ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

GESTACIÓN DE UNA VIDA CRISTIANA NUEVA: EL MONACATO CRISTIANO

JESUS JIMENEZ TREJOEnsayo11 de Septiembre de 2022

4.253 Palabras (18 Páginas)121 Visitas

Página 1 de 18

Espiritualidad y Mística – 2do Semestre / 2017        Espiritualidad de los padres de la Iglesia 

                                                                                                               Lic. Ricardo Belotti Aguirre

                      GESTACIÓN DE UNA VIDA CRISTIANA NUEVA: EL MONACATO CRISTIANO

Índice

  • Orígenes bíblicos del monacato.  
  • Contexto de la Historia de la Iglesia en el monacato primitivo
  • El monacato femenino en desierto

Orígenes bíblicos del monacato.  

        En el Judaísmo constatamos algunas instituciones ascéticas que sí pueden ser consideradas como un antecedente del monacato cristiano. La mayoría de ellas estuvieron al margen del sacerdocio oficial.

Los nazareos. En Num 6, 1-21 aparece las prescripciones de la institución ascética: consagración radical a Dios, abstención de bebidas alcohólicas, evitar el contacto con cadáveres y dejarse crecer el cabello. Rechazo al estilo de vida lujoso y sedentario. La cabellera larga significaba la entrega de la persona en cuerpo y alma. Se parecen a los primeros monjes cristianos por su vida solitaria hasta extravagantes.

Las comunidades proféticas. Es un movimiento espiritual, algunas de las comunidades se sitúan en los santuarios, con la finalidad profético-cultual: Betel, Jericó y Monte Carmelo. Sobresalen las figuras proféticas de Elías y Eliseo. Las similitudes con las comunidades cristianas monásticas son que inicialmente las formaban personas sencillas y del estrato social más bajo. De ellas surgieron grupos religiosos radicales, como por ejemplo: los esenios.

Los recabitas. Grupo radical extremista observante. Protestaban por la instalación sedentaria del pueblo de Israel adoptando por lo tanto un estilo de vida nómada. Pues el ideal del pueblo de la antigua alianza ha sido siempre el desierto. Las semejanzas con algunas formas de monacato cristiano son que en los siglos IV y V, no faltaron los monjes nómadas, llamados pastores.

Los esenios. Movimiento ascético radical heterodoxo. Sus orígenes se remontan a los años 135-104 a.C., y perduran hasta la guerra con Roma en los años 68-70 después de Cristo. Los esenios eran regidos por tres documentos: la Regla de la Comunidad, la Regla de la Congregación y el Documento de Damasco.

Este grupo ascético presenta un rasgo muy particular que los separa de los grupos anteriores radicales, y es la tensión hacia un futuro escatológico mesiánico. Se autocomprende esta comunidad como el pequeño resto fiel y de estar viviendo ya los últimos tiempos.

Se trata de una institucionalización de la vida en el desierto y de la vida en comunidad, ajena a la tradición judaica más estricta. Destacamos la organización de los esenios en dos grupos bien diferenciados. Una comunidad estricta, cuyos miembros están sometidos a la obediencia, la comunidad de bienes y a la continencia. Que le podríamos llamar la Primera Orden esenia. Y existió un SEGUNDO GRUPO esenios, constituidos por grupos de familias que viven el desierto en perfecta comunión espiritual con la Primera Orden esenia. Estos grupos de familias llevan una vida normal dentro de la espiritualidad esenia.        

En el Nuevo Testamento, no hay antecedentes monásticos, tan sólo mencionar que este peculiar estilo de vida lo encontramos en Juan Bautista, de la comunidad mencionada de los esenios, pero no fue ni siquiera discípulo de Jesús; y el otro caso es san Pablo, que tal vez conoció a los esenios en su estancia en Damasco.

Jesús no fue un “monje” ni un “asceta” en el sentido estricto de los términos. Ni se afilió ni a los esenios ni al movimiento religiosos de los perfectos del judaísmo oficial: los fariseos. Jesús era un campesino normal y corriente, que asumió un estilo de vida de los profetas, un estilo de predicador ambulante. Es más se le acusa de aceptar banquetes y de no ayunar como solían hacerlo los discípulos de Juan Bautista.

Una característica de Jesús, que lo diferencia del resto de los mortales de su época, fue el celibato. No obstante, su virginidad fue asumida por una opción personal, que no ligaba a ninguna asociación ascética.

Tampoco las primeras comunidades cristianas asumieron un estilo de vida monástico. Ellas estuvieron conformadas por una clase social muy pobre, que incluyeron a los esclavos. San Lucas, presenta brevemente la experiencia comunitaria: todos se sienten hermanos; experimentan hasta una comunión en los bienes materiales y una solidaridad en el corazón y en la mente.

La oración se realiza en el templo o en las casas particulares, en momentos difíciles o en momento de alegría como alabanzas comunitarias. El servicio es visto como un servicio a los intereses de la comunidad, y caracteriza a la comunidad cristiana una marcada obediencia a la misión de los Doce y de sus sucesores. Celebraban la fracción del pan o eucaristía como signo de fraternidad, de la cual se desprendía el compartir los bienes y repartirlos entre los necesitados.

La organización económica y el modo de vivir de las primeras comunidades cristianas permanecerán como ideal y utopía para la Iglesia de todos los tiempos, que se intentará hacer realidad completa entre los monjes. De ello nos hablan numerosos escritores de la espiritualidad monástica: San Atanasio, San Jerónimo, Evagrio Póntico, etc.

Contexto de la Historia de la Iglesia en el monacato primitivo.

Antecedentes: estilo de vida de los primeros cristianos y la persecución en el Imperio Romano. El martirio y la espiritualidad del martirio. Vírgenes y ascetas, predecesores de la vida monástica. Causas de la aparición del monacato.

La novedad del monacato se presentó a finales siglo III de acuerdo a las recientes investigaciones de la Historia de la Iglesia. ¿Por qué no hay ni existe vida monástica en los primeros siglos del cristianismo?

La Vida Religiosa es “don y carisma” otorgados por el Espíritu Santo a la Iglesia según las enseñanzas de la Lumen Gentium en la perspectiva del Concilio Vaticano II, y si no hay expresiones de la misma en los inicios de la vida eclesial, tenemos que concluir simple y sencillamente, como lo dice Álvarez Gómez, que no era necesaria para la comunidad cristiana.

Sin embargo, si aparece un modus vivendi diferente y de características peculiares como el monacato primitivo, se impone la tarea de descubrir el contexto de la Iglesia durante esos tres primeros siglos, para determinar las motivaciones reales y profundas por las que semejante género de vida tardó tanto tiempo en ser suscitado por el Espíritu.    

Los escritos de Tertuliano y la Carta a Diogneto, intentan describir el estilo de vida del cristianismo de una manera bella y sin complicaciones con las autoridades del Imperio romano. Los cristianos son unos ciudadanos ejemplares: frecuentan los mercados, los foros, los baños públicos, las tiendas, participan de las costumbres del lugar donde viven y radican. Son trabajadores, soldados, comerciantes. La presentación de los cristianos en los citados autores, no hace más que describir una soñada aspiración. Un oculto deseo de ser miembros iguales al resto de los ciudadanos que conformaban el Imperio.          

Es una constante y sucede siempre lo mismo, al momento de re-leer la historia de la Iglesia lo que se pretende es dar una imagen positiva y una visión más acorde, a los intereses del presente momento en que los autores escriben. Esto ocurre con Tertuliano (cfr. Apologeticum adversus gentes) que con el afán de defender a los cohermanos de religión frente a los ataques de los paganos, presenta de una manera idílica, las costumbres y el modo de vida de los cristianos del siglo I y II. Otro ejemplo, el ideal de comunidad que nos describe san Lucas en Hechos de los Apóstoles.  

Si observamos con mucha atención el modo de vivir de los creyentes, constataremos que son más las diferencias que las similitudes con respecto a los ciudadanos romanos. Marcadas realidades y opuestas tendencias encontramos entre los cristianos en relación al resto de los habitantes de las ciudades y en los poblados del Imperio romano. Esto explica claramente por qué se inició una tenaz persecución en este período de la Iglesia, primero desde las autoridades religiosas judías y después romanos. Los conflictos y los problemas aparecen por doquier en el contexto de la primigenia Iglesia, que negarlos sería una falta a la fidelidad histórica ante los evidentes hechos, que rodearon a los hombres comprometidos con la novedad cristiana hasta dar la vida por el Señor Jesús.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (25 Kb) pdf (163 Kb) docx (20 Kb)
Leer 17 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com