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La Tregua


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2011  •  3.032 Palabras (13 Páginas)  •  707 Visitas

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La Tregua

Esta interesante obra engloba diversos sentimientos que cambian poco a poco a medida que avanza la narración, dándole al relato una riqueza simbólica muy hermosa y minuciosa. Cada símbolo, sentimiento y concepto, juegan en La Tregua un papel muy importante y valioso, destacándose entre ellos algunos principales que le entregan al lector la intriga y emoción que hacen mucho más interesante y agradable la lectura haciendo perdurar esta sensación hasta el final.

El libro relata cautivantemente la monotonía en la vida de un hombre muy sólo, quien al perder a su mujer, pasó a tener una vida sin más cambios que los de su trabajo, conformándose con la mediocridad y sin esperar mucho más de lo que le entregaba su vida hasta el momento. Esta situación se revierte por poco tiempo cuando conoce a una joven mujer de la cuál se enamora, y la cuál le va cambiando lentamente la vida, dándole a conocer a este hombre sencillos momentos que hacen mucho más rica la vida.

La novela habla de un hombre uruguayo que está pronto a cumplir sus 50 años y por lo tanto, a jubilarse. Su vida no tiene mayores pormenores en el comienzo de sus narraciones, los cuáles escribe casi diariamente. La vida de este hombre llamado Martín Santomé transcurre más que nada en torno a su trabajo como contador en una empresa automotriz, en la cuál la forma de trabajo no varía mucho, es decir, una labor bastante rutinaria y por ende, feliz a su percepción en ese momento de la vida.

Ya que Martín está pronto a jubilarse, se plantea varias preguntas respecto a en qué consistirá su vida cuando ya no trabaje, en qué consistirá su ocio. Se propone diversas actividades a las que podría dedicarse, de las cuáles ninguna lo llena mayormente, pero dentro de éstas la que más le atrae es la de escribir, pero piensa que no sería interesante para otra gente leer la uniformidad del relato de su vida. Además se considera bastante inmaduro e ingenuo, pero sólo considerando los aspectos negativos de estas dos características de la juventud.

Este hombre en su juventud había enviudado de una mujer de la cuál casi solamente tenía recuerdos táctiles, ya que su relación matrimonial se había llevado a cabo en base al sexo más que a la conversación y a las miradas, por lo cuál no recordaba el rostro de su esposa. De esta relación nacieron tres hijos: Esteban, Blanca y Jaime. Con el primero era con quien menos se avenía, ya que cualquier conversación o intento de alguna, terminaba en discusión, por las diferencias en sus maneras de pensar. Con su única hija mujer, fue con quien logró tener más confianza, ya que se parecían bastante en que ambos eran unos “tristes con vocación de alegres”. Jaime en cambio, aunque al igual que sus hermanos no mantenía mayor relación de unidad con su padre, era en gran parte el preferido, ya que para Martín este joven era el con mayor sentido del humor, sensible e inteligente, aunque no muy honesto.

Para Santomé la muerte había sido una experiencia bastante hastiosa, ya que luego de enviudar, tuvo que hacerse cargo solo de sus hijos, lo cual fue bastante cansador ya que todo fue demasiado obligatorio, una responsabilidad muy grande para alguien que no tuviera la vocación de ser madre y padre a la vez.

En cuanto al ocio, este se representa para Santomé como un gran misterio, en el cuál no sabe si podrá descansar y dedicarse a cosas que no requieren responsabilidad, o si va a sentirse vacío y su vida se transformará en esto mismo, un vacío sin nada que contar, por lo cuál se plantea en un principio la idea de dejar su diario. Esto lo escribió un día de la siguiente manera: “Cuando me jubile, creo que no escribiré más este diario, porque entonces me pasarán sin duda mucho menos cosas que ahora, y me va a resultar insoportable sentirme tan vacío y además dejar de ello una constancia escrita”.

Ya que la vida de Santomé no tenía grandes relevancias a nivel de acontecimientos fuera de lo común, su visión de la vida era bastante regular, la fundamentaba mucho en su trabajo. Cuando surgía algo nuevo en su labor se sentía agobiado, ese era casi su mayor malestar. En cambio cuando todo era igual, cuando no ocurría nada nuevo, cuando todo giraba en torno a la rutina, se sentía feliz. Esto se demuestra claramente en una cita escrita al final de los relatos de un día de trabajo, en la cuál sostiene: “Hoy fue un día feliz; sólo rutina”. Esto da cuenta notablemente de que hasta el momento este hombre ya maduro en edad, nunca había conocido la verdadera felicidad, los verdaderos y únicos momentos que hacen sentir realmente pleno.

Un día como cualquiera llegan a la empresa, donde este hombre trabajaba, tres nuevos empleados, que quedarían a cargo de Martín; dos hombres y una mujer llamada Laura Avellaneda. Esta joven mujer, que tenía la mitad de años de su nuevo jefe, a primera impresión de este era una joven con poco encanto físico y aparentemente con pocas ganas de trabajar. A medida que las circunstancias les permiten conocerse, esta mujer toma poco a poco una apariencia mucho más interesante para Santomé, pero en un principio nada que pudiese ir más allá de una simpatía laboral, además, ella, como es propio de su edad, tenía novio.

En uno de los relatos diarios de este hombre, un domingo, Martín evoca el tema del suicidio. Habla de que si alguna vez lo hiciera, sería un día como ese, ya que este a su parecer era el más desanimado e insípido, planteándose además la pregunta de qué pasará cuando su vida se transforme en ese último día de la semana, es decir, cuando jubile. “Si alguna vez me suicido, será en domingo. Es el día más desalentador, el más insulso”...”A veces pienso qué haré cuando toda mi vida sea domingo”.

La distancia con sus hijos se ve reflejada visiblemente en las pocas situaciones en que describe los escasos y generalmente vacíos y desagradables momentos en que comparte con ellos. Habla de la falta de tiempo y diferencias de intereses entre todos ellos, la familia en general, pero por sobre todo se manifiesta en sus escrituras la clara falta de confianza e iniciativa de formar un verdadero hogar por parte de sus integrantes. “Me veo poco con mis hijos, nuestros horarios no siempre coinciden y menos aún nuestros planes o nuestros intereses”.

Entre los diferentes aspectos de la vida de este civil, se observa la poca importancia que le daba al sexo antes de Avellaneda. Tenía encuentros fugaces con distintas y desconocidas mujeres, aproximadamente una vez a la semana con el único fin de satisfacer sus necesidades sexuales, pero con ninguna de éstas la relación llegó a algo serio. Distinto fue con Laura, con quién se conoció lenta y paulatinamente, proceso en que llamaron a la relación “Lo Nuestro”,

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