ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

CAMBIO DE RUMBO ANCLADOS EN EL PASADO

Ing Mirlenys DavilaInforme15 de Mayo de 2016

72.301 Palabras (290 Páginas)315 Visitas

Página 1 de 290

Anne Stuart

[pic 2]

CAMBIO DE RUMBO
ANCLADOS EN EL PASADO

ÍNDICE

CAMBIO DE RUMBO        

Capítulo 1        

Capítulo 2        

Capítulo 3        

Capítulo 4        

Capítulo 5        

Capítulo 6        

Capítulo 7        

Capítulo 8        

ANCLADOS EN EL PASADO        

Capítulo 1        

Capítulo 2        

Capítulo 3        

Capítulo 4        

Capítulo 5        

Capítulo 6        

Capítulo 7        

Capítulo 8        

Capítulo 9        

Capítulo 10        

Capítulo 11        

Capítulo 12        

Capítulo 13        

Capítulo 14        

Capítulo 15        

Capítulo 16        

Capítulo 17        

Capítulo 18        

Capítulo 19        

Capítulo 20        

Capítulo 21        

Capítulo 22        

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA        

[pic 3]

CAMBIO DE RUMBO


[pic 4]

Capítulo 1

Molly Ferrell detuvo su coche en el acantilado sobre el océano, apagó el motor y metió la primera. Llevaba casi dos días viajando en su pequeño Honda y por fin tenía a la vista su destino. Hidden Harbor, Maine, era un pequeño pueblo en mitad de la costa, situado entre dos lenguas de tierras, que incluso en el bullicioso nuevo milenio se mantenía relativamente aislado.

Por supuesto, no estaban en pleno verano. Agosto había llegado a su fin, tornando las hojas de color dorado, bronce y cobre, los veraneantes se habían marchado y la mayoría de los hostales y posadas habían cerrado por fin de temporada. Había tenido suerte al encontrar alojamiento. Siempre podría haber ido a Sanford, un pueblo situado a cuarenta y cinco kilómetros de allí, pero no habría sido ni la mitad de eficaz. Necesitaba vivir en el mismo Hidden Harbor para encontrar las respuestas que necesitaba.

Había tenido que hacer la reserva a la antigua, por teléfono, dado que Internet, sorprendentemente, no le había servido de nada. Justo cuando estaba a punto de rendirse y llamar al Sanford Holiday Inn, su suerte había cambiado.

La posada Harbor Inn estaba cerrada por reformas, pero su propietaria, Marjorie Twitchell, podía ofrecerle una habitación y poco más, si estaba dispuesta a conformarse con eso.

Molly habría plantado una tienda de campaña en el jardín si hubiera hecho falta. Había conseguido un permiso de tres meses para terminar su investigación. En enero retomaría sus clases en la enorme fábrica educativa que era la Universidad Southern Michigan e iba a tener que trabajar rápido si quería volver con un boceto decente de su libro. En lo más profundo de su corazón tenía la esperanza de tener redactado un primer manuscrito.

Era hora de seguir con su vida. De dejar atrás el infantilismo. Su casi obsesión por el escritor fallecido largo tiempo atrás no era más que eso, un residuo de su adolescencia. Si quería conseguir la titularidad tenía que dejar atrás el fantasma de Michael O’Flannery. Y había ido a Hidden Harbor pata hacer exactamente eso.

¿Por qué no podía haberse enamorado de alguien normal, como un actor o una estrella del rock, en vez de un poeta relativamente desconocido? Michael O’Flannery había vivido y fallecido envuelto en misterio, sólo se conocían detalles mínimos de su vida, la mayoría de ellos no confirmados. En los veinte años transcurridos desde que puso fin a su vida casi había sido olvidado. Una novela brillante y una maravillosa colección de poesía mórbida sólo conseguían mantener una reputación durante un tiempo. Su misteriosa muerte y su juventud habían incrementado su atractivo, pero incluso eso se había difuminado en los últimos años y O’Flannery se había convertido en poco más que una nota literaria a pie de página. Pero en Molly había dejado una extraña y poco práctica obsesión que comenzó a sus impresionables quince años y seguía hechizándola más de una década después. Adoraba sus palabras y sus imágenes, la inquietante manera en que funcionaba su mente. Adoraba todo en él incluido su trágico destino.

Si conseguía descubrir la verdad tal vez podría olvidarlo. Desmenuzar su corta y brillante vida en pedacitos para examinarlos, investigarlos, meterlos en un paquete y dejados atrás.

Estaba lista para seguir adelante, para transformar poetas perdidos, compromisos rotos y la vulnerable ensoñación del pasado en un espíritu práctico y tenaz. Era hora de madurar. Cuando obtuviera la titularidad ya no querría dejar la universidad. No se atrevería a renunciar a esa clase de seguridad. Si quería tener opciones en su vida, tenía que hacer algo al respecto antes de que fuera demasiado tarde.

El pueblo de Hidden Harbor parecía muy pacífico desde donde lo miraba. No había yates elegantes atracados en el puerto, sólo barcos de pesca. Barcos langosteros, seguramente. Sabía por su investigación que la pesca de la langosta era la industria principal del pequeño pueblo. Los que no se dedicaban a ese negocio eran prácticamente pobres. Como el padre alcohólico de Michael O’Flannery.

Ningún miembro de su familia lo había sobrevivido, no tenía hermanos, tías ni tíos y sus padres habían fallecido en un accidente de coche antes de que él se quitara la vida. Pero habría vecinos. Gente que había vivido en la zona mientras él crecía, que tendrían historias y recuerdos, tal vez sabrían algo que la llevara a descubrir la verdad sobre Michael O’Flannery, qué demonios internos lo habían llevado a escribir una prosa tan oscura y enfebrecida y por que había desaparecido en el bosque con un rifle para no volver a ser visto nunca.

Si tenía mucha suerte, tal vez incluso encontrara una fotografía de él. Había sido notoriamente tímido ante las cámaras durante su breve periodo en el candelero, y sólo había fotos de la parte trasera de su cabeza. Había pasado muchos años de su vida fantaseando sobre una persona cuyo aspecto físico desconocía. En cierto modo, eso había sido parte de su atractivo. Podía ser como ella lo imaginaba: alto, bajo, delgado, musculoso, con el pelo moreno y corto o con largos rizos rubios. Eso en si la ayudaba a convencerse de que estaba enamorada de sus palabras, no del hombre. ¿Cómo se podía amar a alguien a quien nunca se había visto?

Inspiró profundamente y el aire salado del mar cosquilleó sus pulmones. Hacía años que no veía el océano. Había olvidado lo tranquilizador que era sentarse a ver las olas batir contra las rocas. El lago Michigan, por vasto y bello que fuera, no estaba a la altura. Ella había crecido en un pequeño pueblo costero, en Rhode Island, en primera línea de playa. Había olvidado que la eterna volubilidad del océano se metía en las venas y se quedaba dentro. Contempló el tranquilo pueblo de pescadores. No había estado allí nunca pero se sentía como en casa. El océano la llamaba, casi con tanta fuerza como la leyenda de Michael O’Flannery y, de repente, comprendió que quería volver a vivir junto al mar. No ocurriría pronto. Ni podía permitirse una propiedad con vistas al mar, ni abandonar la enseñanza. Pero al menos ese viaje dejaría el sabor del mar en su boca, suficiente para conformarse unos años. Volvió a subir al coche y se apartó el cabello del rostro.

—Voy a encontrarte, Michael O’Flannery —murmuró hacia el mar—. Voy a encontrar tu fantasma y todo lo que sea sobre ti. Ya lo verás.

La fresca brisa del océano no le devolvió ninguna respuesta. Pero tampoco había esperado una. Dio la vuelta a la llave e inició el descenso por la sinuosa canecerá que llevaba a Hidden Harbor.

Fue fácil encontrar su alojamiento, Harbor Inn. No había mucho en el pueblo, la gente seguramente iba a Sanford para hacer sus compras o ver una película. La mitad de las casas estaban cerradas para el invierno y, aunque el tiempo aún era relativamente calido, el ambiente daba sensación de frío y oscuridad.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (446 Kb) docx (1 Mb)
Leer 289 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com