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Florentino Y El Diablo


Enviado por   •  13 de Mayo de 2013  •  4.585 Palabras (19 Páginas)  •  427 Visitas

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El Reto

El coplero Florentino

por el ancho terraplén

caminos del Desamparo

desanda a golpe de seis.

Puntero en la soledad

que enlutan llamas de ayer,

macolla de tierra errante

le nace bajo el corcel.

Ojo ciego el lagunazo

sin junco, garza ni grey,

dura cuenca enterronada

donde el casco da traspié.

Los escuálidos espinos

desnudan su amarillez,

las chicharras atolondran

el cenizo anochecer.

Parece que para el mundo

La palma sin un vaivén.

El coplero solitario

vive su grave altivez

de ir caminando el erial

como quien pisa vergel.

En el caño de Las Animas

se para muerto de sed

y en las patas del castaño

ve lo claro del jagüey.

El cacho de beber tira,

en agua lo oye caer;

cuando lo va levantando

se le salpican los pies,

pero del cuerno vacío

ni gota pudo beber.

Vuelve a tirarlo y salpica

el agua clara otra vez,

ávido sorbo susurran

los belfos del palafrén;

dulce rosario destila

del empapado cordel;

más sólo arena sus ojos

en el turbio fondo ven.

Yermo la frente, el suspiro

doblada espiga sin mies,

la sabia ardiendo en la imagen

de nunca reverdecer,

mirada y rumbo el coplero

pone para su caney,

cuando con trote sombrío

oye un jinete tras él.

Negra se le ve la manta,

negro el caballo también;

bajo el negro pelueguama

la cara no se le ve.

Pasa cantando en romance

sin la mirada volver:

"En la negra orilla del mundo

se han de hallar de quien a quien

aquel que ve sin mirar

y aquél que mira sin ver.

"Cuando esté más hondo el río

aguárdame en Santa Inés,

que yo lo voy a buscar

para cantar con úste.

"Soy retador de juglares

desde los siglos del rey.

Le sobra con esperarme

Si me quiere conocer."

Mala sombra del espanto

cruza por el terraplén:

hacia mármoles de ocaso

se alarga como un ciprés

Jinetes de lejanía

acompañan en tropel;

La encobijan y la borran

Pajas del anochecer.

La palma en la luz agónica

centra pávido ajimez.

Florentino taciturno

coge el banco de través.

Puntero en la soledad

que enlutan llamas de ayer,

caminante sin camino,

resero si una res,

parece que va soñando

con la sabana en la sien.

En un verso largo y hondo

se le estira el tono fiel,

con su América andaluza

en lo español barinés:

"Sabana, sabana, tierra

que hace sudar y querer,

parada con tanto rumbo,

con agua y muerta de sed.

Una con mi alma en lo sola,

una con Dios en la fe;

sobre tu pecho desnudo

yo me paro a responder:

sepa el cantador sombrío

que yo cumplo con mi ley

y como canté con todos

tengo que cantar con él.

Santa Inés

Noche de fiero chubasco

por la enlutada llanura,

y de encendidas chipolas

que el rancho del peón alumbran.

Adentro suena el capacho,

afuera bate la lluvia;

vena en corazón de cedro

el bordón mana ternura.

No lejos asoma el río

pecho

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