La Tregua

La tregua

De Mario Benedetti

La obra de Mario Benedetti, trata la historia de un hombre de 49 años narrada por el mismo personaje en forma de diario: un viudo que está a punto de jubilarse, con tres hijos, y que de repente encuentra el amor en una joven llamada Laura Avellaneda, encontrando al mismo tiempo una ilusión en su vida apagada por la rutina.

La obra se ve marcada por palabras clave como, la tregua, el amor, la muerte y los conflictos de generaciones.

El protagonista es viudo y se enamora de una mujer veinticinco años menor que él, una empleada de su oficina. (Asomándose de alguna manera el complejo de Edipo desde un punto de vista psicológico). Poco después de conocerse ambos inician una relación un tanto cuanto restringida llena de prejuicios por parte del Martín y más madura por parte de Avellaneda.

El autor refleja la angustia de una hombre que entregó su vida a un a trabajo mal pagado, envolviéndolo en una vida rutinaria, nostálgica y de una profunda soledad desde la muerte de su esposa Isabel. Desde un punto de vista psicológico, el personaje principal Martín Santomé, es un fatalista que piensa estar condenado a la infelicidad, con una virilidad disminuida conformándose únicamente a sobrevivir cuando sus condiciones le permitían algo más. Su carácter gris, el trabajo burocrático rutinario de un simple oficinista, lo ahogaron en una mediocridad mutilante y derrotista. Esta mediocridad opacó su existencia sin aspirar a nada más.

El conflicto familiar con sus hijos es básicamente generacional, ya que está muy lejos de comprenderlos y aunque a la muerte de su esposa Isabel, Martín se hizo cargo de su educación, lo hace mal, ya que no tuvo la capacidad de conocerlos, concretándose únicamente a cohabitar con ellos si lograr una relación comunicativa y amorosa, lo que conlleva a problemas de drogadicción de uno de ellos, de homosexualidad del otro, y la hija que acepta las patanerías de su novio que no vale la pena. Los hijos ven a su padre como un hombre fracasado y opaco y esto es lo que le reprochan.

“A veces (no te enojes papá) también te miro a vos y pienso que no quisiera llegar a los cincuenta años y tener tu temple, tu equilibrio, sencillamente porque los encuentro chatos, gastados. M e siento con gran disponibilidad de energía y no sé en que emplearla, no sé que hacer con ella. Creo que vos te resignaste a ser opaco, y eso me parece horrible, porque yo sé que no sos opaco. Por lo menos, que no lo eras” (Benedetti, 1994: 20)

Así encontramos el diario de un hombre, donde confiesa y reconoce su derrota, parcial o totalmente, sus fracasos, su vida sin Isabel, sus fines de semana solitarios, su nostalgia cada noche al salir de su oficina, en fin todo aquello que lo describe como un hombre triste y solitario.

Sin embargo

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