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EL PROCESO DE CRISTO


Enviado por   •  17 de Junio de 2014  •  2.116 Palabras (9 Páginas)  •  253 Visitas

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EL PROCESO DE CRISTO

UNA HUMILDE SEMBLANZA

Autor: Armando Ramírez Hernández

Enorme responsabilidad representa para su servidor el entender y comprender el texto denominado el Proceso de Cristo, sobre todo porque su lectura y análisis, nos recuerda al maestro, el Doctor en Derecho y Maestro Emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ignacio Burgoa Orihuela; por ello, con mayor énfasis escudriñe en el sentido de su interpretación a través de su obra, encontrando un gran fervor del maestro emérito, por la religión católica, situación que desde una perspectiva coyuntural lo hace no dejar a un lado, su concepción metafísica de la figura de Cristo y con ello situarnos en la posición de las partes que intervienen en el proceso jurídico de Jesús de Nazareth.

Por un lado el texto se inicia con una visión de la estructura político jurídica de Roma, que parte desde la Monarquía y la aplicación de las leyes como expresión misma de la costumbre, pasando por la República y el papel tan importante que desempeña el Senado, y la aplicación de la Ley de las Doce Tablas y finalmente llega al Imperio, forma de poder que coincide con la administración de justicia a manos de los comitiatus maximus , que representaban a los tribunales penales para todos los ciudadanos, de ahí que el sistema penal fuese muy severo.

Si a la estructura de la administración de justicia se le añade la forma de gobierno del imperio romano, encontramos una forma de gobierno y sus provincias perfectamente controladas, estrategia que lleva a consolidar un gran dominio de Roma sobre todos aquellos pueblos o provincias bajo el yugo de su dominación.

Para los romanos era muy importante el lograr sus conquistas sin el empleo de la fuerza y la violencia sobre los pueblos pequeños, ya que las grandes batallas le restaban recursos humanos y económicos para la sociedad romana, por ello la estrategia de dominación, consistía en exigir la rendición del pueblo bárbaro, como así se les llamaba, para lograr contar con tributos como parte del botín de guerra y a la vez mantener dichos tributos en forma permanente, como una forma de pago de las provincias por ser dominadas por Roma. En cuanto al dominio de la cultura, economía y estructura político social de cada provincia, éstas mantenían sus relaciones sociales y estructura de poder, pero dependían de las decisiones de Roma, la cual, cada vez que conquistaba a una provincia, le asignaba a un pretor o gobernador para que éste, se encargará de la administración de los tributos y beneficios para Roma, y en cuanto a su sistema jurídico, dicho gobernador tenía la potestad de homologar las sentencias que pronunciaran los tribunales locales, cuando en ellos se impusiera la pena de muerte.

Creo que esta parte del texto, es un elemento sustancial que el autor dejó de lado, ya que como lo afirma, el tratamiento que le da al proceso de Cristo, es “meramente jurídico”, pero en el terreno de las ciencias sociales, no podemos apartar el entorno social, político, económico y psicológico que se vivía en aquella época, porque si bien es cierto que se violentaron las leyes del Derecho Hebreo y Derecho Romano, la forma de gobierno de Roma y sus provincias, reflejaba la clara demostración de aquella frase que dice: “El hombre es lobo del hombre”, la esclavitud y el dominio total de los poderosos sobre los débiles, la concepción de las clases sociales y el desconocimiento de la ciudadanía romana para los conquistados, fenómenos sociales que reflejaban la angustia y desesperación de los perdedores, quienes quedaban sometidos a las decisiones del imperio romano, y de quienes detentaban el poder, aún de su propia provincia; esta situación planteaba la necesidad de una libertad, del respeto de la dignidad humana y de los derechos de los ciudadanos desde el punto de vista de equidad y justicia, situación que se presentaba en diferentes provincias conquistadas por Roma, las cuales, exigían aires de libertad, la búsqueda incansable de lideres que llevaran a los pueblos por su propia libertad y que posicionaran la figura del hombre en igualdad de condiciones, se buscaba líderes que enarbolaran la justicia y la aplicación de las leyes, la igualdad y el respeto al ser humano, la libertad y el fin de la tiranía, ya que el imperio romano, había logrado mermar la entereza del hombre, al extremo de convertirlo en seres sometidos, abnegados, débiles y temerosos ante el poder de Roma y sus aliados. Mientras tanto, el sistema de gobierno y poder de los romanos se encargaba de perseguir a aquellos hombres que hartos de la injusticia se proclamaban en contra de Roma,

Ahora imaginemos que en esos momentos coyunturales de Roma, surge la figura de un hombre que no era un revolucionario, un rebelde, ni un mago o hechicero, que la bandera que sostuvo hasta su muerte fue la del humanismo, interpretado indudablemente en la necesidad de las provincias de contar con garantías individuales y de la búsqueda de líderes, porque vieron en él, al mesías, al hijo de Dios que de acuerdo a las Sagradas Escrituras se cumplía la profecía, “había llegado el Salvador”, frases que de antemano lo condenaron a la muerte, y el mismo Jesús lo sabía, porque era obvio que su enseñanza no cabía en los intereses de los poderosos; sin embargo todo esto, quedo envuelto en el sentido religioso que era la base del pensamiento y existencia del ser humano.

Rezan en el mundo moderno, en pleno siglo XXI, frente a la institución que representan los derechos humanos, que “si Cristo volviera a nacer, seguramente, lo volveríamos a crucificar”, claro es, porque hablamos de un hombre contra un sistema de poder e injusticia que sobrepasa los valores humanos, lo que alguna vez, Carlos Marx llamó “la inconsistencia del abismo entre la burguesía y el proletariado”, “la consecuencia de la explotación del hombre por el hombre”, y cuando alguna persona surge con ideales humanistas para alcanzar esa igualdad entre los hombres y destruir ese abismo, es desaparecido de la faz de la tierra, o bien los medios de comunicación se encargan de difamar su sentido integral, porque recordemos que también dichos medios de comunicación, son instrumento del propio sistema corrupto, cuyos interés de las clases poderosas deciden quién, cuando y cómo; un ejemplo de tantos lo podríamos argumentar en la figura de la abogada de los derechos de los campesinos, Digna Ochoa, quién hoy a

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