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Honor Y Venganza: Elementos De Entretenimiento Usados Por Lope De Vega En Una De Sus Novelas A Marcia Leonarda.


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2011  •  2.995 Palabras (12 Páginas)  •  1.428 Visitas

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Honor y Venganza: Elementos de entretenimiento usados por Lope de Vega en una de sus Novelas a Marcia Leonarda.

La España de Lope de Vega se caracteriza por ser principalmente una época en la que los valores sociales son de vital importancia. Uno de los que más resalta es el honor, que sin duda es uno de los temas más abordados en la poesía, narraciones y teatro de aquel entonces.

No obstante, cada autor lo maneja según su particular perspectiva. En el presente ensayo se pretende demostrar que aún cuando Lope de Vega, en La Prudente Venganza, considera al honor como un valor de suma importancia, para él es más bien un elemento de entretenimiento antes que un aspecto para dar un discurso moral a sus lectores, y de este modo la venganza no es una acción que viene a purificar al ofendido, sino una mera consecuencia del agravio, no aprobada como tal, pero sí aceptada como elemento de la trama.

Motivos de creación de Las Novelas a Marcia Leonarda.

Es bien sabido que la vida de Lope de Vega estuvo llena de mujeres que le sirvieron de musas para sus poesías y tragedias. En lo que a narrativa respecta tampoco fue la excepción.

Para el año de 1616, y con poco más de cincuenta años de edad, Lope de Vega ya se había ordenado sacerdote, sin que esto significara un cierre en sus pasiones amorosas. Clara muestra de ello fue la relación que mantuvo con la bella actriz Marta de Nevares a quien dedica las llamadas Novelas a Marcia Leonarda, a petición de la misma mujer. Cabe mencionar que ésta le solicitaba novelas que en aquella época eran consideradas bastante humildes y narraban historias de amor y aventuras, cuya principal influencia se encontraba en Italia.

A pesar de la sencillez que representaban dichos textos y de que Cervantes ya se hubiera ubicado como uno de los mejores novelistas, Lope decide escribir una novela atendiendo a su petición, y éstas son consideradas como instrumentos de seducción pues a pesar de mostrar preocupación por “no acertar a servirla: porque mandarme que escriba una novela ha sido novedad para mí...” (1), (La Prudente Venganza), aprovechará ese pretexto para mencionarla siempre al inicio de cada narración y entablar una especie de monólogo dirigido hacia ella a lo largo de toda la novela.

De esta forma, esta constante presencia de Marta de Nevares -aún cuando aparezca bajo el nombre de Marcia Leonarda-, hace que su enamorada se convierta en la musa y por lo tanto el motor para la creación de la novela, a su vez que se vuelve personaje y principal receptor de la narración.

Empero, en 1624, Marta queda ciega. Pese a ello, Lope decide escribir tres novelas más, todas dedicadas a ella. Desafortunadamente, en 1632, Marta de Nevares pierde la razón y fallece. Este trágico acontecimiento aunado a otras desgracias familiares, provocan un quebrantamiento en la salud del escritor y su posterior muerte en 1635.

Es en este contexto que las Novelas a Marcia Leonarda son creadas. Su forma de narrar las historias es bastante fluida, con libertad en la redacción y a ellas les desea dar cierto toque de ejemplaridad, es decir, que sean deleitosas y didácticas a la vez, sin embargo, este carácter comienza a perderse conforme avanza en la escritura de las mismas y para esto tiene una justificación, que será tratada más adelante.

El honor visto según la España del siglo XVII.

Para comprender la perspectiva de Lope de Vega sobre el honor, conviene hacer antes una mención a cómo la España del siglo XVII concebía a este valor que tal parece, esta visión del honor no era compartida por todos los países de Europa en aquel tiempo.

La definición que Menéndez Pidal nos da sobre el mismo, y que a su vez obtiene de otra fuente, se describe en las siguientes líneas:

“Honor, según las Partidas concurrentemente con Santo Tomás, es loor, reverencia o consideración que el hombre gana por su virtud o buenos hechos. Mas aunque la honra se gana con actos propios, depende de actos ajenos, de la estimación y fama que otorgan los demás. Así es que se pierde igualmente por actos ajenos, cuando cualquiera retira su consideración y respeto a otro: una bofetada, un mentis deshonran si no se vengan, y la deshonra es a par de muerte (…) pues el infamado, aunque no haya culpa, muerto es cuanto al bien y a la honra de este mundo”. (114).

De aquí se desprende entonces una compleja concepción sobre la honra, pues claramente se observa que el hecho de quedar deshonrado por otra persona, implica ya una especie de muerte en vida, por lo tanto, se puede asumir que es correcto apostar la existencia en defensa del honor e incluso puede resultar heroico perderla, así como no era mal visto causar la muerte a alguien luego de haber sido ofendido, aunque también se aconsejaba no hacerlo porque esto provocaría odios y nuevas venganzas (Menéndez, 114).

Casi por obligación se introduce aquí la venganza que también debe atender ciertos parámetros:

“Si la ofensa se ha consumado ya, la venganza ha de ser resonante y pública, si el agravio es público. Pero si la ofensa no se ha divulgado, la venganza debe ser secreta, para no aumentar el número de los sabedores del agravio y no hacer más grande la deshonra que se trata de reparar. Dar publicidad a la venganza es «hacer la sangre aceite y la deshonra extender», dice Lope en El castigo del discreto.” (Menéndez, 115).

Diversas obras de la época manejaban frecuentemente el tema de la venganza, en la mayoría de ellas aprobando dicha acción al considerarla justa y, aunque fuera difícil o dolorosa, era pensada como un derecho y a la vez un deber que el ofendido debía ejercer para defender su honor.

El entretenimiento según Lope de Vega.

Miguel de Cervantes Saavedra, en su prólogo a las Ocho Comedias y Ocho Entremeses Nuevos Nunca Representados, hace alusión al fenómeno dramático de Lope de Vega, señalando la forma en que éste puso “debajo de su jurisdicción a todos los farsantes”, la supremacía ejercida por el célebre dramaturgo se le aparece como la de un hábil comerciante y el éxito de su repertorio tiene, según él, sólo una explicación: su perfecta adaptación al gusto imperante. Y hasta cierto punto hay bastante de verdad en ello. Como afirma Menéndez Pidal, Lope de Vega en su escandaloso Arte Nuevo de Hacer Comedias en Este Tiempo, asegura que “el vulgo es quien debe dictar las leyes a un nuevo arte”. (84). Y este vulgo (como así denomina a todos aquellos individuos que no conocen sobre los preceptos clásicos del arte) poco sabe sobre la distinción entre tragedia y comedia, por lo tanto, Lope

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