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LAS MENTIRAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XX


Enviado por   •  3 de Mayo de 2018  •  Reseñas  •  2.247 Palabras (9 Páginas)  •  157 Visitas

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LAS MENTIRAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XX

NATALIA ALONSO GAITAN

UNIVERSIDAD DE LA SABANA

FACULTAD DE DERECHO Y C. POLITICAS

DERECHO

CHIA

20/11/2017

LAS MENTIRAS DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XX

“Todavía no se ha dado cuenta de lo poco que influye para su libertad que sea realmente culpable o no lo sea. No tiene idea de los intereses más altos que están en juego.” Es el pensamiento que cruza por la mente de Rubashov después de la primera “conversación” si se le puede llamar así, con el número 402, su compañero de cautiverio; sin saber que más tarde, él correría con la misma suerte, obligado a confesar crímenes que no cometió, a recordar a las personas que por su culpa murieron en el pasado y que podría haber evitado si no hubiera preferido salvar su cabeza, creyendo que todo era válido si se sobreponían los intereses del Partido y finalmente después de ver su honor desaparecer ante sus ojos al capitular ante el Partido que él mismo ayudo a crear y principalmente ante el Número Uno,  una declaración que a todas luces era absurda y carente de lógica y aun así no ser suficiente porque desde el principio su final estaba escrito, a la espera de un juicio que sabía, no iba a ganar.

Esta brillante novela publicada en 1940 es la principal obra del autor británico de origen húngaro Arthur Koestler (1905-1983) quien ingresó al Partido Comunista en 1931, pero después de ver la realidad que se vivía y escuchar los testimonios de quienes se habían atrevido a desafiar el sistema, pues como al inicio de su obra lo menciona Los personajes de este libro son ficticios, pero las circunstancias históricas que determinaron sus actos son reales.”, se convirtió en un enemigo declarado del sistema. Es así como podemos ver que la vida de N. S. Rubashov no es tan ficticia después de todo, él encarna la historia de todos los presos políticos y opositores, que fueron lo suficientemente audaces o estúpidos para entender que la tiranía del Partido estaba llevando al país en un continuo declive al desviarse de sus ideales iniciales, pues como suele suceder en la mayoría de los casos, al tener una mínima prueba de poder, éste tiende a subir a la cabeza de quien lo ostente.

Después de unos días en prisión sin aún saber de qué era acusado, recibe la visita de su antiguo camarada, Ivanov, con quien había luchado en el pasado y que ahora ha sido designado para llevar su caso desde su nuevo puesto de juez, el cual, como el mismo Ivanov reconoció, podría ser fácilmente el puesto de Rubashov si este no hubiese mostrado actitudes que pudieran ser interpretadas como contrarias a los intereses del Partido y del omnipresente Número Uno. El hecho que quien lo juzgara fuera alguien que Rubashov conoció en el pasado y que posiblemente hubiera podido llegar a llamar amigo si las circunstancias fueran diferentes, era otra forma de demostrar que en el partido no existían ni se respetaban los vínculos que se pudieran crear dentro de él, ya fueran éstos familia, amistades o cualquier otro que pudiera interferir en la consecución de sus fines. Esto se evidencia después con la ejecución del mismo Ivanov, pues el partido consideraba que estaba llevando con negligencia el caso de Rubashov, posiblemente motivado por su anterior amistad. Es de este modo como el caso de Rubashov es delegado a un integrante del partido que hacía parte de lo que ellos llamaban “La Nueva Generación” o como lo llamaba Rubashov particularmente “Neanderthal” pues creía que esta nueva generación, la que surgió cuando el partido ya estaba conformado y que no vivió la Revolución ni ninguna de las fases por las que pasó el Partido hasta finalmente estar conformado para que ellos solamente llegaran con sus delirios de revolucionarios a ocupar un puesto que aún les quedaba muy grande y que no entendían la magnitud de la responsabilidad que se les estaba dando. Era este el caso de Gletkin, quien inició el proceso de Rubashov exponiéndolo ante la fatigable luz de su despacho y en la madrugada, pues consideraba que haciéndolo siempre de esta forma el preso confesaría pronto todos los crímenes de los que era acusado. Y no erró, pues después de meditarlo, Rubashov decidió que no quería morir y que era mejor perder su honor y aceptar todos los cargos con tal de ser liberado, grave error, él, más que nadie debía saber que eso no sucedería, que el partido no podía permitirse tal desprestigio liberando a alguien que era acusado de intentar asesinar al Número Uno y otros cargos más que lo vinculaban como partidario activo de la oposición.

Empiezan los interrogatorios, Gletkin somete a Rubashov en su oficina hasta que ocasionalmente este pierde el sentido, lo deja descansar y nuevamente retoma el interrogatorio, “torturándolo” de esta manera para que Rubashov solo piense en descansar y termine confesando todo aún en contra de su voluntad. Los cargos que se le imponen a Rubashov son tan absurdos y la coartada tan mal diseñada que estando en un estado de seminconsciencia mientras los escucha, es aún capaz de en su mente desmontar el principal cargo que es el intento de asesinato del Número Uno, pero está tan resignado que decide dejarlo pasar porque tal vez está convencido que el partido lo dejara en libertad si lo acepta todo sin reproche alguno.

Durante toda su estadía en prisión Rubashov recuerda toda su vida en el partido y las vidas que sacrificó lo atormentan allí al empezar a cuestionarse si verdaderamente era necesario sacrificarlos, todo esto a raíz de sus conversaciones con el número 402 que al principio mostro su alegría porque Rubashov estaba al fin en prisión, pero con el tiempo llego a ser la única persona con la que podía comunicarse allí dentro y poco a poco, entre sus conversaciones por medio de códigos, el numero 402 empezó a cambiar su opinión respecto a Rubashov, pero al enterarse que iba a capitular, todo lo que habían avanzado en amistad cayó, pues él consideraba esto deshonroso, sim embargo al enterarse que Rubashov seria ejecutado se compadeció de él y le dijo que en cierto modo lo envidiaba, pues él podría ser libre ahora (aunque era un tipo diferente de libertad) en cambio a 402 aun le quedaba una larga condena por cumplir.

Rubashov, al ver el odio que tan abiertamente le profesaba el numero 402 al inicio se preguntaba cuál era la raíz de esto, pues le era difícil creer que alguien no estuviera de acuerdo con los ideales y métodos que él profesaba para cumplirlos, creía que todo lo que hacía el Partido era correcto y que lo hacía por el bien del pueblo. Así como lo expresa mientras está preso a la espera de interrogatorios y un juicio: “Les trajimos la verdad, y en nuestra boca sonó a mentira; les trajimos la libertad, y en nuestras manos pareció un látigo; les trajimos la vida plena, y donde se oyó nuestra voz, los árboles se secaron, con un susurro de hojas muertas; les trajimos la promesa del porvenir, pero nuestra lengua tartamudeó y salieron ladridos de nuestros labios...” y esta es exactamente la respuesta correcta, porque en un lugar en el que la conspiración, corrupción, violencia, sed de poder esto era a lo que las personas estaban acostumbradas.

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