¿¡EDUCAR CON VALORES!? ¿¡Y ESO PARA QUÉ!?

¿¡EDUCAR CON VALORES!? ¿¡Y ESO PARA QUÉ!?

En pleno siglo XXI, me pregunta el maestro Frías ¿Educar con valores? ¿Y eso para qué?, cuando lo que realmente se debiera de preguntar es; ¿Qué pasa con los valores?, ¿Qué niños tienen valores?, ¿Por qué ni siquiera en casa existen ya estos valores?, ¿Qué podemos hacer para devolver los valores a las familias? Si están más extintos que la foca monje, que el oso pardo, que el águila de cola blanca, y que los mismos dinosaurios.

Espera, espera aquí hay algo.

Estoy segura que uno de cada diez integrantes en cada familia, existe siquiera en él, el valor del respeto, del amor, de la tolerancia y de la empatía. Bueno en más de una familia porque en mi hogar si respetamos, si nos amamos, y si hay confianza como también libertad.

¿Pero qué está pasando ahí afuera?, no lo sé, y me causa mucha inquietud de ir a ver lo que sucede tras estas paredes en las que me encuentro en este momento. Bueno, siendo sincera si lo sé. Pero no quiero ver;

-me aterra.

¡Ayúdame! Cerremos los ojos, abramos la mente y caminemos…

¿Para qué educamos con valores a los niños de hoy, a nuestros niños?, si los padres de ellos mismos están asesinando; hombres, mujeres, ancianos, ancianas, adolescentes, niños y bebes apenas del tamaño de un frijolito.

En donde los están guiando a mentir, a robar, a buscar atención, a buscar drogas, a buscar todo aquello que no encuentran en un hogar, en el que se están enseñando a no ser personas de bien, a no seguir sus sueños por miedo a caer en tentaciones, a creer que lo malo es lo bueno y lo bueno viceversa. Que seguir su propio destino es extinguirse como aquel cardenal rojo.

Y lo más triste de todo es, que solo tenemos hora y media para escuchar, dialogar y ver lo que realmente queremos saber de los valores, pensar en ellos, escribir lo que nadie más leerá más que mis 25 compañeros de alrededor que traen en sus escritos fantasías que solo en papel quedaran si, asi como también este.

¿Y si logramos juntarlos todos? No creo, creo que no sería una buena idea, en mi grupo de universitarios, ¿se practicaran los valores?, ¿Sabrán lo que son cada uno de los valores?, ¿Sabrán transmitir lo que realmente son los valores?, ¿Serán honestos con los maestros, con sus papas, con sus hijos? ¿Se amaran por si mismos? –Vahh. ¡Qué confuso!

Que confuso es cuando vemos, que se trata de respetar a quien nos hace daño, de escuchar la verdad que nos abrirá el alma, cuando se trata de entender al más fastidioso, cuando se trata de ver en libertad a quien más amas, que confuso es quedarte sin nada por ser justo, que complicado es abrazar opiniones, estilos de vida, y de entender creencias indiferentes a las mías.

No puedo dejar de pensar en lo que se escucha día a día, en lo que las redes sociales me anuncian cada que veo mi teléfono celular, en lo que las señoras murmuran en la fila para las tortillas, en el supermercado al comprar mis chucherías, en donde quiera que vaya estoy y estamos parados en un mundo en donde los valores tomaron sus mochilas y se fueron a quien sabe que planeta muy, muy, muy pero muy lejano.

Por muchas de las situaciones en las que nosotros vamos aceptando en nuestra cotidianidad, se van creando esos vacíos en los que como el día de hoy debemos escribir dos cuartillas de la importancia de la enseñanza de los valores, repetidamente mil veces.

En mi hogar yo siempre trato de concientizar su importancia, pero en ocasiones los niños son unas esponjitas y todo aquello en lo que considero malo, es lo primero que toman de ejemplo. Es como en las escuelas, cuando a uno de los alumnos le faltan al respeto diciéndole que es burro y feo, todos lo harán porque quieren reírse, o piensan que es juego. Incluso para llamar la atención lo hacen una y mil veces.

En el

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