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El burro flautista


Enviado por   •  23 de Agosto de 2012  •  Reseñas  •  1.803 Palabras (8 Páginas)  •  808 Visitas

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El burro flautista

Había una vez un burro que pastaba en un verde prado. Era muy perezoso y solo le gustaba tomar el sol y comer hierba.

-Nunca serás un animal de provecho- le dijo una laboriosa hormiguita mientras cargaba, con mucho esfuerzo, un grano de trigo sobre su espalda.

-¿Por que dices eso? Yo quiero ser famoso- rebuzno el burro con su ruidosa voz.

-Para eso debes esforzarte y trabajar mucho- le explico la pequeña hormiga mientras cargaba con otro pesado grano.

El burro se alejo enfadado por que no le agradaban los consejos de la trabajadora hormiga.

Fue entonces cuando vio que algo que había entre la hierba. Se acerco y lo olisqueo. Era la flauta de un pastor, que al moverla y soplar en ella con el hocico hizo sonar unas agradables notas musicales.

-¡Vaya! Soy un artista- dijo orgullosamente el asno pensando que ser un gran músico era algo tan fácil como soplar una flauta.

Decidió entonces dar un concierto ante los demás e invito a todos los animales del prado. Llegaron la gorda vaca con su becerro, el airoso caballo, las sencillas ovejas, las ruidosas gallinas, el lento ganso, los rojizos cerditos. Estaban todos.

-Buenas tardes, señores. Es un honor tenerles aquí reunidos- dijo el burro luciendo un gran lazo que se había colocado para aquella importante ocasión.

-Buenas tardes- le saludaron cortésmente todos a la vez.

En medio del silencio el burro tomo la flauta y resoplo. Pero no sonó nada, pues se había equivocado de agujero.

-¡No es por ahí! Es por ese otro agujero- le dijo una de las gallinas señalando con el pico.

El burro soplo por el lugar que le habían mostrado y… sonó fatal.

-¡Que ruido mas desagradable! ¡Esto no se puede soportar! – exclamo enfadada la vaca.

-Pero si no sabe tocar la flauta- dijo burlándose uno de los cerditos.

Entonces, con muchos gritos, los animales del prado se marcharon muy molestos porque el burro les había hecho perder el paseo de aquella hermosa mañana.

Nuestro aprendiz de músico se quedo muy solo. Tenía razón la hormiga. Para ser famoso hay que trabajar duro. Las cosas no se hacen sin esfuerzo. A partir de hoy seré de otra manera. Dejare de ser perezoso- dijo el burro con gran decisión.

Debes trabajar con esfuerzo si quieres aprender.

Que no te pase como al burro, le paso aquella vez.

La asamblea de los ratones

Miuragato era el más temido de los gatos de aquella mansión por que solo pensaba en cazar ratones. Se les acercaba muy despacito y los atrapaba sin que lo oyeran. Por esa razón, los ratones de la casa decidieron hacer una asamblea para hablar de este asunto.

Todos acudieron a la reunión. Los ratones de la cocina, que eran muy gordos. Los de la biblioteca, que usaban grandes gafas y eran muy estudiosos. Muy puntuales fueron los ratoncillos pequeños, ya que vivían en el reloj de pared. Uno tras otro fueron todos.

-¡Hemos de hacer algo! La situación no puede continuar así- dijo un ratón de hocico rosado.

-Tienes toda la razón. Vivimos asustados por la culpa de ese gato- comento otro mientras los demás miraban hacia todos lados por si el felino les había oído.

-Pues, amigos, yo tengo la solución- dijo un ratoncillo blanco que vivía en el laboratorio.

Los demás ratones le miraron aguardando a que siguiera hablando. Entonces el pequeño roedor enseño un cascabel.

-¡Hemos de ponerle este cascabel al gato! – dijo muy serio.

El ratón blanco les explico que, si el gato lo llevaba puesto en el cuello, haría mucho ruido, de esa manera se podían esconder en cuanto lo oyesen.

-Es una idea fantástica, pero…. ¿Quién se lo pondrá?- Pregunto un ratoncillo del reloj de pared.

-Nosotros, como estamos muy gordos no somos veloces-dijeron los ratones de la cocina excusándose.

-Pues nosotros tampoco podemos. Somos miopes – exclamaron los de la biblioteca.

-¡Con nosotros no cuenten!- dijeron los de la bodega mientras se tambaleaban de un lado a otro del salón, por que, como de costumbre habían bebido un poco.

La reunión se acabo rápidamente, pues los ratones se marcharon uno tras otro con excusas. La verdad es que todos tenían miedo de poner el cascabel al gato.

Una cosa es tener una buena idea y otra su ejecución.

Por que el pensar es muy bueno, pero más lo es la acción.

El ciervo en la fuente

Era un hermoso dia de primavera. El sol brillaba en lo alto del bosque. Los animales habían salido de sus escondites para jugar con sus amiguitos. Los pájaros revoloteaban de rama en rama. Las ardillas buscaban nueces entre las hojas secas. Una manada de ciervos descansaba al sol. En una fuente cercana dos ranas croaban sin parar.

Uno de los ciervos se acerco a la fuente para beber y al verse reflejado en el agua se asusto. Volvió de nuevo a acercarse despacito. Asomo la cabeza. Luego el cuerpo. Y entonces pudo ver todo su cuerpo como en un espejo.

-¡Que grande soy! Mis cuernos han crecido mucho. Me dan fuerza. Soy elegante y hermoso. Pero ¡oh! ¿Qué es eso?- se pregunto el ciervo mirando sus patas. No le gustó nada.

-Yo no puedo tener unas patas así. Son feas y delgadas. Me hacen ridículo. ¡Tan hermosos cuernos y tan ridículas patas!- decía llorando el ciervo.

En

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