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Instituciones, actores políticos y transformaciones sociales con perspectiva de género

Lic TorresResumen22 de Febrero de 2016

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Reporte de lectura

Título:         “Oposición y Democracia”

Autora:                 Soledad Loaeza

Materia:         Instituciones, actores políticos y transformaciones sociales con perspectiva de género

Alumna:                 Daniela Torres León

Tema central:        El derecho a la oposición como rasgo constitutivo de la democracia contemporánea, la autora habla de cómo el respeto y garantía del derecho de las minorías es parte fundamental y esencial en la construcción de un sistema político democrático.

El derecho a la oposición es un rasgo constitutivo de la democracia contemporánea que surge a partir de la lucha por combatir la autocracia y la exclusión política. Se legitima el disenso y, al hacerlo, se legitima con ello el consenso entendiendo a éste como el dialogo racional entre los interlocutores políticos.

En la democracia una parte esencial es el resguardar los derechos políticos de las minorías, siendo uno de los más importantes el de poder llegar a constituirse en mayoría. El poder político se gana y se legitima mediante procedimientos institucionales y el ejercicio del poder está sujeto a las críticas de los ciudadanos y a la prueba periódica que se lleva a cabo en las urnas en donde se ratifica o no el respaldo de la ciudadanía de una determinada fuerza política.

Oposición

Normalmente se concibe como una negación frente a la autoridad, al poder, a las instituciones políticas o a los actores gubernamentales. Comportamientos individuales o colectivos, diferencias de opinión, críticas, expresiones de insatisfacción y descontento, de resistencia o de rebeldía caótica o limitada que provocan los gobernantes.

En los regímenes democráticos oposición designa el desacuerdo y el conflicto entre los diversos actores políticos, pero también sugiere la posibilidad de conciliar intereses y valores distintos mediante la existencia y participación de organizaciones políticas que representan la diversidad. Es un factor central para asegurar la convivencia civilizada en sociedades complejas. Una parcela del poder político en su contraparte lógica, su complemento, no sólo es contradicción.

En los regímenes democráticos la oposición es una forma institucionalizada del conflicto y desempeña un papel muy importante en la preservación de los equilibrios del poder o en una evolución ordenada de los mismos.


Democracia pluralista y competitiva

Durante la primera mitad del siglo XX y hasta antes de la segunda guerra mundial se tenía una noción más o menos acertada del concepto de democracia, reconociéndose a la libertad y a la igualdad como sus valores fundamentales, los principios de soberanía popular y la división de poderes, así como a las instituciones que le eran propias, el pluripartidismo, las elecciones y los parlamentos; de igual forma, se sabía que la democracia era una forma de organización política avenida a los supuestos del libre mercado y de la propiedad privada del capitalismo. Muchos rechazaban el orden democrático pues consideraban que agravaba los conflictos políticos y abonaba a la desintegración social; asimismo que la ampliación de la participación política suponía el sacrificio del gobierno de los mejores en nombre del gobierno de los más y muchos más consideraba que las instituciones democráticas eran un obstáculo para la eficiencia administrativa del Estado el buen funcionamiento de las instituciones y los procesos económicos. Durante buena parte de los siglos XIX y XX los regímenes democráticos eran perfectamente discernibles y muchos con orgullo se autoproclamaban antidemocráticos.

En los años cuarenta cambia el paradigma de la democracia pues sus rasgos característicos se vinieron abajo. El triunfo de Estados Unidos y la Unión Soviética sobre las potencias del eje se presentó como la victoria de las democracias sobre los totalitarismos; sin embargo, ya en la paz, los aliados en la guerra se convirtieron en adversarios irreconciliables que disputaban la hegemonía internacional (militar, política, económica e ideológicamente) y esa rivalidad propició la dispersión de la noción de democracia en múltiples significados.

Apareció una primera distinción entre las democracias socialistas y las democracias capitalistas. No sólo EUA y la Unión Soviética aportaron a la concepción confusa del término democrática, muchos países se apropiaron del término para imprimir un sello positivo a sus instituciones y procedimientos aunque no tuvieran nada que ver con la democracia. Paulatinamente desparecieron las doctrinas antidemocráticas y aparecieron varias democracias: liberales, populares, dirigidas, sociales, unipartidistas, en transición, y así fue creciendo la imprecisión del término.

Los gobierno de la postguerra rehuían a dar una definición precisa a fin de poder continuar acomodándolo a las prácticas más variadas; no había un modelo único aceptado por todos y un proceso limitado y preciso de democracia hubiera significado la descalificación de los regímenes que no lo eran y muchos gobiernos pudieron llegarse a ver comprometidos a realizar cambios que no deseaban.

Con el derrumbe en 1989 de los regímenes antidemocráticos la confusión llegó a su fin[1] ya que gracias a la caída de la hegemonía soviética en la región se operó la reunificación del lenguaje y se impuso a partir de entonces un nuevo paradigma democrático que se sustenta nuevamente en la soberanía popular y en los valores fundamentales de la libertad y la igualdad pero también se define a partir de un tipo determinado de instituciones: la de la democracia representativa. Ya no hubo la necesidad de responder a la pregunta  de ¿qué es la democracia? Sino que los esfuerzos se concentran en responder: ¿cómo es la democracia? ¿Cómo funciona?, dándose prioridad a los métodos y procedimientos de la democracia.

No ha diversas democracias, sino que el concepto es único, traduciéndose dicho énfasis en una revalorización de las elecciones, la reorganización del pluripartidismo y la revitalización de los parlamentos: término reduccionista de la democracia.

Muchos afirman que con tal acotamiento del término se deja de lado la democracia social y la económica; sin embargo, no hay razón válida para pensar que dichos conceptos son contrarios, por el contrario, la democracia política es el método y procedimiento que debe preceder a cualquier logro sustantivo. La democracia procedimental es importante ya que en las elecciones se decide a quién va a gobernar y al hacerlo, también están definiendo las orientaciones administrativas y políticas del gobierno.

Los países europeos recién salidos del bloque socialista tenían razones para privilegiar  la noción minimalista o procedimental de la democracia ya que su pasado antidemocrático había sido construido invocando los valores y grandes principios de la democracia.

Durante las revoluciones europeas de finales de los ochenta, las movilizaciones se aglutinaron en torno a una causa común y única que era la derrota del autoritarismo, desarrollándose extraordinariamente amplios movimientos opositores quienes lograron reunir a multitudes que demandaban derechos políticos que permitieran la expresión de intereses y valores diversos; sin embargo, la intención de dichos movimientos no fue convertirse en una mayoría permanente sino que impulsaban un consenso en torno a las instituciones democráticas, tan es así que tan pronto se desmanteló el monopolio comunista surgieron múltiples partidos con tendencias políticas diversas.

Presupuesto 1 nuevo paradigma democrático: La democracia es el gobierno de la mayoría, pero también es un sistema que defiende el derecho de las minorías a existir, a estar representada, a oponerse; si se margina, se excluye o se reprime entonces estamos ante la tiranía de la mayoría.

Presupuesto 2 nuevo paradigma democrático: La competencia electoral. La democracia es un sistema en el que los partidos ganan o pierden elecciones, los comicios se celebran conforme a reglas firmes y aceptadas por todos los participantes quienes reconocen que ninguna victoria es permanente y los resultados de cada elección son inciertos y aunque hay una buena dosis de incertidumbre, la democracia competitiva se distingue de la anarquía  en que en unas elecciones democráticas los partidos y electores saben lo que puede pasar porque la gama de posibilidades está limitada por el marco institucional y porque las instituciones y los recursos de las fuerzas políticas en competencia son los datos a partir de los cuales se construye la probabilidad de que se produzcan determinados resultados.

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