La Odisea- La Fuerza Del Sufrimiento

La fuerza del sufrimiento

Por: Maria Felisa Barrera 11A

Es común ver que la mujer sea segregada dentro de la sociedad. Se considera que no podrá usar sus habilidades igual que lo haría el hombre. Por lo general ha sido considerado como el sexo débil y se ha separado para dedicarse a cosas diferentes, como el hogar. Esta es una concepción que ha venido desde la antigüedad. En la Antigua Grecia la mujer ya estaba segregada y se caracterizaba por ciertos roles dentro de la sociedad: podía ser reina, ama de casa y esposa, estaba totalmente separada de la política y dedicada al hogar. Sin embargo estos papeles no son lo que parecen. Cada uno está lleno de responsabilidades que exigen una fuerza verás. Dentro de esta cultura, dichos roles representaban algo mas significativo. El cuidar un hogar no siempre es tarea fácil y menos en aquellas épocas en donde las guerras alejan a los hombres de su morada dejando una familia y más que todo a una mujer a la expectativa. Éste es el caso de la reina Penelopea, esposa de Odiseo, dentro del poema épico La Odisea, escrita por Homero. Mientras el guerrero está ausente, su mujer se queda a cargo del palacio y de las adversidades que le trae la soledad. Penelopea experimenta un sufrimiento como reacción al dolor que le causa la ausencia de su marido, se adapta al medio en el que vive pero se niega a resignarse. Su sufrimiento se fue convirtiendo en su prueba de fuerza.

Aunque dedicada al hogar Penelopea es una mujer de infinitas posibilidades no solo por ser reina sino también por su belleza Esta virtud es la causa de muchos de sus pesares. Como primer ejemplo tenemos la soledad y la incertidumbre de saber si Odiseo volverá algún día, ella no puede olvidar a su amado esposo. Por otro lado vivía aislada en su cuarto teniendo de consuelo a su hijo Telémaco quien partió en busca de su padre, evento que también afectó mucho las profundas emociones de la reina que sentía miedo de que su hijo corriera la misma suerte del padre. También se encuentra asediada por decenas de pretendientes que la buscan por su belleza y fortuna. Mientras ellos abusan de su hospitalidad bebiendo y comiendo los víveres del palacio al mismo tiempo la esperan para que contraiga matrimonio con alguno de ellos. Pero Penelopea lleva años sin Odiseo y pasa los días lamentándose en su cuarto, llorando pero sin perder la esperanza de volver a ver a su marido. Se niega a resignarse y más que nada a aceptar a otro. Con el tiempo ella ve a los pretendientes con odio y desprecio, se siente indignada por los halagos que recibe y espera con ansias el día en que Odiseo regrese para dar muerte merecida a los abusivos que la rodean.

En cierta forma Penelopea reacciona ante el dolor con una actitud prudente, ella se muestra fuerte pero a solas solo se acomoda en sus propios lamentos. Sin embargo cada vez que siente esa indignación ella recuerda su fortaleza y mantiene a toda costa su posición. Es un círculo en el que su desolación la vuelve fuerte y esa misma fortaleza le revuelve su desolación y la soledad dentro de la cual reposa su esperanza y la esperanza acoge a su soledad. Como en la ocasión en la que la divina diosa Atenea, la de ojos de lechuza,

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