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Eticá Para Amador


Enviado por   •  10 de Julio de 2014  •  4.222 Palabras (17 Páginas)  •  167 Visitas

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Aviso antipedagógico

Se llama así porque se encuentra basado en Aristóteles, que hace 2.000 años atrás escribió una obra a su hijo llamada “Ética para Nicomaco”; y este autor del siglo XX repitió lo mismo pero para su hijo, como un libro de consejos sobre la moral para el futuro.

Este libro no es un manual de ética. No intenta poner el “imperativo categórico”” al alcance de todos. No es un recetario de respuestas a los problemas cotidianos, no quiere que sea un libro lleno de argumentos para aprender de memoria, ya que la ética debería ser desarrollada y vivida por uno. Tampoco puede condicionar a que lo lee, sino que no es obligatoria, se le puede hasta faltarle el respeto, hacer lo que se quiera con él, pero imponer lo que yo pienso, no condicionarme con los pensamientos del otro.

No tiene sentido una asignatura llamada ética, ya que si existiera implicaría entender que es la “ética”, la ética en el hombre hay un momento libre en la vida para aprenderla. La reflexión moral es parte esencial de cualquier educación digna de ese hombre.

Este libro es personal, subjetivo y universal. Su objetivo no es fabricar ciudadanos bienpensantes, sin estimular el desarrollo de librepensadores.

Prólogo

Relatan la anécdota de un chico de 5 años que quería ahogar a su padre, el hijo mandaba al padre, en este caso se encontraba presente el “complejo de Edípo”, o sea, en la infancia el hijo se encontraba en contra del padre, en la adolescencia esto se repite, y a la vez, el padre permite esto, ya que a través de esa “rivalidad” el chico pueda construir su personalidad, alguien con quien pelear, y obtener confianza en sí mismo.

Este libro sólo te solicita un poco de atención, paciencia y confianza. Te brinda un poco de la experiencia del autor de este libro.

Capítulo 1 “De que trata la ética”

Ciertas cosas uno puede aprenderlas o no. A voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todos, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. (Es preciso estar enterado, por ej. de que saltar desde el balcón del sexto piso no es cosa buena para la salud).

Entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible el de que ciertas cosas no convienen y otras no. A lo que nos convienen lo llamamos “bueno” porque nos sienta bien, porque somos felices; otras nos sientan mal, por lo tanto las llamamos “mala”. Saber distinguir entre lo bueno y lo malo es un conocimiento que todos intentamos adquirir, sin excepción.

La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra. A veces puede ser útil beneficioso mentir para obtener algo de ventaja; o hacerle algún favor a alguien (¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad sobre su estado, o se le debe engaña para que pase sin angustia sus últimas horas?).

En su medio natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y lo que es malo. No hay animales “buenos” ni “malos”, aunque quizás la mosca considere mala a la araña que tiende su trampa y se la come. Está programada para ser así, no lo puede evitar (como por ej.: las termitas soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo sin remediarlo). En cambio en la obra “Ilíada” Homero cuenta la historia de que Héctor debe luchar contra Aquiles, pero éste, indudablemente tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. No está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. A diferencia de las termitas decimos que Héctor es libre, y por eso admiramos su valor.

Los hombres tenemos cierta parte condicionada. El hombre, esta caracterizado por tener la posibilidad de elección, aunque tenemos libertad limitada, una de las cosas que nos limitan es el contexto histórico.

Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa. Podemos decir “si” o “no”, quiero o no quiero.

La libertad no implica que podemos hacer cualquier cosa que queramos. Hay que tener en cuenta dos cosas:

No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, padecer de una grave enfermedad, etc.) sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo.

Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad (elegir lo posible) que la omnipotencia (conseguir todo lo que uno quiere, siempre).

Hay cosas que dependen de mi voluntad, pero no todo depende de tal, porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no controlo a mi gusto.

Los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida, como también, podemos equivocarnos.

A este saber vivir, o arte de vivir es a lo que llaman ética.

Capítulo 2 “Órdenes, costumbres y caprichos”

A veces las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no hemos elegido.

Uno de los primeros filósofos que se ocupó de estas cuestiones fue Aristóteles. Cuando hay que elegir no queda más remedio que decidirse por lo que quisiera más, lo que crea más conveniente. Si vamos a ser sinceros, tendremos que reconocer que la mayoría de nuestros actos los hacemos casi automáticamente. Has actuado de manera casi instintiva, sin plantearte muchos problemas. En el fondo resulta lo más cómodo. A veces darle demasiadas vueltas a lo que uno va hacer nos paraliza. Es como cuando echas a andar.

Un “motivo” es la razón que tienes, o al menos crees tener para hacer algo, la explicación más aceptable de tu conducta cuando reflexionas un poco sobre ella (¿por qué hago eso?).

Hay tres tipos de motivos:

Órdenes: es el que alguien del exterior te manda hacer una u otra cosa.

Costumbre: cuando sueles hacer un mismo gesto, y lo repetís casi sin pensar, o también el ver a tu alrededor que todo el mundo se comporta así habitualmente.

Caprichos: son las cosas que te aparecen por la pura gana. Dejo de lado los motivos más crudamente funcionales (bajar de la escalera para llegar a la calle en lugar de saltar por la ventana; coger el autobús para ir al colegio, tomar una taza para tomar el café con leche, etc.).

Cada

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