El Hombre En Busca De Sentido

El hombre en busca de sentido

El libro nos presenta un relato de vivencias personales: una historia de un campo de concentración visto desde adentro, una autobiografía relatada por Viktor E. Frankl, medico- psiquiatra, filosofo, psicoterapeuta que cuenta sus días en los campos de concentración de la Alemania, específicamente en Auschwitz. En donde relata la crueldad con la que los soldados maltrataban a los prisioneros y a su vez explica como incidía la vida en el campo de concentración en la mente del prisionero medio.

El autor divide estos días en tres fases:

• Fase uno, “El internamiento en el campo”.

• Fase dos, “La vida en el campo”.

• Fase tres, “Después de la liberación”.

Yo me pregunto cómo pudo este personaje, que todo lo perdió, encontrarle un sentido a su existencia y encarar la vida con dignidad. Si, en esta sociedad en que vivimos las circunstancias que nos tocan vivir no las asumimos con responsabilidad, y ante estas experiencias en lo cotidiano y en nuestras largas faenas interpelamos y cuestionamos a la vida, en lugar de responder a la vida las preguntas que ella nos hace, sabiendo que nosotros tenemos la mejor respuesta. Quien no ha tenido una crisis existencial, en donde, no sabe quién es, que quiere, hacia dónde ir, cómo actuar y sentimos que nuestras ilusiones, nuestros sueños, nuestras esperanzas se desploman ante un mundo incierto y lleno de contradicciones, sintiéndonos como el prisionero número 1199.104 y encontrándonos en la etapa de internamiento que se caracteriza por un estado de shock, impacto y sorpresa, con curiosidad de saber que sucederá y cuáles pueden ser las consecuencias de esta existencia, como esos prisioneros con la desesperanza por la amenaza de muerte y su proximidad, y en donde todos pensaban en lanzarse a la alambrada, Frankl nos invita a darle sentido a nuestras vidas con la decisión de conservar la vida, desprendiéndonos de toda vida anterior, recordándonos que al hombre se le puede arrebatar todo excepto su libertad para elegir la actitud que va a adoptar para enfrentar cualquier situación y decidir su propio camino. “Quien tiene un porque para vivir encontrara casi siempre el cómo”.

Y en esta desesperanza pasamos a un estado de apatía que es la que caracteriza a la segunda fase. El estrés, las tareas que realizamos, los traslados tan largos de un punto a otro, la rutina, las preocupaciones, la incertidumbre, el vivir cosificados, robotizados, etcétera, nos aleja del dolor humano, nos lleva a desensibilizarnos, a una muerte emocional que mata nuestras sensaciones anímicas y nuestros sentimientos.¿ Pero que de verdad somos ajenos a ese dolor humano?, que sentimos al ver a ese indigente pedir limosna, a ese niño que pide un pan, a esa mujer que se prostituye para sobrevivir, a ese obrero que llega molido de trabajar, a ese estudiante cansado y hambriento porque no tenía dinero para comer, a ese limpia parabrisas que trabaja desde la mañanita para llevar dinero a su casa, a la señora de la casa que cumple triples

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