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El hombre en busca de sentido.Un psicólogo en un campo de concentración.

Marlene PicafresaTarea25 de Abril de 2023

3.233 Palabras (13 Páginas)168 Visitas

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Universidad Nacional Autónoma de México.

Colegio de Ciencias y Humanidades

Plantel Oriente.

Taller de Comunicación I.

Grupo. 502

Alumna. Tapia Cruz Karla Marlene.

Semestre 2023-1.

Profesora. Basurto Estrada. Guillermina.

Ciudad de México.


                                                                           El hombre en busca de sentido.

Viktor Frankl. [pic 1]


Primera Parte

Un psicólogo en un campo de concentración.

En esta primera parte, el libro, nos deja en claro, que no se trata sobre un informe acerca de hechos, sino de experiencias personales. Comienza a explicarnos que es la historia sobre un campo de concentración, relatada por uno de los sobrevivientes, analizando el ¿Cómo se veía afectada la psicología del prisionero en el día a día en un campo de concentración?

Nos explica que no piensa situarse en los campos mas famosos, sino que en los mas pequeños que fue donde existió mas exterminio, y que tampoco piensa hablar de la muerte y sacrificio de los ‘’grandes héroes’’ ni de la crueldad de los kapos, de los cuales nos explica que son aquellos prisioneros con privilegios y que gozaban de la confianza de los guardias, estos mismos se ocupaban de maltratar a los demás prisioneros comunes, y estos en poco tiempo terminaban por asemejarse a los guardias.

Continúa aclarando que, realmente no conocemos lo que es la vida dentro de estos campos la idea de sobrevivir, comer o salvar a alguien, el como es el traslado de prisioneros a ‘’otro’’ campo, cuando realmente se conocía su destino: la cámara de gas, donde iban los más débiles, enfermos, los que simplemente ya no podían trabajar. Al llegar el anuncio de estos traslados, todos hacían su lucha por tachar o borrar su nombre de estas listas, pero esto significaba que alguien más tomaría su lugar, ‘’seguir vivo exigía la muerte de otro’’.

También se nos comenta que, a los prisioneros no se les llamaba por su nombre, sino por un numero que se les tatuaba y bordaba en alguna parte de su vestimenta. La única preocupación de los prisioneros era vivir y recurrían a cualquier medio, honrado o deshonroso, a causa de traiciones a sus propios amigos, robos, fuerza bruta, pero solo lograron sobrevivir fueron casos afortunados a causa de milagros o casualidades.

El informe del prisionero n°. 119.104.

Un ensayo Psicológico.

La intención de el autor al escribir esto, no es contar sus vivencias dentro del campo, sino, relatar desde su experiencia y perspectiva psiquiatra, como vivía el prisionero y como la misma vida influía en su psicología. El autor fue un prisionero ordinario y común y corriente que no llevo a cabo su profesión, sino hasta ser liberado; el permaneció la mayor parte del tiempo cavando y tendiendo traviesas para el ferrocarril.

Un día le signaron la tarea de abrir un túnel, por el cual seria recompensado por cupones de regalo que construían un precio capital, los podías cambiar por cigarrillos. El obtuvo 12 cigarrillos que equivalían por 12 raciones de sopa que aproximadamente cubría el hambre, dos semanas. Los reclusos normalmente nunca fumaban los cigarrillos, sino que, los cambiaban por alimentos, pero, cuanto algún recluso optaba por fumarlos significaba que la perdida de voluntad de vivir.

Existe mucha literatura publicada acerca de los campos de concentración, pero este busca describir las experiencias de un hombre, y trazar la psicología, a muchos de los que jamás han pisado uno de estos campos, nos podría servir para tratar de comprender las vivencias, se trata de comprender la actitud vital de los supervivientes, ya que probablemente nunca estemos cerca de reconocer sus sentimientos y vivencias dentro de estos lugares.

El autor nos menciona que su propósito era publicar esto en el anonimato, solamente dándonos su numero de prisionero, pero terminada la redacción,  lo convencieron a una edición anónima ya que en este tipo de testimonio la fuerza de confesión incrementaría el valor de los hechos, así que el decide expresarse  con franqueza y venciendo  su desagrado por el exhibicionismo, se abstuvo a suprimir sus pasajes mas personales.

Internamiento en el campo.

Comienzan mencionándonos que el primer síntoma de esta primera fase es el shock. El autor comienza dándonos como ejemplo su propia llegada al campo; mil quinientas personas fueron transportadas en un tren durante varios días y noches, todas las personas tendidas sobre su equipaje y sus pocas pertenencias, todos pensando en que serian llevados a una fábrica de munición para realizar trabajos forzados.

Pero al llegar a su destino alguien angustiado menciono, ‘’Auschwitz’’, habían llegado ahí, todos al escuchar esto, paralizados recordaron las atrocidades que se escuchaban de ahí, las cámaras de gas, los hornos crematorios, el exterminio, un horror al que paso a paso los prisioneros se fueron acostumbrando, por difícil que tal hecho pueda parecer. La primera selección - si te ponían en la fila de la izquierda o en la de la derecha- significaba la muerte o los trabajos forzados, al menos la supervivencia. Era un veredicto sobre la existencia o la no existencia. El 90% fue ejecutado en las horas siguientes. Frankl pregunta por un amigo que había sido destinado a la cola de la izquierda y alguien señala una nube de humo ascendiendo. Eso era lo que quedaba de su amigo.

Los prisioneros tienen que desnudarse totalmente, solo pueden conservar los zapatos. Frankl intenta ocultar un manuscrito en el que se contiene la obra de toda su vida, pero es inútil. Su única posesión es la existencia desnuda. Cuenta las reacciones que de algún modo son comunes: una extraña clase de humor, un tanto macabro y la curiosidad, por ejemplo, de saber cuánto podrían aguantar desnudos a la intemperie, en un campo hollado, seguida de la sorpresa de verificar que ninguno se había resfriado. Otras sorpresas le hacen confirmar la frase de Dostoyeski: "El hombre es un ser que puede ser utilizado para cualquier cosa".

Lo desesperado de la situación les hacia pensar a la mayoría en "lanzarse contra la alambrada", el método de suicidio más popular. Pero algunos pensaban que no tenía ningún objeto suicidarse, ya que para todos los prisioneros las expectativas de vida consideradas objetivamente y aplicando el cálculo de probabilidades eran muy escasas. Pero en la primera fase del shock el prisionero de Auschwitz no temía a la muerte.

Segunda fase.

La vida en el campo.

La segunda fase se caracteriza por la apatía, una especie de muerte emocional. Al llegar al campo se experimentaba una añoranza sin límites de la casa y la familia, seguido de una repugnancia por toda la fealdad que les rodeaba, hielo, fango, excrementos.

Después los sentimientos quedaban embotados: "asco, piedad y horror eran emociones que nuestro espectador no podía sentir ya", dice el autor. La apatía, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que a uno ya nunca le importaría nada era el necesario mecanismo de defensa afrente al dolor, la injusticia, la crueldad y la irracionalidad, frente a los golpes diarios, casi continuos. Dado el alto grado de desnutrición que padecían, se comía una sola vez, un pequeño trozo de pan y un agua de sopa, lo que era más flagrante teniendo que realizar trabajos durísimos, el deseo de conseguir alimento era el instinto más primitivo. Eso explica que el deseo sexual brillara por su ausencia, y, contra lo que el psicoanálisis afirma ni siquiera se manifestaba en los sueños. Había una desvalorización de todo lo que no redundaba en la conservación de la propia vida. Pero había prisioneros que sentían una profunda inquietud religiosa, y que eran capaces de improvisar un rincón en el barracón, o en un camión de ganado, para hacer oración. A pesar del primitivismo que imperaban a la fuerza, en el campo era posible desarrollar una vida espiritual. Las personas capaces de ello resistieron mejor en el campo, al aislarse del entorno y retrotraerse a su vida anterior, a su riqueza intelectual y su libertad espiritual. Cuando todo se ha perdido queda el amor. El Dr. Frankl y otros prisioneros se aferraban a la imagen de sus mujeres, o de un hijo, o de la persona que más amasen. por eso puede decir: "La verdad es que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre" y "La salvación del hombre está en el amor y a través del amor", un amor que va más allá de la maternidad del ser amado -Frankl ignoraba si su joven mujer, de 23 años seguía viva o, como supo después había muerto-, pero llega a decir: "El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo".

Había vida interior en los prisioneros, a veces muy intensa, que les hacía apreciar la belleza del arte o de la naturaleza como nunca hasta entonces. "Su alguien hubiera visto nuestros rostros cuando, en el viaje de Auschwitz a un campo de Baviera, contemplamos las montañas de Salzburgo con sus cimas refulgentes al atardecer, asomados a los ventanucos enrejados del vagón celular, nunca hubiera creído que se trataba de los rostros de hombres sin esperanza de vivir ni de ser libres". En el campo también había cierto sentido del humor, aunque fuera en su expresión más leve y solo durante unos escasos mutuos. También en un campo de concentración es posible practicar el arte de vivir, aunque el sufrimiento sea omnipresente. Al no haber placeres positivos se agradecían mucho hasta los más ínfimos placeres negativos, que alguien te ayudara a despiojarte, por ejemplo. Se añoraba de una manera muy intensa la soledad, la imposible intimidad. otro sentimiento muy frecuente en el campo era la irritabilidad. Dado que el prisionero observaba a diario escenas de golpes, su impulso hacia la violencia había aumentado: "A veces dice Frankl era preciso tomar decisiones precipitadas que, sin embargo, podían significar la vida o la muerte. El prisionero hubiera preferido dejar que el destino eligiera por él". Pero esa capacidad de elección le hacían sentirse libre, le concedían un atributo humano. La experiencia de la vida en un campo demuestra que el hombre tiene capacidad de elección. "Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino". Aún en un campo de concentración puede conservar su dignidad humana. Cita a Dostoyevski: "Solo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos". Estas personas fueron dignos. "Es esa libertad espiritual que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito". El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden apartarsse el destino o la muerte. Sin ellos la vida no sería completa. "¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes?" era la pregunta que angustiaba a Frankl. El modo en que el hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, añade a su vida un sentido más profundo. Incluso bajo las circunstancias más difíciles puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien puede olvidar su dignidad humana y convertirse en poco más que un animal.

Muchas veces es precisamente una situación externa

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