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El aceite de la vida LA AVENTURA DE UN CRISTIANO.


Enviado por   •  27 de Enero de 2018  •  Ensayos  •  1.285 Palabras (6 Páginas)  •  167 Visitas

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LA AVENTURA DE UN CRISTIANO.

San Ignacio de Loyola.

Había nacido en 1941, hace más de quinientos años, y murió el 31 de julio de 1956. Es conocido mundialmente. En este entonces su influencia y espíritu inspirador ha llegado a varias partes del mundo y en México y Estados Unidos existen universidades con su nombre.

Ignacio de Loyola vive y no en forma física sino en una forma de ejemplo hacia y para la humanidad, su espíritu continua vigente en cada obra que se realiza gracias al legado y las enseñanzas que el realizó en vida.

Además San Ignacio de Loyola escribió un pequeño librito que se llama “ejercicios espirituales”. Este es un no es un libro para leer sino para practicar, muchos millones lo han practicado a lo largo de cuatro siglos. La huella de Ignacio de Loyola en la historia humana es enorme.

Su libro, sus ideales, su persona en sí, es de esas raras que dicen que cambian al mundo.

Ignacio, que primero se llamó Iñigo, cambio de nombre cuando ya era tenía una edad madura. Pero lo importante no fue su cambio de nombre, ni de ciudad, el cambio más importante es el que se refiere a su actitud ante Dios. Ese fue el cambio de Iñigo, cuando menos lo pensaba.

Era el menor de muchos hermanos, nada menos que trece, hijo de una familia importante y muy orgullosa de su clase, nació en la casa torre de Loyola.

La suerte le llego con la oportunidad que le dio su tía para estudiar junto a la corte. Iñigo fue acogido en una familia de doce hijos, más o menos de su edad. En la casa donde lo acogieron había libros preciosos y cuyos títulos son reconocidos, pero una de las cuestiones que caracterizaban a Ignacio era que tenía un gusto por los libros de caballería, se interesaba por los torneos, por vestirse bien, dicho de otra manera se preocupaba por los placeres que le podría dar a vida, cosas banales.

Ignacio que aún se llamaba Iñigo, cayó en las redes del amor cuando se corazón fue hechizado por una hermosa princesa, él vivía en un mundito de utopías, pero ya sería la vida la encargada de traerlo a la realidad.

Con las pruebas que le iba imponiendo la vida, él se dio cuenta de que su alma estaba llena de valor, era un chico muy apasionado, comprometido, y apegado con las cosas que hacía, un ejemplo claro de esto fue el episodio que vivió en Pamplona en donde él fue unos de los pocos que no salió huyendo.

En ese episodio justamente él se encontraba decidido a combatir y afrontar la muerte, Iñigo relévelo que se confesó con uno de sus compañeros. En esos momentos límite, la vida propia se nos presenta con especial luz, despertamos del sueño, contemplamos nuestros actos con otros ojos, descubrimos nuestra responsabilidad.

En el enfrentamiento Ignacio sufrió un accidente en el cual su médico le entablo mal los huesos rotos o porque se desencajaron con el viaje, hubo que rompérselos de nuevo. Después de ese accidente nada volvería a ser igual en su vida.

No podía comer y se le presentaron síntomas de muerte. Los médicos estaban muy desanimados y pesimistas. Llego un punto en el cual Iñigo se confesó y comulgo, puso en paz su alma pero empeoro y todos creyeron que moriría.

Días después en San Pedro, la gravedad dio un vuelco: empezó a mejorar, y se alejó del peligro de la muerte.

La conversión de Iñigo no fue instantánea y fulminante, si no amenazaba en horas solitarias de pensar y razonar consigo. Llegó un punto en que se le comenzaron a abrir los ojos, los ojos del espíritu naturalmente.

En Loyola nació Iñigo en una estancia del primer piso; en Loyola, en el cuarto alto, volvía a nacer treinta años después como hombre nuevo. Era otro hombre hablaba de otro modo,  miraba de otra manera.

Comenzó a levantarse y a andar un poco. Sobre todo comenzó a orar.

A veces pasaba rato mirando el cielo y las estrellas, con silencio y paz en el alma, la naturaleza nos ayuda a encontrar a Dios.

Después de eso decidió romper todo lazo con su vida anterior por lo cual se comenzó a vestir y a comportar como un pelegrino, pero como pensaron que se había robado la ropa que traía puesta, Ignacio callo preso.

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