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Josefina


Enviado por   •  14 de Julio de 2015  •  Síntesis  •  2.122 Palabras (9 Páginas)  •  189 Visitas

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Bueno, la cosa es que cuando uno tiene una casa no puede dejarse pasar la mota, porque ya se sabe que camalión que no muerde. Porque, mire, por ejemplo, esa muchacha Josefina. Es de lo mejorcito. Limpia, asiadita, no arma bronca nunca y vive aquí, con lo que uno la tiene siempre a mano, y nunca anda regatiando que si le ha quedado poco, que si el tanto por siento de la casa, que si es mucho que si esto que si lo otro y lo de más allá. Por ese lado no tiene un defegtico. Bueno, pero sin embargo, no hay quien la haga moverse de la cama. Mire que yo le digo: Josefina, has esto, Josefina, has lo otro. Josefina, esta niña, muévete. Sé más viva. Pues ni con eso. Y le ando atrás todo el bendito día. Porque a diligente sí que no me gana nadie. Si no, ?cómo cre usté que yo hubiera llegado a montar este localsito¿ No crea que me he ganado esto con el sudor de mi sintura nada más. Qué va. De eso nada. A

fuersa de espabilarme y de trabajar muy pero muy duro. Y no sólo orisontal. Porque, el difunto, que en pas descanse, no me dejó más que deudas. Y ya usté sabe lo que era esto: yo aquí, una mujer sola para atenderlo todo y llevarlo alante. Pero yo ni dormía. (Bueno, igualito que ahora.) A las cuatro o las sinco cuando se iba el último cliente, yo cogía y me ponía a contar el dinero y a repartir lo de cada una (porque eso sí: a repartir parejo lo que con justicia le toca a cada una, no hay quien me gane). Pues después que repartía el dinero, levantaba al chiquito que me limpia y lo hacía ponerse a trabajar a esa hora. Bueno y para no cansarlo, me acostaba dos o tres horas nada más y a las ocho ya estaba yo despertando a las muchachas que tienen el turno de por la mañana para que se arreglaran y recibieran limpias y compuestas a los clientes mañaneros. Porque usté sabe que hay gente que tienen sus manías y vienen

aquí al ser de día para coger a las muchachas frescas y descansadas, y otros para evitar lo de las enfermedades. Vea, ¡como si una noche pudiera borrar las cruses! Pero bueno, hijo, hay que complaserlos a todos, porque eso sí: si una fama tengo yo es la de ser complasiente, porque para mí siempre el cliente, como es el que paga, tiene la rasón y no porque éste sea un negosio de andar en cueros, no vaya a pensar que no hay que darle a cada uno lo que pida. Bueno, pero para no

cansarlo, le diré... ?por dónde iba yo¿ Ah sí. Pues mire usté, después de las ocho ya no paraba yo: vaya a la plasa a haser los mandados, cáigale arriba a la cosinera, después de comer, a resibir a las que duermen fuera y ponerlas pronto a trabajar (porque usté sabe que si una fama tiene mi casa es la de tener siempre muchachas a disposición del que venga, a cualquier hora del día que venga, hasta las dos o las tres de la madrugada), bueno, pues después de eso, me pongo a sacar lo que hayan ganado las vitrolas de los tres pisos, reviso cómo anda el baresito y mando al chiquito a la bodega, si hase falta cualquier bobería, y luego como ya es hora de la comida, pues a comer; y al acabar ya es de noche y bueno, para no cansarlo, que ya es la hora de empesar el ajetreo de a verdá verdá. Bueno, pues en todo ese tiempo ?qué cre que ha estado hasiendo Josefina¿ ¡Dormiendo! Yo la he dejado porque ella lo único que pide es que la dejen dormir y ni siquiera anda peliando por la comida, que si es poco que si es mala,

como algunas que yo conosco, y claro, yo la dejo dormir porque tengo que tenerla contenta: porque ella es muy solisitada por la clientela buena, pero rialmente esa muchacha es un dolor de cabesa contante. Yo comprendo que ella tiene proglemias de a verdá, pero ¡por favor! Quién no los tiene. Bueno, y usté me ve a mí detrás de ella: Josefina, vieja, baja que te buscan. Esta niña, ?por qué no estás en el recibidor, atendiendo a la gente y no aquí tirada en la cama¿ Pues ella ni caso que me hase y entonses no me queda más remedio que mandar a buscar a Bebo, su marido, y únicamente así es como ella se levanta, se arregla y está dispuesta a trabajar. Yo creo que ella no se da cuenta de cómo la trato, con qué consideración. Porque bueno, vamos a ver: si ella estuviera en uno de esos guachinches de entra que te conviene, y no en una casa como ésta, de las grandes, respetada, autorisada por la policía y sin un proglemia nunca, donde no se arresiben menores y hay que tocar para entrar y no entra todo el que quiere; ¡y en la calle que está! Porque usté sabe que eso de tener una calle seria no lo consigue todo el mundo. Pero bueno, para no cansarlo, voy a terminar de contarle lo de Josefina.

Claro que ella no se llama Josefina. Ése es el nombre para el negosio, pero todo el mundo cre que es el de a verdá, y yocreo que le conviene esa crensia. Yo no voy a cogerme las glorias de habérselo puesto. Fue ella misma la que lo escogió, porque no le gustaban nada los de siempre, de Berta, de

Siomara, de Margó y los demás. Así que se quedó Josefina.

Claro que tampoco es de por aquí. Es de Pinar. Ella vino de allá a trabajar en una casa particular. Por Almendares. Y aunque ganaba poco, estaba contenta porque le daban cuarto y comida y sus ventisinco. Y entonse llegó este Bebo (que tampoco se llama Bebo), que entonse tenía uniforme.

Y la enamoró y a la semana se metía en su cuarto de encima del garaje. Y ya usté se puede imaginar el resto. Bueno, total: que él dejó de ser soldado y ella dejó de ser criada. Ella al principio se resistió y cuando me la trajieron aquí la primera ves, mordía. No hablaba con nadie. Hasta trató de matarse. ?Usté no ha visto las marcas que tiene en la muñeca¿ Pero se acostumbró como se acostumbra uno a todo. Yo al principio era igual

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