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EL ESPEJO MÁGICO


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2021  •  Apuntes  •  990 Palabras (4 Páginas)  •  236 Visitas

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Alberto López, Ángela Gómez, Mónica López y Paula Cerdán.

EL ESPEJO MÁGICO

Hace un tiempo, comenzó una etapa delicada en mi vida, en concreto, el día que cumplí doce años. Ese mismo día celebraba mi cumpleaños y mis amigas no se presentaron. A partir de ese momento dejé de socializar y de comunicarme con los demás niños y comencé a apartarme de todo.

Al estar encerrada en mi habitación, solía mirarme al espejo (como cualquier niña) y me di cuenta de que “los espejos” eran mi único compañero de vida. Me refugiaba en ellos y pensaba que no necesitaba nada, ni a nadie más, ya que de manera silenciosa me mostraban cómo me veía o, mejor dicho, como creía que me veían los demás. Si estaba poco o muy maquillada, si tenía cara de cansada o no, si tenía imperfecciones o no, etc.

Durante mi adolescencia, me convertí en una especie de esclava del espejo. Me valía cualquiera, ya fuera un espejo pequeño para la cartera, grande para la habitación, inventado en el reflejo de un escaparate, no importaba. Era agradable mirarse y hasta corregirse.

El tiempo pasó, me mudé a otra ciudad, maduré y ya no tenía tiempo de mirarme durante horas. Pero a pesar de perder esa obsesión por aquellos espejos, al llegar a la nueva casa y sacar las cosas de las cajas de la mudanza encontré algo que cambió todo de nuevo. Ahí estaba, el espejo que me regaló mi abuela el día de mi duodécimo cumpleaños, olvidado. Nadie lo sabía, pero aquel espejo verde era especial, era mágico, como si me llevara a otro lugar.

Era como si al mirarme en aquel espejo todos mis problemas desapareciesen, y aparecieran los de mi niñez. De pronto, me vi sentada en el sillón de casa, llorando, con mi abuela al lado consolándome el día de mi cumpleaños. Quizá recordar este momento me ayudase a ver la situación de otra manera, puede que mi abuela me hubiera dado este regalo por algún motivo.

El tema es que cada vez que me miraba en aquel espejo, me transportaba a mi pasado, a todos esos momentos difíciles, a los más duros y a los más vergonzosos, pero también me llevaba a los felices, a aquellos en los que el tiempo pasaba tan rápido, a esos momentos en donde todo lo malo se olvidaba. Creo que mi abuela quería que valorase mi infancia, que no me quedase solo con lo negativo, y que lo malo me sirviese para ver las cosas de otra forma. Este poder que había encontrado en el espejo me permitía cambiar mi pasado, pero ¿era eso lo que habría querido mi abuela? No lo creo, y por ello debía disfrutar cada historia que me ayude a recordar y vivir cada mala experiencia, porque al fin y al cabo, yo soy fruto de todos estos acontecimientos.

Una mañana, mirándome en el espejo, me trasladé a mi último día de colegio. Como cada día, después de desayunar y de ponerme el uniforme, mi madre me dejó en la puerta con el resto de niñas de mi clase. Juntas bajábamos las escaleras hasta la entrada principal, ahí siempre nos esperaba la profesora, Isabel. Esa profesora era bastante importante para mí, era como la  amiga que nunca tuve, a la que podía acudir en todo momento. Me pasaba los recreos con ella en clase, ya que todas las niñas tenían su grupo de amigos con los que pasar ese tiempo, ella no me trataba de manera especial, sino que me hacía sentir como una alumna más, que era lo que yo quería.  Ese día entramos a clase como siempre sin esperar la noticia que la profesora tenía que anunciar, la trasladaban de colegio y tenía que despedirse de todos nosotros, en ese momento el primer sentimiento que tuve fue miedo, solo se pasaba por mi cabeza el hecho de que iba a hacer yo ahora en los recreos sola.

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