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El Hombre En Busca Del Sentido Analisis


Enviado por   •  27 de Agosto de 2014  •  4.078 Palabras (17 Páginas)  •  319 Visitas

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Un Psicólogo en un Campo de Concentración

En este primer capítulo, Frankl nos cuenta que para poder sobrevivir en un lugar así se tenía que ser mentiroso e incluso tramposo, pues ser buena gente podía llevarte a la muerte. Frankl también nos habla de los Kapos, estos eran presos ordinarios como cualquier otro, pero ellos tenían ciertos privilegios otorgados por los comandantes de la SS que los hacían “diferentes” de los demás. La forma de paga después de hacer algunos trabajos especiales o un largo día de arduo trabajo, era un par de cupones que al canjearlos se convertían en madia cajetilla de cigarros; los cigarros nunca eran fumados por los arraigados, si no por los kapos, se consideraba como presagio, que los internos fumaran los cigarrillos pues ellos lo tomaban como una renuncia a la vida o a la supervivencia. La paga (los cigarrillos) eran intercambiados por una pequeña ración de sopa, y gracias a esto Frankl logró mantenerse con vida unos días más.

Selección activa y pasiva

Frankl nos comenta que “las personas que nunca han pisado un lagger (lagger significa “campamento” en alemán), tienen una idea equivocada y distorsionada sobre la verdadera vida en los campos de concentración, pues habían luchas inexorables por el trozo de pan de cada día, por salvar la vida propia o la de un buen amigo.”; Frecuentemente se oía a Comandantes de la SS que sería oficial el traslado de algunos de los internos a otro campo de concentración, y resultaba bastante fácil adivinar el paradero de esos prisioneros: La cámara de gas. Para el traslado, se seleccionaba a los prisioneros más débiles o enfermos, a los incapacitados para el trabajo y los trasladaban a los campos centrales de exterminio. Toda persona que entrara en el campo, tenía que librase de todos sus objetos personales y de valor, como joyería, ropa, documentos, etcétera.

Los que eran buenas personas, los honestos y gentiles, pocas veces regresaban a casa, en cambio los tramposos y deshonestos tenían más probabilidades de sobrevivir; “Los mejoras de entre nosotros no regresarán a casa”- Viktor Frankl.

El informe del prisionero No 119.104: Un ensayo psicológico.

Frankl en esta fase del libro nos quiere describir, desde su perspectiva y su experiencia, cómo el prisionero normal vivía la vida en el campo y como esa vida influía en su manera de pensar. En cierta ocasión, durante la víspera de navidad, se le asignó a Frankl un trabajo bastante difícil, y en recompensa se le dio un par de cupones de regalo, esos cupones tenían un valor de cincuenta pfennig (centavo Alemán), esos cupones se canjeaban por madia cajetilla de cigarrillos y cada cigarrillo se intercambiaba por una porción de sopa. Este ensayo dibuja un ángulo concreto sobre las vivencias naturales del ser humano y resaltar la precisa naturaleza psicológica de esas vivencias. La poca gente que fue liberada intentó explicar esas experiencias a la luz de los conocimientos actuales; Y a los que nunca pisaron un campo, intentan ayudarles entender las horribles atrocidades vividas por los internos, y los más difícil, comprender la postura frente a la vida de los supervivientes. Muy a menudo se escuchaba decir a los sobrevivientes: “No nos gusta hablar de nuestras experiencias pasadas. Los sobrevivientes no necesitan explicaciones. Y los otro no comprenderán como nos sentimos entonces y como lo sentimos ahora".

Primera Fase: Internamiento en el campo.

Hay tres fases en la psicología de los prisioneros: Una primera fase que sigue justo después de su internamiento, después una fase de adaptación a la vida del campo y la última fase que comienza con la liberación.

Estación de ferrocarril de Auschwitz

El síntoma de la primera etapa o fase sería el shock agudo e intenso. Bajo las condiciones necesarias, ese shock inicial puede presentarse antes de la entrada del recluso en el campo. Frankl usa como ejemplo el día que fue trasladado al campo de concentración. Esa tarde viajaron mil quinientas personas en un tren durante varios días y noches. Cada vagón cargaba ochenta personas junto con su equipaje correspondiente o lo poco que conservaban de él. Había tanta gente, que el único espacio libre que quedaba era la parte superior de las ventanas donde se podía observar el cielo grisáceo del atardecer. Todos los pasajeros creían y esperaban que su destino fuera una fábrica de munición, donde los forzarían a trabajar. También desconocían su situación, no sabían si seguían en Silesia o si ya habían entrado al territorio de Polonia. De repente salió un grito desesperado de la garganta de uno de los pasajeros, diciendo “¡Hay una señal que dice Auschwitz!”. Pareciera que el tren avanzaba lentamente, como si quisiera evitar llegar y que sus tripulantes constatasen la horrible realidad “Auschwitz”. Poco a poco se podía ir distinguiendo los contornos del inmenso campo: Varios kilómetros de alambradas, las enormes torres de vigilancia, los potentes focos, y las interminables filas de personas grises bajo la luz gris del atardecer. De vez en cuando, se podía escuchar las voces de alguno de los internos, los silbatos marcando alguna orden, aunque los pasajeros ignoraban su significado. Por fin, el tren había llegado a la estación, y a partir de ese instante, no dejarían de escuchar la voz de mando y esos continuos gemidos de personas, gemidos chillantes, como si un hombre fuera obligado a seguir gritando continuamente, como si éste estuviera siendo asesinado una y otra vez sin parar. Las puertas del vagón se abrieron de golpe y los pasajeros fueron recibidos con un pequeño destacamento de reclusos, ellos se veían bien alimentados, con la cabeza rapada, ropa de rayas a blanco y negro y llenos de alegría. Los guardias los escoltaron a sus “lugares” y les dieron un trozo de pan de ciento cincuenta gramos, el cual sería el alimento para cuatro días.

La Primera Selección

Muchas de las personas que se encontraban ahí, no perdían la esperanza de ser liberadas en algún momento, y pues, eran incapaces de ver la cruda realidad en la que se encontraban. Volviendo a la escena de la estación, cuando se les ordenó bajar a los pasajeros, se les dijo que se formaran en dos filas, una de hombres y otra de mujeres, después, se acercó un soldado de la SS meneando un dedo de arriba a abajo, de izquierda a derecha, la gente ignoraba su significado, hasta que una persona de los que estaban formados dijo que si apuntaba a la derecha, significaban trabajos forzado, y si apuntaba a la izquierda sería especialmente reservado para enfermos, discapacitados o personas mayores ( a esta acción se le denominaba

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