Cuento

Era Julio y era un día muy caluroso que no daban ganas de salir a la calle. Para mí era mejor estar en casa, con el aire acondicionado o un abanico.

Era un día de playa y toda la escuela estaría ahí esa tarde, ¿Y yo? Yo en mi habitación escuchando música de Bruno Mars, dibujando y comiendo una bolsa de fritos. Faltaba mi mejor amiga Sofía haciéndome compañía, pero ese día estaba comprando el regalo de su novio, así que estaba sola y sin ningún plan, e ir a la playa no estaba dentro de mis planes. Hasta que mi celular sonó.

(Ring, Ring)- ¿Dime mamá?

-Jennifer, Cariño necesito que me traigas al trabajo unos papeles que deje en mi habitación.

Estaba hablando demasiado rápido y podía oír cómo se movía de un lado a otro del despacho. Era muy distraída, se le olvido que tenía una junta justo ese día.

-Está bien mamá, salgo en una hora y media.

-¡En una hora Jennifer! Lo necesito en una hora.

-Pero mamá, eso es imposible…- Colgó antes.

¿Una hora? La ciudad estaba a dos horas de mi casa, era algo imposible.

Salí corriendo de mi habitación, tomé un pantalón, mis vans blancos y una blusa que decía ‘’YOLO’’ es una de mis favoritas. Entre rápidamente al dormitorio de mamá buscando desesperada los papeles, los tomé, estaban dentro de un cajón donde justamente había una foto de mi padre que ya hacía dos años de habernos abandonado.

Tuve que dejar los recuerdos atrás porque mi madre me necesitaba. Me subí rápido a mi coche y puse una de mis canciones favoritas, tenía que apurarme a llegar. Quise cambiar la canción, quite la vista de la carretera y se escuchó un fuerte golpe.

-¡Oh por dios! ¿Qué hice? Que no lo haya matado a alguien-. Salí del coche, por no ver el Alto en mi tan tonto despiste me lleve de encuentro a un motociclista. Me agache despacio y vi que no había pasado nada grabe, ni un raspón, ni heridas, ni sangre, solo un enorme chichón por el golpe.

Pude ver que el hombre tenía maso menos mi edad, su pelo era castaño y lacio, tenía un piercing en la ceja, tenía la boca entre abierta de lo inconsciente que estaba, sus labios eran los más antojables que jamás había visto. De repente abrió los ojos, unos ojos azules como el cielo, era el chico más guapo que había cruzado en mi vida. Empezó a levantarse buscando su moto o lo que quedaba de ella porque se había estrellado contra un árbol, puso su mirada en mí hasta dejarme sin respiración.

-¿Se puede saber que le hiciste a mi moto, loca?

-Mira, perdón es mi culpa, pero tengo prisa, ¿quieres que llame a alguien para que venga ayudarte?

-No, no va hacer falta por que tú me llevaras.

¿Llevarlo yo? Debería de estar bromeando como subiré a un desconocido a mi coche después de atropellarlo.

-¡Ni de broma! No te conozco ¿Por quién me tomas?

- Por una loca que destrozo mi moto.

Se empezó a reír como si le hubiera contado un chiste, yo no le veía la gracia.

-Primero vamos a donde tienes que ir y después me llevas  a mí, es simple y sencillo.

Subió al coche y lo miro como si nunca hubiera visto uno.

...