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El Lector Infrecuente


Enviado por   •  14 de Octubre de 2013  •  1.424 Palabras (6 Páginas)  •  524 Visitas

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INTRODUCCIÓN

EL LECTOR INFRECUENTE

Analizar y comparar el significado e importancia de la lectura y el papel activo del lector basado en la descripción detallada pero parcial de la pintura de Chardin EL FILÓSOFO LEYENDO, tomando en cuenta el vestido, los rasgos, gestos y actitud del lector, de la mesa y los objetos sobre ella asi como de las demás cosas que se encuentran en el cuadro como los colores, matices, efectos de luz, dimensiones en la la representación iconográfica del lector en un ya lejano siglo XVIII.

Asi mismo como la importancia de la lectura y como es que a través del tiempo se ha perdido esa costumbre de leer.

“El lector infrecuente”. Para Steiner, la lectura es un acto histórico, es decir, una facultad que no se desarrolla automáticamente, sino que el contexto influye en ella y cambia con los tiempos. Hay un eclipse del acto de lectura, comenta Steiner, principalmente porque está bajo la gran presión de la cultura contemporánea que

suprime el silencio, erosiona la privacidad y ejerce una tiranía implacable con el uso del tiempo.

“El lector infrecuente” comienza describiendo un cuadro, El filósofo leyendo, de Jean-Baptiste-Siméon Chardin, terminado el 4 de diciembre de 1734. Un tema nos recuerda Steiner– muy común en los cuadros de género de la época. Se detiene en el protagonista, un hombre solo, cómodamente sentado, concentrado en la lectura; se encuentra en un interior, aparentemente en su casa, aunque en el fondo, en un segundo plano y casi desdibujados, se pueden ver un alambique y frascos de vidrio utilizados en la alquimia.

• Descripción De Los Detalles

Está vestido de manera tan formal –nos hace caer en la cuenta Steiner que parece asistir a una ceremonia. Este lector se encuentra “cubierto”, un comportamiento que el autor vincula con una práctica religiosa, en la que el oficiante debe ir con la cabeza “cubierta”, dispuesto a consultar un oráculo. No está vestido de manera casual o desaliñada, y su eleganciahace del acto de la lectura un rito. Para Steiner ese rito es un encuentro cortés con el libro: “El lector se encuentra con el libro con una obsequiosidad de corazón y eso es lo que la cortesía significa”.

El sombrero tiene la forma de aquel que usa el iniciado en la Torá. Con un grueso borde de piel asimétrico, cobra una importancia protagónica en el cuadro. Y no

solo por la forma; es de raso amarillo intenso donde se concentra la luz, ecos de Rembrandt –como lo anota Steiner–. Esa luz permite que el espectador se dé cuenta de que algo muy importante –¿una transformación?– está sucediendo en la cabeza de este lector.

Steiner fija su atención en el reloj de arena, y aquí los lectores nos vemos obligados a bajar el ritmo, a mirar mientras leemos y a aceptar la invitación a descifrar las pequeñas cosas. El reloj de arena es interpretado como la cuenta regresiva de las horas que los hombres tienen para sumergirse en la lectura. Y ¡todos los libros que faltan por leer! Su forma peculiar, símbolo del toro o del ocho infinito, le sugiere a Steiner que el acto de la lectura es un rescate de la muerte: “En cada libro hay una apuesta contra el olvido y una postura contra el silencio que solo puede ganarse cuando el libro vuelve a abrirse (aunque, en contraste con el hombre, el libro puede esperar siglos el azar de la resurrección”.

El autor de este ensayo continua prestando su atención a las pequeñas cosas, y se detiene en tres discos de metal que aparecen frente al libro: medallas de bronce, dice él, que se usan para mantener estirada la página. Estos discos, pesados y brillantes, son para Steiner parte del ritual de permanencia y longevidad del libro en el siglo XVIII. Y lo son porque se necesitan para usar el libro, que es un objeto inmenso en la pintura, imposible de llevar a un aeropuerto, lo que estaría en íntima relación con el vestido ritual del lector pintado por Chardin, “infrecuente” en nuestra época.

Steiner se detiene también en el cálamo, que define la lectura como acción. Es decir, la lectura es una responsión, palabra obsoleta que designa en inglés el proceso de examen y respuesta. El cálamo se usa para escribir notas marginales, que son los primeros indicios de la respuesta del lector al texto. Son también los indicadores de los mundos que van apareciendo en él. Se usa para corregir lo que se lee: “Y si Dios, como Aby Warburg afirma, vive en el detalle, la fe vive en la corrección de los errores tipográficos”. Con su cálamo el filósofo tomará notas, transcribirá del libro

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