no pudo superarla: tomó, pues, la llavecita y temblando abrió la puerta del gabinete.

Al principio no vio nada porque las ventanas estaban cerradas; al cabo de un momento, empezó a ver que el piso se hallaba todo cubierto de sangre coagulada, y que en esta sangre se reflejaban los cuerpos de varias mujeres muertas y atadas a las murallas (eran todas las mujeres que habían sido las esposas de Barba Azul y que él había degollado una tras otra). Las brujas huyeron en ese momentos, temerosas de que Barba Azul les hiciera lo mismo.

La mujer al darse cuenta de encontrarse a solas con todos aquellos cuerpos creyó que se iba a morir de miedo, y la llave del gabinete que había sacado de la cerradura se le cayó de la mano. Después de reponerse un poco, recogió la llave, volvió a salir y cerró la puerta; subió a su habitación para recuperar un poco la calma; pero no lo lograba, tan conmovida estaba.

Habiendo observado que la llave del gabinete estaba manchada de sangre, la limpió dos o tres veces, pero la sangre no se iba; por mucho que la lavara y aún la resfregara con arenilla, la sangre siempre estaba allí, porque la llave era mágica, y no había forma de limpiarla del todo: si se le sacaba la mancha de un lado, aparecía en el otro.

Barba Azul regresó de su viaje esa misma tarde diciendo que en el camino había recibido cartas informándole que el asunto motivo del viaje acababa de finiquitarse a su favor. Su esposa hizo todo lo que pudo para demostrarle que estaba encantada con su pronto regreso.

Al día siguiente, él le pidió que le devolviera las llaves y ella se las dio, pero con una mano tan temblorosa que él adivinó sin esfuerzo todo lo que había pasado.

-¿Y por qué -le dijo- la llave del gabinete no está

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