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Canto III de Eneida


Enviado por   •  2 de Agosto de 2015  •  Resúmenes  •  1.334 Palabras (6 Páginas)  •  324 Visitas

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La Eneida

Canto II:

   Este canto comienza con la descripción de las aventuras de Eneas. Él mismo le cuenta a la Reina Dido sus hazañas, desconciertos y las desgracias que pasó desde que cayó Troya hasta que llega a la tierra que ella reina:

   En un comienzo, relata el momento en que los griegos lograron convencer a los troyanos de que el caballo de madera que habían construido (con la ayuda de Palas Atenea) era un regalo por su rendición. Hubo algunos que no estuvieron de acuerdo: Laocoonte, Casandra, Capis y otros).

   También, describe a la isla Ténedos, la cual se ubicaba a la vista de Troya y donde los griegos se escondieron para simular que habían vuelto a Micenas (lugar del que provenían).

   Más tarde, narra cuando capturan a Sinón, un mancebo desconocido. Este último comenzó a narrar sus desaventuras con los griegos, también quién era, de dónde venía y qué quería. Toda su historia lo ponía a él como la víctima y decía cuánto odiaba a los griegos (como hacían los troyanos), pero en realidad estaba usando esa técnica para poder llegar a los corazones de los troyanos y que lo aceptasen en su sociedad, para, momentos más tardes, conseguir su confianza y decirles que ese caballo les traería buen augurio y suerte, según Calcas (un adivino del ejército griego), sino habría un desastre a manos de Minerva (Palas Atenea). Al fin y al cabo, resultó ser todo mentira y él estaba trabajando para los griegos.

   Laocoonte  (que era el sacerdote del dios Neptuno) y sus hijos fueron atacados por dos serpientes que provenían del mar. Fueron mordidos por ellas y, al ser venenosas, dados a muerte. Los troyanos aseguraron que recibió ese castigo de los dioses al ozar su poder y golpear el caballos que les fue encomendado meter en la ciudad.

   Después, decidieron que llevarían al gigante armazón de madera dentro de los muros, al templo sagrado. Lo ataron con cuerdas y lo metieron a Troya.

   Cuando cayó la noche, todos los troyanos, felices por haber vencido (luego de haber hecho un festín) se durmieron. Entoces, Sinón, el traidor, después de ver la señal que le dieron los griegos desde las naves en las costas de Troya, les abrió las compuertas de aquella arma inesperada y así conquisaron y atacaron a los troyanos. Aquellos que estaban dentro del caballo fueron los caudillos Tesandro y el cruel Ulises, Acamante, Toas y Neoptólemo (nieto de Peleo), y Macaón el primero, y Menelao, y el mismo Epeo (aquel que construyó el caballo con la ayuda de Atenea).

  A Eneas se le apareció el espectro de Héctor (un héroe troyano que fue dado a muerte por Aquiles, ya que el primero había matado a un amigo suyo, pensando que era el segundo). Héctor le dijo que debía abandonar la ciudad, que estaba en llamas, ya que habían sido engañados. Eneas debería llevarse los dioses penates, númenes y los futuros hados, y encontrar un nuevo territorio para crear otra ciudad. Le advirtió que pasaría por muchos problemas y que viajaría sin rumbo hasta llegar al lugar deseado por los dioses.

  Eneas despertó y se dio cuenta de todo lo que estaba pasando. Entonces salió de su casa en dirección a la batalla (no haciéndole caso a los dioses, es decir que no sigue su pieta y se deja llevar por el furor). En el camino se encontró con Panto (sacerdote del templo de Febo) quien le comunicó lo que estaba pasando.  Comenzó de nuevo su trayectoria hacia la interminable batalla. Se le unieron: Ripeo y Épito, Hípanis, Dimante y el joven Corebo (hijo de Migdón, recién llegado y comprometido con Casandra) y Ífito y Pellas. Eneas le dio a su grupo un discurso en el cual les adviertió que lo que estaban a punto de hacer los llevaría ala muerte. Sin embargo, todos continuaron y se enfrentaron  a los griegos. Al primer enemigo que se encontraron fue a Androgeo, que pensó que ellos eran de los suyos y los incitó a robar y destruir con los demás la ciudad; pero en seguida se dio cuenta de que no eran griegos y, asustado, quiso huir con aquellos que se encontraban con él en ese momento, pero los valientes troyanos los detuvieron y mataron a todo el grupo que lo acompañaba. De esa forma, decidieron tomar las armaduras de los griegos y simular ser uno de ellos, mientras que los atacaban. En un momento, vieron que los griegos estaban agarrando a Casandra, que estaba atada de manos y piernas mientras la estiraban; por eso, su amado, Corebo, decidió actuar y, con los demás, se lanzaron en contra de los griegos. En ese momento comenzaron a caer desde el cielo flechas de los troyanos, afectados por el raptamiento de la hija de Príamo (el rey). También algunos griegos, que se dieron cuenta de que no eran de los suyos y los atacaron: Áyax, los dos Atridas y toda la huete de los dólopes. Aparecieron vientos: el Céfiro, el Noto y el Euro. A ellos se les suma el dios Nereo (divinidad marina), que hace saltar la espuma. El primero en morir fue Corebo, en manos de Penelo. Más tarde, cayeron Ripeo, Panto, Hípanis y Dimante. Los que quedaban se acercaron al palacio de Príamo para defenderlo.

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