La Escuela Para El Siglo XXI- Juan Delval

REPORTE DE LECTURA

LA ESCUELA PARA EL SIGLO XXI de Juan Delval.

La escuela es una de las instituciones menos flexibles a lo largo de la evolución de la sociedad. Sin embargo, los cambios sociales exigen una modificación de la función escolar y del profesorado mismo. Anteriormente su función era la de transmitir información y valores, pero tal actividad ahora la desempeñan mejor los medios de comunicación, sobre todo los electrónicos.

Históricamente, el primer paso evolutivo en la educación fue precisamente la creación de la escuela. Es decir, el establecimiento de una institución especializada en la transmisión del conocimiento y la cultura acumulada. El segundo paso tardó siglos en darse: la universalización de la educación (incluyendo a mujeres). Esto permitió la correlación entre el aumento de la escolaridad (entendida en dos aspectos: mayor número de estudiantes y mayor número de años de formación escolar) y el ingreso per cápita.

Sin embargo, tal modelo de escuela vertical enfrenta algunas dificultades, tales como el escaso aprendizaje de los contenidos escolares, o su exorbitante aumento, abandono escolar, violencia ente pares, etc. Lo anterior permite preguntarse si tal modelo permite que la educación que actualmente proporcionamos sea realmente democrática, que prepare al estudiantado a desenvolverse en una sociedad dinámica como verdaderos ciudadanos.

Entonces tenemos que construir ese tercer paso: Reformar la educación formal, parta alcanzar una escuela democrática en la que se aprenda a aprender, a generar el propio conocimiento significativo, centrada en el alumno, que cubriese sus necesidades materiales, les permitiera ser felices(equilibrados entre sus expectativas y su realidad)], desarrollarse integral y armoniosamente y finalmente insertarse en la sociedad como ciudadanos productivos, capaces de cooperar activamente, capaces de elegir sus formas de gobierno y que se conduzcan libre y autónomamente reconociéndose como integrantes de la especie humana, en un ambiente de paz, justicia y libertad, gozando de la naturaleza, la vida social, el arte, la cultura y la belleza.

Ello implica cambiar los contenidos que se enseñan y las maneras de enseñarlos, partiendo de las necesidades y los intereses de los alumnos. Además resulta fundamental vincular efectivamente la escuela con su entorno. Es imperativo reorganizar la escuela consiguiendo la participación del alumnado en la gestión escolar, discutiendo y justificando entre todos las decisiones que se tomen y participando cooperativa y activamente en su implementación, sin olvidar la importancia de resolver los conflictos de formas alterna s a toda forma de violencia, que nos permita combatir la intolerancia y el fanatismo. Debemos lograr la racionalización y el análisis de los hechos y actitudes que tomemos ante la vida, partiendo de la escuela misma como objeto de análisis para extrapolarlo con el análisis de la sociedad en general y de la vida y experiencias de los alumnos en lo particular. Si convertimos a la escuela en el centro de la vida de los alumnos, y mejor aún, en el eje de la vida social; si abrimos los recursos escolares para vincularnos al entorno social inmediato, si apoyamos la formación de los padres mismos de nuestros estudiantes, acercando eficaz y eficientemente a la sociedad hacia la escuela; si el profesorado se concibe a sí mismo como facilitador de las situaciones en las que el alumno aprenda a partir de su propia práctica, creador de situaciones de aprendizaje; si se asume como un modelo imitable; si se erige en árbitro que transfiere su autoridad a los demás; si se estimula el pensamiento reflexivo a pesar de la influencia de los medios masivos de comunicación; si desarrollamos el sentimiento de pertenencia al género humano, más allá de sectarismos y nacionalismos antagónicos, entonces, y sólo entonces alcanzamos a construir una escuela verdaderamente democrática, que cubra las necesidades y requerimientos sociales para el Siglo XXI.

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