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EL LLANO EN LLAMAS

marisi1 de Julio de 2014

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EL LLANO EN LLAMAS

Juan Rulfo (1917/1983) es un escritor mexicano perteneciente a la corriente del “realismo mágico”.

“El llano en llamas” es un libro de cuentos que se ubica en el árido paisaje rural mexicano. En general, los personajes son campesinos miserables, resultado del fracaso de la Revolución mexicana. Otra característica es que el narrador de estos relatos no es el tradicional; en la mayoría hay más de un narrador, o sea que se complementan distintos puntos de vista para el relato de una misma historia. La narración, por lo general, no sigue un orden cronológico: se producen cortes, raccontos, flash-baks.

Agrupamos los siguientes cuentos por la similitud en el tema que desarrollan.

VENGANZA

“DILES QUE NO ME MATEN”

El relato está dividido en cinco secuencias.

Secuencia I

Comienza “in media res”. Es un diálogo entre un padre y su hijo, Justino. El nombre del padre no se revela aquí. Le ruega a su hijo que vaya a pedir por su vida ante un coronel que lo quiere fusilar. Deducimos que el padre ha sido apresado pero aún no conocemos el motivo. El hijo se niega porque piensa que cuando se enteren de su parentesco, van a querer fusilarlo a él también. Teme dejar desamparados a su mujer y a sus hijos. Al padre no le importa eso. Sólo le interesa que su hijo haga algo por él. Es egoísta: sólo le importa su situación.

Secuencia II

Es un racconto. Mediante un monólogo interior conocemos el motivo por el cual fue apresado. Hace muchos años, el prisionero, Juvencio Nava, asesinó, en Alima, a Guadalupe, “Lupe”, Terreros, dueño de la Puerta de Piedra y compadre suyo. El motivo fue que Lupe negó a Juvencio pasto para sus animales que se moría de hambre debido a la sequía. Juvencio decidió romper la cerca y dejar que sus animales entraran al potrero y comieran hierba fresca. Don Lupe reparó la cerca, pero Juvencio la volvió a romper. Y así sucesivamente. Finalmente, Don Lupe amenazó con matar a los animales de Juvencio que entraran en su propiedad.

Secuencia III

Continúa el racconto. El texto está entre comillas: son palabras de Juvencio. Cuenta que don Lupe le mató un novillo. No nos relata cómo asesinó a Lupe, pero sabemos que lo hizo por su confesión en la secuencia II y por todo lo que relata a continuación.

Todo lo que poseía, su hacienda, su casa, lo perdió en sobornos para el juez; para salir de la cárcel, para que no lo persiguieran. Sin embargo, pasó toda su vida huyendo. Se había refugiado en otro terreno que poseía, Palo de Venado. Su mujer lo abandonó. Él crió a su hijo, quien se casó con Ignacia y tuvo ocho hijos. La gente del pueblo, que conocía su situación, lo asustaba para seguir robándole; le advertían que había llegado gente extraña y él, temiendo que lo apresaran, se escondía en el monte.

En los últimos años pensó que el episodio ya estaría olvidado, dado el tiempo transcurrido (35 años). Por eso tenía la esperanza de pasar sus últimos años en paz. Pero cuatro soldados fueron a buscarlo a Palo de Venado y lo llevaron al destacamento. Juvencio teme morir.

Secuencia IV

Juvencio lega al destacamento. Mantiene un diálogo con el coronel, pero nunca cara a cara. Sólo escucha su voz.

El coronel le revela que es el hijo de Guadalupe Terreros. Describe el modo cruel en que fue asesinado su padre. También expone las razones que lo llevan a vengarse: “Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. (…)Lo que no se olvida, es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya puesto en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca”

Ordena que lo amarren para que padezca y que luego lo maten; pero, al mismo tiempo, en un acto de piedad, pide que lo emborrachen para que no le duelan los tiros. Juvencio ruega por su vida.

Secuencia V

Hay un corte en el tiempo. Juvencio ya ha sido fusilado. Un narrador en 3ra. persona relata cómo Justino acomoda el cuerpo de su padre sobre un burro, para llevarlo a velar en Palo de Venado. A través de las palabras de Justino sabemos cómo se han ensañado con él: lo han desfigurado a fuerza de “tiros de gracia”

“ACUÉRDATE”

Es un largo monólogo. La voz del narrador se dirige a su interlocutor repitiéndole “acuérdate”. De quien se tiene que acordar es de Urbano Gómez. Al final del relato nos enteramos de que los tres (narrador, interlocutor y Urbano) eran compañeros de escuela.

A través del monólogo, el narrador nos cuenta la miserable vida de Urbano. La podemos resumir así: era hijo de don Urbano y de “la Berenjena” A su madre le decía así “porque siempre andaba metida en líos y de cada lío salía con un muchacho”. Todos sus hijos morían a poco de nacer. Sólo sobrevivieron dos, Urbano y una hermana. Su madre murió en el último parto, de modo que no los vio crecer. Desde chico buscó ganar dinero vendiendo o rifando entre sus compañeros cosas que juntaba por allí. Era cuñado de Nachito Rivero, un vago que se pasaba la vida tocando canciones en una mandolina. Por esa razón su hermana tuvo que instalar un puesto de tepache. Los amigos se aprovechaban de Urbano para beber sin pagar en el local de su hermana. En este punto del relato, el narrador comenta: “Quizá entonces se volvió malo, o quizá ya era de nacimiento”.

Lo expulsaron de la escuela antes de terminar quinto año porque lo encontraron “con su prima la Arremangada jugando a marido y mujer detrás de los lavaderos, metidos en un aljibe seco”. Lo sacaron de las orejas por la puerta principal ante la risa de sus compañeros. Él salió ”amenazándolos a todos con la mano y como diciendo: ´Ya me las pagarán caro´”.

Después de ese episodio desapareció y al tiempo volvió convertido en policía. No hablaba con nadie y se sentaba en la plaza de armas, “con la carabina entre las piernas y mirando con mucho odio a todos”. Mató a culatazos a su cuñado porque a éste se le ocurrió ir a darle una serenata. Lo mató delante de la gente que salía de la iglesia. Alguien le quitó la carabina y le pegó en la espalda. Al amanecer, golpeado, Urbano se fue del pueblo. Lo interceptaron en el camino. Él mismo se colocó la soga al cuello y escogió el árbol para que lo ahorcaran.

CONCLUSIÓN

Ambos cuentos comparten el tema de la venganza, aunque con algunas diferencias.

En “Diles que no me maten” la venganza del coronel se debe a un hecho puntual: Juvencio asesinó a su padre. En “Acuérdate” Urbano se venga del odio que ha ido acumulando contra el pueblo en la primera persona que lo molesta: Nachito. El pueblo, a su vez, tomó este episodio para vengarse de la maldad de Urbano.

En “Diles que no me maten” Juvencio ruega por su vida. En “Acuérdate”, el mismo Urbano realiza los actos que van a llevarlo a la muerte.

Ambos relatos presentan personajes con vidas miserables.

En cuanto a la forma, en “Diles que no me maten” hay más de un narrador que, a lo largo de las secuencias, se complementan para que podamos reconstruir la historia de Justino. En “Acuérdate” un solo narrador testigo de los hechos nos narra cronológicamente la vida de Urbano.

CRÍTICA A LAS INSTITUCIONES

“ANACLETO MORONES”

En el mismo título del cuento aparece la contradicción que se repite en los personajes del mismo. Para entenderla, hay que mencionar la Guerra Cristera que se desarrolló en México entre 1926 y 1929. El gobierno del presidente Plutarco Elías Calles limitó la autonomía de la Iglesia Católica; los católicos, laicos y religiosos, tomaron las armas para resistir la aplicación de esta legislación. Anacleto hace mención a Anacleto González Frías, un líder católico contrario al presidente Calles; Morones es el apellido de Luis Morones, un político anticlerical que formaba parte del gobierno de Calles.

Un narrador en primera persona, Lucas Lucatero, nos relata la visita que recibe en su casa: diez viejas, a quien él llama “hijas del demonio” llegan desde Amula, su antiguo pueblo. Aunque trata de esconderse, ellas se acercan y él las hace pasar. Las conoce a todas y sabe a qué vienen. Por eso, su estrategia es retrasar y dilatar la conversación hasta que se haga de noche y no tengan más remedio que marcharse, porque sería muy mal visto que se quedaran en su casa. Mientras ellas están sentadas en el corredor, él va al corral a buscar los huevos de sus gallinas y aprovecha para desparramar un montón de piedras que tenía amontonadas, porque le parece que tienen forma de sepultura. Al final del relato comprendemos la importancia de esta acción.

Regresa al corredor, con las mujeres, y a través de la conversación que mantiene con ellas, vamos reconstruyendo la situación. Las viejas son miembros de la Congregación de Amula y adoran a Anacleto Morones, “el Santo Niño”. Quieren canonizarlo, y como Lucas es su yerno lo necesitan para que dé testimonio de él antes de que se hiciera famoso por sus milagros. Eso es lo que les ha pedido el cura de Amula. Por eso vienen a llevar a Lucas al pueblo. El boticario del pueblo lo ha acusado de “abusionero y brujo y engañabobos”; el juez lo ha encarcelado. Pero Anacleto ha huido, desaparece sin

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