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SÍNTESIS Y ANÁLISIS DEL LIBRO “EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO DE VÍCTOR FRANKL”

Annie126Síntesis6 de Octubre de 2020

959 Palabras (4 Páginas)356 Visitas

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SÍNTESIS Y ANÁLISIS DEL LIBRO

“EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO DE VÍCTOR FRANKL”

(Un psicólogo en un campo de concentración)

Preguntas: Total misterio a cada instante la vida. ¿quién soy, para qué estoy aquí, qué va a pasar de ahora en adelante conmigo? No lo sé, nunca lo sabré. Vivir, es encarnar esta ignorancia sin fondo”

José Emilio Pacheco

¿por qué no se suicida usted? Es una de las preguntas que suele hacer Víctor Frankl, según Gordon. Es realmente una pregunta impactante, porque a menudo quizá nos preguntamos razones por las que vivimos, pero y si la pregunta es ¿por qué no morimos?, creo que, en el ser humano, o prima el instinto de supervivencia muy a pesar de, o nos complacemos en vivir por mera curiosidad de saber qué puede pasar.

Sin embargo, resulta absurdo pensar que, hay miles y miles de personas que se levantan de la cama con la irresponsabilidad de quien cree que de verdad nunca pasa nada, o quizá han normalizado su angustia como lo hicieron los presos en el campo de concentración nazi que relata Frankl. Y se les pregunta “¿qué tal la vida? “nada, como siempre”. Entonces, cual es la verdadera razón para vivir; dentro de la terapia existencialista, se habla de autores que parecieron tocar fondo cuando no hallaban un sentido para su vida, cuestionando que si en definitiva, la muerte es irremediable y no hay nada que se pueda hacer para no llegar a ella, cual es el motivo de vivir, para qué hacer lo que hacemos o si preferimos apoyarnos en la religión, creyendo en que existimos para cumplir un mandato divino; ¿hay real lógica en un Dios que crea a unos seres con un reloj a contra tiempo? ¿por qué existimos? Estos son cuestionamientos que, si bien parecen no tener respuesta, nos lleva a una angustia que parece no querer irse.

Víctor Frankl en su libro “el hombre en busca de sentido” nos cuenta su historia y de los que tiempo después se convirtieron en su sentido de vida. ¿cómo pudo Frankl, que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frio, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio, cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla?  “Solo el que ha conocido el extremo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es necesario haber querido morir, para saber cuán dulce es la vida.” Alexandre Dumas.

Si entramos en contexto, nos encontramos a muchas personas siendo prisioneras en un campo de concentración nazi, privados de su libertad, pero, una libertad únicamente física, pues lo Frankl en una parte de libro nos enseña, es que, si hay algo que nadie puede quitarle al ser humano, es la libertad de elegir, elegir cómo experienciarse en medio de tal situación tan cruel, la libertad de sentir y de más allá de eso, la libertad de qué hacer con lo que se siente.

“Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino.”

Esto, tomándolo en el aquí y el ahora, nos dejaría la enseñanza de que en realidad no importa la circunstancia por la que se esté atravesando, siempre se puede elegir qué sentir, aunque a simple vista parezca algo difícil de hacer, pero, aunque no se puede elegir lo que nos pasa, si se puede elegir que hacer y como sentirnos frente a lo que nos pasa.

En este desarrollo de ideas, retomando la elección de actitud personal de la que nos habla Frankl, podemos discernir, que, aunque todos estaban en el mismo contexto y con las mismas condiciones, había diferentes tipos de reacciones frente a la situación, unos mostraban resignación ante la muerte, otros, por el contrario, encontraban fuerzas; y así como en la descripción de la selección pasiva y activa, podemos evidencias resultados parecidos a los de la cárcel de Stanford, en donde juegos de roles naturalmente egoístas podrían asegurar un día más de vida o por el contrario, el traslado a la cámara de gas. Había quienes en ese juego de roles en el cual existía a su vez una despersonalización, puesto que no había nombres, sino solo números que le representaban, perdían los escrúpulos, y quizá en función de supervivencia se habían vuelto insensibles.  “Asco, piedad y horror eran emociones que nuestro espectador no podía sentir ya. Los que sufrían, los enfermos, los agonizantes y los muertos eran cosas tan comunes para él que tras unas pocas semanas en el campo no le conmovían en absoluto.”

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