El Hombre Mas Rico De Babilonia
dianaalhy8 de Abril de 2013
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El Capítulo 1 El hombre que deseaba oro
La historia se desarrolla en las calles de la antigua Babilonia de hace 6,000 años. Bansir era el fabricante de carros de la ciudad. Él era libre a diferencia de muchos esclavos en ese tiempo, pero no se sentía así ya que tenía que trabajar muy duro a cambio de unas cuantas monedas para poder subsistir. El trabajo duro no le molestaba, lo que lo hacía era el pensar que a pesar de matarse trabajando sólo tendría lo suficiente para alimentar y vestir humildemente a su familia. No se explicaba cómo viviendo en una ciudad tan rica, pudiera vivir en la pobreza. Lo que más le preocupaba era que sus hijos estaban siguiendo sus pasos Compartió con su amigo Kobi su sentir y él estuvo de acuerdo en todos sus puntos. Ellos se conocían desde pequeños y desde entonces su suerte nunca había cambiado. Trabajaban y trabajaban y su trabajo no los llevaba a nada. Bansir quería bolsas repletas de monedas de oro y plata para gastarlas, pero Kobi comprendió que una bolsa de monedas se acaba rápidamente. Entonces concluyeron que lo que tenían que encontrar era una fuente de ingresos que la mantuviera siempre llena.
Pensaron que si encontraban a la gente adecuada, gente que fuera rica, ésta les podría explicar la manera en como volverse ricos. Recordaron a un viejo amigo suyo llamado Arkad que se había vuelto el hombre más rico de toda Babilonia, tan rico era que hasta el emperador le pedía consejos y ayuda en asuntos relacionados con el tesoro. Bansir se entusiasmo tanto con la idea que convenció a Kobi de irle a pedir su sabio consejo a Arkad para que pudieran enriquecerse por su propia cuenta. En ese momento Kobi se dio cuenta del porque no tenían su parte de la riqueza del reino: Nunca la buscaron activamente.
Capítulo 2 El hombre más rico de Babilonia
En la antigua Babilonia vivía un hombre inmensamente rico llamado Arkad, Era admirado y generoso con los pobres, espléndido con su familia y gastaba mucho en sí mismo. Por más que gastara su fortuna se acrecentaba cada día más. Una mañana unos viejos amigos suyos de la infancia fueron a visitarlo. No se podían explicar cómo si en un momento eran tan iguales ahora existía un abismo entre ellos en tanto a riqueza, si no se veía que hubiera trabajado más que ellos. Arkad les respondió que si el dinero no les alcanzaba para vivir en algunas ocasiones como decían era por qué habían olvidado aprender las reglas que permiten acceder a la riqueza, o las habían pasado por alto. Entonces sus amigos le pidieron que les explicara cómo se había vuelto un hombre tan próspero. Arkad les comenzó a decir que de joven se percató de todas las cosas buenas que podían dar la felicidad y muchas de ellas eran obtenidas con la riqueza. Ahí se dio cuenta que la riqueza es un poder que hace posibles muchos deseos. Fue en ese punto cuando él se propuso que conseguiría su parte de ese poder. Como Arkad era miembro de una familia pobre y numerosa se dio cuenta que si quería obtener algo, lo tendría que conseguir con su propio esfuerzo. Tendría que dedicar tiempo y estudio. Les recordó lo que su profesor les decía de que el estudio tenía 2 niveles: Las cosas que ya hemos aprendido y que ya sabemos; y la formación que nos muestra cómo descubrir las que no sabemos. Luego les contó que en sus años de juventud encontró trabajo como escriba en la sala de archivos. Trabajaba con empeño pero nunca le sobraba dinero para alcanzar su sueño. Un día fue Algamish, el prestamista a la casa del señor de la ciudad para pedir la trascripción de una ley. Como era una ley muy extensa, Arkad le dijo que la haría durante toda la noche si prometía enseñarle cómo volverse rico. Algamish aceptó.
A la mañana siguiente las tablillas estaban terminadas, Algamish muy contento le dijo que cómo él había cumplido su parte del trato, él también la cumpliría. Le dijo que le alegraba que aunque estuviera viejo le interesara lo que tenía que decir ya que muchas veces los jóvenes los despreciaban por creerlos inútiles; olvidando que los viejos son una fuente de sabiduría por los años que han vivido y muchas de las ideas de antes siguen vigentes. Entonces se acercó a Arkad y le dijo en voz baja. Retén las siguientes palabras para que tu esfuerzo no halla sido en balde: " Encontré el camino de la riqueza cuando decidí que una parte de todo lo que ganaba me tenía que pertenecer. Lo mismo será para ti. Si te quieres hacer rico, tus ahorros te deben rendir y estos rendimientos rendirte a su vez. Cada moneda es un esclavo para ti, tiene que trabajar sin descanso para ti. Y recuerda, una parte de lo que tú ganas es tuyo y lo puedes conservar. No debe ser menos de una décima parte, sea cual sea la cantidad que tu ganes. El año para Arkad pasó rápido, curiosamente no le falta más dinero del de costumbre y en ocasiones quería gastar lo que había ahorrado. Pero al final del año le dio sus ahorros al fabricante de ladrillos para que comprara joyas en sus viajes y luego revenderlas. Justo en esas fechas fue Algamish a visitarlo y le comentó lo que había hecho. Algamish lo regañó y le preguntó que cómo se le había ocurrido esa idea. Cómo le había encargado joyas a un fabricante de ladrillos, que esa no era su especialidad. Que se hiciera a la idea de que había perdido su dinero. Y dicho y hecho, unos días después regresó su amigo con puras baratijas.
"Los consejos son una cosa que se da gratuitamente, pero toma tan sólo los buenos. Quien pide consejos sobre sus ahorros a alguien que no es entendido en la materia habrá de pagar con sus economías el precio de la falsedad de los consejos."
Después del suceso tan infortunado Arkad volvió a ahorrar el 10% de sus ingresos y otro año más tarde regresó Algamish a preguntarle como le había ido en está ocasión. Ahora Arkad había invertido bien sus ahorros ya que se los prestó al herrero para que comprara hierro y esté le pagaba los intereses por el préstamo. Pero al preguntarle que había hecho con los intereses pagados, Arkad respondió que se había dado un gran festín. Algamish lo regaño diciéndole que cómo esperaba que esos intereses trabajaran para él si se los comía. Le dijo que debía de esperar en tener un gran ejército de monedas de oro que trabajaran para él para poder gozar de los beneficios, no antes. Dos años después, Algamish regresó a la sala de escribas para ver como le iba a su joven pupilo. Descubrió que había aprendido bien ya que al fin logró que su dinero trabajara para él. Primero viviendo con menos, después buscando consejo de gente competente en el tema y finalmente multiplicando sus beneficios. Como Algamish estaba envejeciendo y vio todo el progreso que había tenido Arkad, le propuso que fuera a Nipur a hacerse cargo de sus negocios porque sus hijos no estaban interesados en ellos. Arkad aceptó, puso en práctica todos sus conocimientos y logro que los beneficios se multiplicaran. Algamish falleció unos años después y como hubieron acordado una parte de los bienes de Algamish pasaron a posesión de Arkad. Al llegar a este punto, Arkad dio por finalizada su historia, sus amigos estaban maravillados de lo afortunado que había sido por haber heredado a Algamish. Arkad se indignó porque les dijo que lo que tenía no había sido por suerte sino por una determinación inquebrantable. Que lo que se proponía siempre lo conseguía porque nunca dejaba cosas sin hacer. Que siempre llevó los sabios principios de Algamish al pie de la letra y cuando titubeaba los recordaba: Una parte de todo lo que gano me revierte y la he de conservar. Y cuando tengan ahorrado lo suficiente aprendan a hacer trabajar su oro para ustedes, hagan que genere más oro y que éste también trabaje para ustedes. Aprovechen la vida mientras puedan vivirla, no hagan demasiadas economías. Si el 10% de sus ingresos es una parte razonable, no guarden más dinero. No tengan miedo a gastar, no se conviertan en avaros.
Capítulo 3 Los siete medios de llenar una bolsa vacía
La gloria de Babilonia persiste hasta nuestros días, se le recuerda como una ciudad de abundante riqueza y magnífico esplendor, pero no siempre fue así. Cuando el rey Sargón regresó a Babilonia después de haber vencido a sus enemigos encontró a Babilonia sumida en una depresión total, no había dinero para la población. Este estaba concentrado en unas cuantas personas. El rey no se podía explicar esta situación porque había dado mucho oro para que se hicieran muchas obras como templos, mansiones, acueductos y palacios en su ausencia y de esta forma se repartiera el dinero en toda la sociedad. El canciller le explicó que no toda la gente se había enriquecido con las obras porque no sabía como hacerlo y quien lo había hecho era porque conocía la manera y lo habían hecho de buena forma entonces recogerle sus tierras y ganancias para dárselas a quienes no tenían no era justo. El rey no entendía porque no todas las personas se enriquecían, así que mando a llamar al hombre más rico de Babilonia, Arkad. Al día siguiente Arkad fue a ver al rey y estuvo escuchando todas sus preocupaciones. Hasta que el rey le preguntó que si
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