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El principito (Antoine de Saint-Exupéry)


Enviado por   •  7 de Marzo de 2019  •  Ensayos  •  1.879 Palabras (8 Páginas)  •  445 Visitas

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El principito (Antoine de Saint-Exupéry)

     Introducción

La literatura universal ha prestado su apoyo a la psicología con una obra considerada un clásico de la literatura, no solo en lo infantil sino para los adultos, sin desconocer su lenguaje sencillo, de vivencias propias – autobiografía – que conducen a un mundo de ficción, producto de lo onírico.

La ficción es un entramado complejo e irreal, producto de lo que son los sueños. El sueño, como en este caso, produce un mecanismo de defensa desarrollada por el yo (ego) que maneja la ansiedad o previene su surgimiento. Este sueño es producto de la ansiedad (ansiedad de realidad, ansiedad neurótica o ansiedad moral, generada por el temor de los individuos a transgredir el código moral, como parece ser el caso). Los psicólogos y el psicoanálisis tienen la palabra.

El Principito es un resultado onírico de una proyección, es decir, puede ser el resultado de una pulsión hostil contra otra persona, a la que quiere. Este sueño también es un desplazamiento de un sentimiento para cambiarlo y reducir la ansiedad. Esto lo sabrán los psicoanalistas al interpretar esta obra como un sueño. Es basada en el inconsciente que determina la conducta del hombre (Saint-Exupéry, por ejemplo) y la forma de narrar el sueño llamado el Principito, explica una neurosis. Este sueño o Principito, se relaciona con los contenidos sexuales reprimidos. De todas formas, se debe entender que el protagonista, el niño principito, desarrolla una neurosis en el transcurrir de la novela. Quizás los niños y las personas ingenuas la lean por lo literario pero no prevean lo psicológico.

Resumen

Un niño, el principito, el hombrecito, se hayan en un desierto. El niño se encuentra en compañía de un piloto que tiene su avión varado en la arena. El niño aparece en la vida del piloto, viven diversas aventuras, como en tercera dimensión.

El principito viene de un planeta o asteroide, B 316, conoce otros asteroides, sus propietarios, únicos habitantes, y cruza diálogos poco enriquecedores. Vive imágenes de rosas, flores, culebras, personajes desconocidos y gustos por corderos, y por un mando onírico, de ficción.  El principito inesperadamente vuelve a su mundo, un asteroide y una estrella, sin dejar rastro.

Palabras claves: Principito, asteroides, flor, rosa, boa, desiertos, zorros, estrellas.

El Principito

La ficción, producto de lo onírico

La ficción en la novela se da aparentemente con el dibujo de una serpiente que se traga a una fiera cualquiera, que deforma el cuerpo de la serpiente boa. Es impresionante la figura grotesca: una serpiente boa es algo significativo porque la desintegración del cuerpo le permite abrir la imaginación al autor (un sombrero grande como de persona grande, razonable) en la mente de un niño de seis años, de la época del autor, el que crea ficciones, fantasía. La ficción es un pensamiento fingido, algo aparente, convencional: es más el producto de la mente. Tiene contenidos neuróticos.

Pero la parte real, es poca: un avión dañado, el desierto, África, la falta de agua. La presencia onírica se manifiesta durante el sueño al autor en el desierto: es onírica la presencia del principito, sus peticiones al autor por los dibujos de corderos, en cualquiera de las formas y tamaños. Sus caprichos de niño de seis años. El mundo de los sueños, o más propiamente

El sueño es un estado físico psicológico, caracterizado en lo fisiológico, por la pérdida de la conciencia, la abolición de la motricidad y la disminución de la vida orgánica. En lo psicológico, el sueño se manifiesta por una combinación de imágenes, aparentemente sin sentido, que los psicoanalistas tratan de interpretar con fines terapéuticos. (Plaza & Janes, 1980).

Para Piéron, H. (1993), en “vocabulario de la psicología”, el sueño es un:

Estado fisiológico normal de aparición generalmente periódica, que se caracteriza por la supresión de la actividad perceptora y de la motricidad voluntaria, con diversos grados de profundidad, caracterizados por la diferencia mayor o menor para provocar el despertar, y una modificación más o menos acentuada de la actividad eléctrica del cerebro (…). En el sueño se manifiesta una cierta actividad mental, al menos durante ciertas fases: al soñar, de las que se puede guardar un cierto recuerdo al despertar (…)                                   (Piéron, H.1993, p.504).

La fantasía producida por el sueño pesado, profundo, dificultoso en desechar, permite “ver” sucesos o cosas, mientras se duerme. El autor del Principito visualiza, intenta, discurre con fantasía  sobre lo que imagina, y da por cierto lo que no es. Es algo parecido a la narcolepsia (Piéron, H.1993, p.504).

Dentro del discurrir del periodo onírico, se presentan el principito, los corderos, los planetas: el asteroide 3251 que muta a asteroide B612, de donde proviene el principito. Un asteroide, el B612, sin nombre, es visto como una cifra numérica, como bautizan los científicos a los planetas o estrellas que descubren. El número es la carta de presentación de un planeta “apenas más grande” que el principito. Un planeta con dos boababs, con hierbas buenas y hierbas malas: semillas buenas y semillas malas. Con dos volcanes pequeños activos y uno apagado; el planeta debía estar limpio todos los días, los boababs son peligrosos ¿Acaso comían niños? Allí, el principito podía ver las puestas del sol que tanto le gustaban, y que se identificaban con la tristeza del principito.

Las estrellas y las flores se parecen en que ambas permanecen solas. La soledad es igual a desapego. La soledad, el desapego que tiene el principito, desapego de lo material y de lo espiritual.

El principito no ama a nadie. A ningún humano. Ama a una flor que es la única amiga. Flor misteriosa, no se sabe dónde venía su semilla; es bella, con colores en sus pétalos, con una belleza resplandeciente, y que le hablaba, a pesar de sus cuatro espinas: muy ingenua y tierna; pero dudó de ella:

No debí haberla escuchado (…) nunca hay que escuchar a las flores. Has que mirarlas y aspirar su aroma. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no podía gozar con ella. La historia de las garras, que tanto me había fastidiado, debe de haberme enternecido (…) (Saint-Exupéry, A, 2015, p.38).

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