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La Malasangre

nesil10 de Octubre de 2012

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La Malasangre

"El silencio grita" es una de las frases más fuertes de La Malasangre y sintetiza la esencia de la obra: una denuncia social cargada de momentos emotivos y tristes, bellos y abominables pero siempre fuertes, que llegan a lo más profundo del espectador y que marcan el estilo de la autora, una mujer que no se calla nada.

Es una obra teatral de Griselda Gambaro escrita en 1982 que relata una historia de amor en el siglo XIX, más precisamente durante el gobierno de Rosas, etapa agitada de la historia argentina que ayuda a comprender comportamientos y situaciones de la trama.

La pasión de amor entre Rafael y Dolores es una pasión prohibida que se desarrolla en el marco de una sociedad cerrada que determina qué es lo que está bien y lo que no. El amo de la casona y padre de Dolores, es el modelo del autoritarismo. En ella despierta el amor por Rafael, un profesor jorobado y, por tal motivo, discriminado. La protagonista, a pesar de todo, vive su historia de amor prohibido, crece con sus sentimientos después de su altivez y frivolidad de niña caprichosa. Se reconoce en su amor y pelea por él, a su manera, con los medios que tiene. Entre un padre autoritario y una madre débil, de ambigua bondad, entre la comodidad de su vida de clase alta, ella desafía el poder que le marca la obediencia, buscando y asumiendo su propia dignidad.

¿Cómo clasificamos esta obra?

La Malasangre pertenece al género dramático por estar concebida para ser representada en formato teatral. Como ha sido escrita por alguien, tiene un autor al que denominamos dramaturgo. Como su intención es ser representada, otro de los elementos que posee es el público que va a presenciarla. La virtualidad teatral es lo que la hace capaz de ser representada dado que con ese fin fue creada.

El director es quien recrea la obra, la adapta (no tiene que ser necesariamente su autor) y le da una nueva forma artística.

Otra característica fundamental de la obra dramática es el conflicto, es decir, un problema universal que puede afectar a la mayoría. Por ejemplo: el amor, la injusticia, la guerra, el odio, etc.

Los hechos no son expresados por un narrador sino que son los mismos personajes los encargados de desarrollar la trama por medio del lenguaje, movimientos, expresiones o gestos.

Te invitamos a ver esta video de YouTube donde podrás escuchar a la propia autora hablando sobre su obra.

Para seguir navegando....

• Griselda Gambaro: Conoce a la autora de La Malasangre.

• "La Malasangre" actualiza un país: Conoce la opinión de los propios actores sobre cómo vivieron la obra y descubre más sobre la época en que se desarrolla la trama.

• Rosas en el poder: Aprende más sobre el Gobierno de Juan Manuel de Rosas, el contexto de este amor prohibido, en esta película de Aula 365.

Y...¿cuál es tu opinión?

¿Qué otras obras famosas recuerdas en las que el conflicto sea desatado por un amor prohibido?

La malasangre y el gran círculo de la violencia

Edición N° 4 - Palos y Piedras

Cómo citar este artículo

Landini, María Belén. "La malasangre y el gran círculo de la violencia". La revista del CCC [en línea]. Septiembre / Diciembre 2008, n° 4. Actualizado: 2009-01-02 [citado 2012-07-16]. Disponible en Internet: http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/94/. ISSN 1851-3263.

Resúmenes

Español: La casa familiar en la que transcurre la pieza es una gran alegoría de la Argentina, de aquello que Rosas en su momento construyó como la Argentina federal, como territorio dominado por el yugo de sus caprichos. Este país y, por consiguiente, la casa de Benigno y su familia, se rigen bajo el método de la violencia y el terror. La fecha en la que fue estrenada esta obra es sugerente respecto de los tiempos que corrían y que, de algún modo, repetían la historia de la época rosista. El “Proceso de Reorganización Nacional” estaba llegando a su fin y muchos de los artistas exiliados volvían al país. La violencia de la casa familiar de La malasangre y la de la Argentina de Rosas se vuelve contemporánea, mimética, realista, perdiendo su carácter alegórico.

Palabras claves

Español: La malasangre, Gambaro, Teatro, Crítica, Dictadura, Rosas

La casa familiar en la que transcurre la pieza es una gran alegoría de la Argentina, o por lo menos de la provincia de Buenos Aires, de aquello que Rosas en su momento construyó como la Argentina federal, como territorio dominado por el yugo de sus caprichos. Este país y, por consiguiente, la casa de Benigno y su familia, se rigen bajo el método de la violencia y el terror. La fecha en la que fue estrenada esta obra es sugerente respecto de los tiempos que corrían y que, de algún modo, repetían la historia de la época rosista. El “proceso de reorganización nacional” estaba llegando a su fin y muchos de los artistas exiliados volvían al país. La violencia de la casa familiar de La malasangre y la de la Argentina de Rosas se vuelve contemporánea, mimética, realista, perdiendo su carácter alegórico. “En el teatro, específicamente, connotar se vuelve sinónimo de denotar. Este código es posible gracias al binarismo de las fuerzas en juego: se sabe muy bien quién es el enemigo y de quién no se puede hablar”.1

Dolores fue criada desde la violencia, sin conocer otra forma, y no podrá salir de eso más que por un momento, aquel en el que encuentra el amor; pero para volver indefectiblemente, conducida, obligada por su padre, al gran círculo de la violencia.

Cuando entramos a la escena2 o cuando nos adentramos en la lectura de las acotaciones que describen el salón de la casa del terrorífico Benigno, nos topamos con todas las gamas del rojo: “…paredes tapizadas de rojo granate. La vestimenta de los personajes varía también en distintas tonalidades de rojo”.3 El rojo es el color de la divisa federal, de la mazorca, de Rosas, de la sangre. De sangre se vestirá cada uno de los personajes, excepto Rafael, al que “vestirán” de rojo (“rojo sangre”) al final de la pieza. Benigno es el que lleva el rojo más intenso, más macabro, el rojo-muerte: “El padre que viste de rojo muy oscuro, casi negro…” (p. 57). El Rafael-cadáver que Dolores puede llorar en la última escena es la presentificación de los cadáveres ausentes, de los cadáveres que no pueden ser llorados, que no se sabe dónde están. El terror escénico se ubica en el espacio vacío, cubre el vacío social a través del símbolo no simbólico, de la obviedad, de la alusión evidente.

La violencia se instala desde la simbología del propio color del federalismo, y entramos así al universo violento de la familia con las primeras palabras de los personajes, cuando Benigno condena a su mujer por haber tenido la irrisoria idea de que él compartiría el vino con alguien más. La figura del padre es la del detentor del poder autoritario, hace y dice lo que se le antoja sin medir las consecuencias y con un profundo odio, que a fuerza de estar contenido, se hace más intenso, más evidente. En esta primera escena se dirige a su mujer: “¿Qué? Yo dicto la ley. Y los halagos. Y los insultos. Dije lo que dije, y lo puedo repetir. (…) Imbécil.” (p. 59).

Además de la violencia verbal, Benigno se maneja con violencia física, sobre todo en lo que respecta a su esposa, débil y sumisa (“…le toma el brazo, como si quisiera hacerle una caricia. Pero después de un momento, se lo tuerce.” [p. 59]), no así con Dolores, contra quien ejerce una violencia sutil, premeditada y generalmente intermediada por su fiel criado Fermín. La violencia que Benigno utiliza para con su hija es en su esencia irónica, casi cínica, es como si quisiera decirle todo el tiempo que la odia, con el tono del padre que más tiernamente habla a su hija. Esa furia contenida, esa maldad hacia su propia estirpe le sale por los poros de manera evidente y clara, casi sin tapujos, en cada palabra que emite. Cuando consuela a Dolores, que ha sido “ultrajada” por Rafael, utiliza un tono excesivamente irónico, se burla, disfruta pensando en lo que hará con el jorobado y que su hija, en un rapto de ingenuidad, no ha sabido calcular: “Te quedarás sin profesor. Serás burrita, burrota. Como tu madre. Que si viene un franchute no sabe decir buen día. ¿Qué haremos con él?” (p. 77) La violencia contenida que maneja con Dolores muestra que a ella no se la puede tratar como a los demás, Dolores es más fuerte que su madre y no es parte de la servidumbre, por lo que Benigno debe utilizar un recurso más sutil y más solapado que el simple insulto, pero a la vez más dañino, con “efecto prolongado”: la violencia psicológica.

Benigno utiliza todos los medios para ejercer su poder: el arte, la educación, las relaciones sociales, y en cada uno de estos ámbitos imparte su violencia: a través del arte hace que su mujer toque el piano hasta que los dedos no le den más y obliga a bailar exasperadamente a Rafael con Fermín, hasta marearlo, hasta humillarlo, mientras Dolores sufre observando la funesta escena. Aquí nos encontramos otra vez frente al vacío que se llena con lo no dicho socialmente: si el arte estaba coartado por el régimen militar, en este caso el arte se presenta en la pieza en su totalidad como “desencubrimiento” de este arte prohibido pero reproduce a la vez ese arte oficial al servicio del gobierno en la música de la madre usada por Benigno para la tortura.

La educación es el medio que parece usar para que su hija deje a un lado la ingenuidad de la juventud y sea así consciente de los

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