De la participación democrática y de los partidos políticos

Camilo Andrés Jiménez Gutiérrez, Cod. 11152043

DE LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA Y DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

La democracia tiene sus orígenes en la antigua Grecia donde se proponía como una manera donde el pueblo podía ejercer el poder de la mano de sus gobernantes siendo partícipe en la toma de decisiones.

De esta misma manera han salido distintas ramas o posiciones acerca de la democracia, o formas de gobierno derivadas. Surge la discusión acerca del gobierno de hombres o de leyes, donde la primera concentra el poder done tiene la voluntad los mejores hombres y, por su parte, la segunda dirige e impone al gobernante un camino marcado por unas leyes previas.

Estas dos posiciones están relacionadas con el comportamiento humano y su vínculo con el poder. Puesto que, por ejemplo, en la segunda encuentran riesgoso el hecho de dejar el poder ante la voluntad de alguien que puede ser corrompido por el mismo, incluso siendo antes alguien bondadoso o de bien.

Por otra parte, el concepto de democracia moderna va ligado al significado de libertad en la actualidad. Antiguamente este término sólo se podía lograr mediante la realización del individuo en la sociedad, es decir, el ideal comunicativo prevalecía sobre los derechos individuales. Por el contrario, actualmente la libertad nos da el derecho de desarrollarnos privada e independientemente. Esta democracia se conoce como la representativa, en donde los gobernados eligen al gobernante el cual tomará las decisiones que considere más correctas y apropiadas para el pueblo, esto es lo que se conoce como principio mayoritario.

Este modo de gobierno ha pasado a ser un problema debido al aprovechamiento al que constantemente recurren los representantes, donde la relación con sus electores pasa a un segundo plano  se convierte en una relación gobernante-partido político, ya que este segundo también juega un papel muy importante en el manejo de las decisiones.

Ese vínculo con los partidos dificulta la correcta realización de la mayoría de objetivos. Esto sucede porque ellos provienen de la aceptación de ideologías que a su vez arrastran intereses específicos que no necesariamente velan por el bien común.

Entonces, el problema de la democracia surge en su viabilidad o su dificultad de aplicación, porque según Rousseau: “Toda ley no ratificada por el pueblo en persona es nula, no es ley”, y enfatiza que el pueblo sólo es libre durante la elección de los miembros del parlamento, una vez pasado el voto vuelve a ser esclavo.

Ahora, el liberalismo llega como una condición necesaria para la democracia, donde su principal objetivo consiste en luchar contra el absolutismo y la concentración del poder en las manos de las autoridades públicas.  Pero en el presente siglo la ley, que se supone reglamentaría y limitaría la administración pública, ha perdido la importancia que debería tener y se lima a individualizar una autoridad pública y establecer unos objetivos.

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