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“INTELIGENCIA EMOCIONAL DEL ADULTO MAYOR ANTE EL ENVEJECIMIENTO.”


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  1.872 Palabras (8 Páginas)  •  332 Visitas

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Universidad autónoma de Sinaloa[pic 1][pic 2][pic 3][pic 4]

Unidad Regional Norte

Escuela Superior de Enfermería Mochis[pic 5][pic 6]

Materia

Enfermería Gerontológica y Geriátrica

Profesor

Lic. Buchia Sombra Félix Gerardo

Grupo 407

Alumna

Fabiola Ibeth Bon Tezeta

Tema

 “INTELIGENCIA EMOCIONAL DEL

ADULTO

MAYOR ANTE EL ENVEJECIMIENTO.”

Los Mochis Sinaloa a 07 de septiembre del 2016.


Inteligencia emocional del adulto mayor ante el envejecimiento

(Mayer & Salovey, 1997) definen como “la inteligencia emocional incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”. La inteligencia emocional se refiere a un “pensador con un corazón” (“a thinker with a heart”) que percibe, comprende y maneja relaciones sociales.

Entonces la inteligencia emocional es la forma de expresar sus sentimientos, emociones, pensamientos y la habilidad que tiene un ser humano para percibir, valorar, controlar su estado de ánimo ante los demás y en el mismo.

Según (Frais, 2003) “la llamada tercera edad, también conocida con los términos de vejez, adultez mayor o tardía, ha sido abordada en la literatura de manera aislada o como fase de involución y no como una auténtica etapa del desarrollo humano. Se ubica alrededor de los 60 años, asociada al evento de la jubilación laboral. Incluso hoy comienza a hablarse de una cuarta edad para referirse a las personas que pasan de los 80 años…” esta misma autora señala que “…hasta hoy en día los autores estudiosos de la edad los incluyen a todos como adultos mayores o ancianos, indistintamente, y comienzan a separarlos más bien en estudios demográficos o por proyectos específicos de trabajo.”

El adulto mayor es entonces una persona mayor de 60 años de edad que pertenece al grupo etareo, personas de la tercera edad o ancianos. Son las personas que pasan por la última etapa de su vida y que los proyectos de su vida ya se han consumado, siendo posible lo que queda de vida con mayor tranquilidad. Son personas que para el país ya no son productivos, dejan de trabajar y ya no pueden realizar ciertas actividades de la vida diaria.

Define (Perez) el envejecimiento como un proceso que resulta de la interacción de factores genéticos, influencia del medio ambiente y estilos de vida de una persona. Es la suma de todos los cambios que normalmente ocurren en un organismo con el paso del tiempo.

Todos los seres humanos pasamos de forma natural por el proceso del envejecimiento, es una etapa que pertenece al ciclo de la vida del ser humano el cual no lo podemos adelantar ni detener porque se va dando con el tiempo de los años, es continuo y progresivo. Todo ser humano se hace viejo donde participa la genética, el medio ambiente y los hábitos que practicamos en la vida diaria.

Nunca es tarde para descubrir nuestras habilidades, nunca es tarde para descubrirnos, aunque pasa el tiempo aprovechemos nuestras habilidades y nuestros talentos.

Desde un marco psicobiológico, las emociones son pensadas como procesos neuropsicológicos seleccionados a lo largo de la evolución de las especies, cuya función es registrar estímulos ambientales con el fin de preparar al organismo para la acción, es decir, motivarlo para el comportamiento. Paul Ekman, principal referente de esta línea de investigación, postula la existencia de seis emociones básicas: miedo, enojo, tristeza, alegría, sorpresa, asco desprecio. Este autor considera que el componente cultural de la vida afectiva se limita específicamente a los estímulos capaces de generar dichas emociones y a las reglas de expresión qué, cómo, cuándo y a quién está permitido expresar las emociones, es decir, según este autor, todos experimentamos la misma vivencia cuando sentimos miedo, está socialmente determinado lo que nos lo produce y en qué situaciones sería adecuado expresarlo. Las características fisiológicas de la emoción, la configuración de los movimientos faciales y corporales y las conductas que se facilitan serían universales e innatas (Ekman & Davidson, 1994).

En la etapa del envejecimiento se presentan las emociones básicas AMATE donde la A que es Amor es donde hay aceptación, adoración, amabilidad, amor desinteresado, caridad, confianza; la M miedo donde hay desconfianza. Nerviosismo, ansiedad, inquietud, preocupación, remordimiento; la A Alegría hay disfrute, felicidad, alivio, placer, satisfacción; la T tristeza presentan aflicción, autocompasión, melancolía, desaliento, desesperanza, pena; y la E enojo sienten furia, resentimiento, fastidio, molestia.

La esfera emocional también muestra alteraciones con el aumento de la edad. En estudios con sujetos humanos se observó disminución de las sensaciones de placer o anhedonia (Lampe, Kahn & Heeren, 2001) y dificultad en el procesamiento de la información emocional. Por ejemplo, Phillips, MacLean y Allen (2002) mostraron que los sujetos de 60 a 80 años no tienen dificultades en decodificar emociones de material verbal, pero son menos hábiles para identificar expresiones faciales de enojo y tristeza y presentan una menor capacidad para reconocer emociones e intenciones a partir de las expresiones en los ojos.

Nuestro cerebro es muy inteligente pero conforme pasan los años puede sufrir alteraciones y es en la vejez donde se reflejan, como lo afirma en el párrafo no tienen dificultad los adultos para lo verbal, pero hay un deterior en las habilidades para identificar rostros y expresiones de frustración, tristeza y de las miradas.

Se encontró en los ancianos un incremento de las concentraciones basales de noradrenalina, que está involucrada en el procesamiento de las emociones. Por ejemplo, Pascualy y colaboradores (1999) estudiaron las concentraciones basales de noradrenalina en reposo y después de la administración de un estresor en sujetos jóvenes, de vejez temprana (70 años) y de vejez avanzada (mayores de 80 años). El estresor consistía en la inmersión de la mano en agua helada y su rotación lenta. Los sujetos de vejez avanzada presentaron un aumento de noradrenalina en sus niveles basales y en respuesta al estresor comparados con los otros dos grupos. Los autores sugieren a partir de estos resultados, la existencia de un efecto de la edad sobre el sistema nervioso simpático. (Bentosela & Mustaca, 2005)

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