El Pasado De Una Ilusión, Capítulo XI "El Comunismo De La Guerra Fría", François Furet

El movimiento comunista, posterior a la S.G.M tomo una forma jerárquica y centralizada, daba la apariencia de autonomía en territorios de Europa del este. La estrategia soviética dice relación con el otorgamiento de poderes políticos a estrategas que no eran más que títeres del poder central, en definitiva la URSS sustenta su poder en la idea de gobiernos nacionales y antifascistas, pero con absoluta obediencia hacia Moscú. Así, desde 1947 vemos a una Europa socialista con un rostro único.

Junto con esto, se produce un fenómeno histórico único, Europa ya no es uno de los protagonistas principales, es más, en sus territorios se dará gran parte de la lucha ideológica entre el capitalismo y el comunismo soviético. Debemos dejar en claro que, el proceso histórico denominado “cold war”, comenzó a fines de la S.G.M, desde 1944 las dos superpotencias se disputaron o afianzaron ciertas zonas de influencias, esto podría explicar la rapidez con que se dio el conflicto. Junto con esto, se produce un giro político en las relaciones exteriores de ambas superpotencias, por el lado de EE.UU., la elección de Truman significó dejar de lado la tranquilidad roosveltiana, para dar paso a una acción más frontal. En cambio en la URSS se proclama la idea de lealtad absoluta al régimen de Moscú, si no eras su aliado, significaba nostalgia del período nazi, es así, que se explica como la república de Adenauer haya sido calificada de Neonazi. Con estas políticas antagónicas se produce el primer y central conflicto de la guerra fría, “die Deutsche frage”, en donde se confrontan dos mundos y dos interpretaciones del antifascismo. Con la actitud soviética, se termina el ideal de la revolución mundial.

En verdad ambas potencias están en desigualdad militar y económica, la URSS, es fuerte comparada con Europa, pero respecto de EE.UU., está débil, de esta coyuntura surgen los acuerdos o los entendimientos, hasta 1951 cuando la URSS generó la bomba atómica.

En 1948, se produce el quiebre Yugoeslavo, a manos de Tito, el cual plantea el problema de la independencia nacional y el de una mayor maniobrabilidad en cuanto a Moscú. Aunque es necesario advertir, que el bloque socialista actúa como una falange, con un solo movimiento y con una solidaridad incondicional a la cabeza, que es Moscú. A Tito no le quedó otra alternativa que generar un socialismo “yugoeslavo”, y con eso se volvió “revisionista”.

Con la desaparición del fascismo, quedaron sólo dos ideologías predominantes, el capitalismo bajo la égida estadounidense, y que suma por miedo (al comunismo) o por una sólida respuesta de la opinión pública a través de las elecciones, a Francia e Italia donde existían partidos comunistas fuertes, pero que nunca fueron una amenaza real para el gobierno de turno, por otro lado está el bloque o “campo” socialista, bajo la guía de la URSS, que se ha expandido hacia su oeste y ha generado una cortina de hierro o un cinturón de países protegidos, que están colindante con el occidente capitalista y democrático.

El resultado de todos estos procesos fue el de simplificar el escenario político europeo e incluso con pocas excepciones el mundial.

Podemos explicar la progresiva retirada de los partidos comunistas occidentales, debido principalmente a su enconada oposición

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