Cronica El Matadero

Luego de una devastadora inundación y después de sufrir la escasez de carne, un pueblo realiza una masacre en búsqueda de alimentación vacuna y asesinan a un salvaje unitario en el medio.

En el día de hoy conmemoramos la tragedia ocurrida hace muchos años, que tuvo lugar en la década de 1830 aquí en Buenos Aires, Argentina. En esa época, la iglesia había prohibido el consumo de carne ya que se la consideraba pecaminosa. Por lo tanto, los abastecedores, es decir, los federales, como buenos católicos, sólo criaban suficiente ganado como para alimentar a los niños y a los enfermos. Sin embargo, una noche llegó una devastadora lluvia que parecía no tener fin. La gente, desesperada, salía a la calle a culpar a los salvajes unitarios de la catástrofe, e incluso se consideró la realización de.

Afortunadamente, la lluvia eventualmente paró, sin necesidad de rito. Sin embargo, las calles habían quedado completamente inundadas y el matadero de la convalecencia no vio un solo cuerpo vacuno por quince días. Los niños y los enfermos pasaron a alimentarse de huevos y gallinas, y los precios habían subido hasta alcanzar montos inimaginables. La gente realmente sufría la falta de carne. Mientras tanto, la iglesia invitaba a la gente a aceptar el castigo del señor y prestarse al ayuno.

Al decimo-sexto día, ingresó una pequeña cantidad de ganado, cincuenta vacas para ser exactos. Mientras los de clase alta disfrutaban sin preocupación alguna de la carne, ya que se lo consideraba una “recompensa” por ser ellos quienes los trajeron, el resto del pueblo luchaba en la masacre para poder conseguir una porción de carne.

En medio de la faena, un carnicero llegó a ver a un joven unitario acercándose y le advirtió a la multitud que se acercaba un “salvaje unitario”. Matasiete fue quien se encargó de atacar al joven, quien luego fue secuestrado y humillado. Aún así, él nunca dejó de defender sus valores y su espíritu unitario. Y de la nada, antes de poder continuar con la humillación, el joven comenzó a sangrar profusamente, cayendo muerto en el suelo. “Reventó de rabia” comentaron los federales, dandole fin a su diversión.

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