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La Voragine


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2012  •  2.122 Palabras (9 Páginas)  •  613 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Esta novela muy bella, cuyo autor fue José Eustasio rivera, fue publicada entre los años 1924 y 1925, se considera una de las novelas más importantes del modernismo latinoamericano, está traducida a más de 30 idiomas entre los cuales está el inglés.

La historia como nos dijo el profesor hace una denuncia sobre las explotación del caucho y como se violan los derechos de las personas

Más adelante veremos la síntesis, algunas figuras literarias como la metáfora, la hipérbole, etc.

SOLUCIÓN DEL TRABAJO

1) Biografía del autor:

José Eustasio Rivera nació en Neiva el 19 de febrero de 1888. Cursó la primaria en el Colegio de Santa Librada en su ciudad natal y el bachillerato en la Escuela Normal de Bogotá.

Rivera, por su profesión de abogado, atendía cuantiosos pleitos en los Llanos de Casanare, por lo cual permanecía largas temporadas en Sogamoso, puerta de entrada a Los Llanos, alojándose en la pensión de doña Adriana Camargo de Albarracín o en la quinta de su amigo Lisandro

Durán que quedaba en las estribaciones que cierran el valle hacia el noroeste. Con el señor Durán compartían fraternalmente la afición por la cinegética, a la que ambos rendían culto en los cerros que rodean la laguna de Tota.

Es sabido que Rivera padeció en varias ocasiones crisis de delirio agudo febril con convulsiones en una de las cuales falleció en Nueva York. Otra le había sobrevenido en 1918 en Orocué; luego se le repitió en Sogamoso en 1920 en que fue atendido por el Dr. Julio Sandoval, distinguido médico de la localidad. La crisis se repitió con características de gravedad en Purificación, Tolima, en marzo de 1921.

En breves minutos, escribe su biógrafo Eduardo Nealez Silva, se tendía en el suelo, llevándose las manos a la cabeza, siguió luego un ataque convulsivo que le hizo retorcerse como un azogado. Corrieron a socorrerle los amigos sin poder explicarse qué había ocurrido. El poeta deliraba en medio de fuertes sacudidas y parecía estar sufriendo terribles dolores.

Posteriormente estudió derecho en la Universidad Nacional y se graduó de abogado en 1917. En 1921 publicó "Tierra de Promisión", su admirable libro de sonetos y al año siguiente fue designado Secretario de la Comisión de Límites con Venezuela; en 1924 publicó La Vorágine y en 1928 fue nombrado delegado de la Conferencia Internacional de Emigración de la Habana. Se trasladó enseguida a Nueva York en donde transcurrieron los últimos meses de su vida, habiendo fallecido el 1 de diciembre de 1928, a las 12:50, a los 40 años y 9 meses de su edad.

Se tomaron las primeras medidas creyendo que se trataba de una simple insolación, pero como el enfermo no reaccionaba se decidió interrumpir el viaje y regresar. Siguieron los ataques cada vez más violentos y como era imposible mantenerlo quieto se improvisó una camilla y se le ató de brazos y piernas para llevarlo a Purificación. Los doctores Hilario Cuenca y Jorge Alvarado, que habían venido a asistirle, informaban el día 10 a El Tiempo, en respuesta a una comunicación telegráfica: "Estado inconsciente casi permanente. Apenas ha tenido un rato de lucidez en las últimas horas de la tarde. Desde el primer día domingo pasado, a medio día, en que sucedió el primer ataque convulsivo, se han venido repitiendo los ataques con frecuencia cada día mayor".

En Girardot lo atendió el Dr. José María Lombana Barreneche y sólo en abril, ya mejor, se pudo trasladar a Neiva. Como le dijeron que había estado loco, creyó prudente hacerse atender de un psiquiatra en Bogotá a su regreso. Este psiquiatra pudo ser Luis López de Mesa quien había regresado al país en 1917.

Su biógrafo continúa: "Jamás olvidaría los tormentos de su delirio y con ellos habría de sufrir cada vez que acudían a su mente. Estos recuerdos fueron quizás los que le sirvieron más tarde para incorporar en su novela algunas páginas intensísimas de autoanálisis y psique".

La crisis se repitió en Lima en julio del mismo año y finalmente en Nueva York del 23 de noviembre al 1º de diciembre de 1928, día en que falleció. En el certificado de defunción del Policlínico de Nueva York consta el diagnóstico de hemorragia cerebral de origen malario. Este diagnóstico es dudoso, aunque alguno de nuestros antiguos profesores presumía haber visto las laminillas con frotes del hematozoario en el Policlínico neoyorkino.

Posteriormente, Nealez Silva sometió la historia clínica a la consideración de dos profesores de la Universidad de Wisconsin quienes descartaron la posibilidad de malaria y sugirieron otros posibles diagnósticos: absceso cerebral, meningitis tuberculosa, encefalitis a virus, accidente vascular del cerebro.

Hacer un diagnóstico retrospectivo y sin las ayudas clínicas actuales es tarea simplemente aventurada.

Recuerdo que cuando subió Richard Nixon a la presidencia de Estados Unidos, en los años 60, varios colegas estadounidenses se apresuraron a aplicarle diagnósticos psiquiátricos, sin mucho fundamento, hasta que la Asociación Psiquiátrica Americana los reprendió recordando que es un atrevimiento meterse a diagnosticar a la gente en ausencia y si no es en el consultorio o en el contexto profesional.

Simplemente, como ejercicio académico se proponen otras hipótesis en el caso de la enfermedad de José Eustasio Rivera. Obviamente, la más posible, por su frecuencia y difusión en el medio ambiente colombiano sería el paludismo cerebral que se presenta en un 0.25 a 2.3% de los casos de infección por Plasmodium falciparum.

Otras parasitosis y micosis del sistema nervioso central en nuestro medio han sido ampliamente revisadas por Alejandro Jiménez Arango, quien recopila 25 de ellas como frecuentes y 15 más como poco frecuentes.

A fines de abril de 1928 llegó Rivera a Nueva York. Contaba 40 años y ya era conocido como poeta y novelista de prestigio, político y diplomático a nivel internacional. Su biógrafo nos continúa relatando:

"No sabiendo el inglés y hallándose un poco despistado, en la inmensa ciudad, le cayó providencialmente un bogotano que conocía bien ese monstruo urbano: José A. Velasco, amigo fiel, servicial, quien junto con Carlos Puyo Delgado, el periodista radicado en Nueva York, pleno de prestigio y éxito, fueron para Rivera los definitivos apoyos en los últimos 9 meses de su vida".

Rivera

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