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La inocencia, el miedo y la imaginación


Enviado por   •  17 de Mayo de 2021  •  Ensayos  •  1.545 Palabras (7 Páginas)  •  137 Visitas

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La inocencia, el miedo y la imaginación

Samara Patiño Zapata

Mayo  2019

Colegio San Pedro Claver

11º2

Lengua castellana, docente Héctor Hernán Bejarano Méndez

La inocencia, el miedo y la imaginación

El ser humano, es una especie compleja, la cual está inmersa en un entorno externo el cual influye de acuerdo a las situaciones, posturas, etapas, momentos y relaciones que se presentan a lo largo de su vida, en factores internos como lo son los valores, sentimientos, actitudes, posturas y carácter de cada persona en particular; dentro de estos, la inocencia, el miedo y la imaginación, juegan un rol muy importante, desde la infancia hasta la vida adulta de una persona son componentes que están marcados en el mundo y pueden determinar la fortaleza o debilidad de cada individuo.

La inocencia, está reflejada en su mayor resplandor en la infancia, es una etapa en la cual se está en un grado de fragilidad realmente alto, pues aún no se tiene conocimiento de qué es el mundo real, y no se puede diferenciar el bien o el mal, es un mundo de fantasías y juegos; pero, no sólo eso, también, es una etapa donde se aprende fácilmente de cualquier situación que se presente que puede generar gran impacto positiva o negativamente, pues, “hay hechos en nuestra infancia que nos marcan para toda la vida” (Reyes, 2012: P.38). Y, aunque sean malos, cuando somos niños, esas situaciones pueden producir una percepción distorsionada de la realidad, como en el libro “memorias por correspondencia” que nos afirma esto con una de las tantas situaciones que cuenta la escritora Emma Reyes que vivió a lo largo de su vida, “Yo recordaré ese incendio como el espectáculo más bello y extraordinario de mi infancia. Por mucho tiempo, creí que el incendio era parte de las fiestas en honor del señor Gobernador” (Reyes, 2012: P.76).  Un incendio, un suceso que trae caos y destrucción, pero que en medio de su inocencia pudo ver como un maravilloso espectáculo que recordaría durante toda su vida como el más bello; es algo real, que pasa a diario con los niños, el simple hecho de que un desconocido llegue a regalarle un pequeño dulce, para él se verá como un acto normal, algo inofensivo y sin motivo que les genere miedo alguno, pero, a una persona mayor, que ha vivido más y conoce cómo es el mundo real, le genera mucha desconfianza; de manera análoga, se puede evidenciar la poca malicia que tienen los niños, esa capacidad de ver todo con ojos de ternura y bondad genera más vulnerabilidad en ellos y los hace más propensos a sufrir.  En el momento en que esto comienza a suceder, un factor externo, como lo puede ser mamá, papá, un profesor, o cualquier persona mayor, llega a enseñar o infundir nuevos conocimientos acerca de la realidad; en el libro, hay un momento en la vida de Emma Reyes en que llega a un convento, allí al pasar los días les enseñan ciertas cosas, pues ella y su hermana eran niñas casi de la calle, no conocían nada de la vida más que estar en un cuarto encerradas o salir pocas veces a jugar, con niños como ellas, con la misma percepción del mundo; pero, es asombroso ver cómo era más importante para las monjas inculcar y enseñar por medio del miedo a aquellas niñas del convento cómo debía ser su comportamiento antes que por medio la felicidad, la bondad, el respeto, el amor y todas esas cosas que nos hacen un ser humano; era mejor decirles qué era el mal, cómo lucia y que hacer para no llegar a él, que mostrar el lado bueno y cómo actuar para llegar allí, esto se puede evidenciar cuando Emma decía, “Del Diablo sabíamos todo, sabíamos más del Diablo que de Dios” (Reyes, 2012: P.151).  Estaban tan familiarizadas con el temor, que todo lo que pasaba fuera de lo cotidiano, ya no era un motivo que les generara curiosidad, como es común en un niño a su corta edad, incluso, podían dejar de hacer cosas o hacerlas pero sin el mismo interés por la mentalidad que tristemente les habían fabricado.

El libro nos enseña ciertas situaciones en las que podemos ver reflejado el pánico y la desconfianza que tenían implantada en su mente con hechos tan normales

Uno de esos sábados sor Teresa había tirado desde el segundo piso un saco lleno de trapos para que cada una tomara lo que necesitara para remendar y naturalmente nos lanzábamos como chulos sobre un cadáver a tomar entre batallas terribles un pedacito que nos sirviera para remendar un calzón o una combinación. Era un día terriblemente frío y gris, en el aire se sentía que se preparaba una tormenta; empezaron los truenos y relámpagos y de un golpe empezó a caer un verdadero diluvio. Sentíamos que los truenos rascaban los tejados del convento. Educadas como estábamos, en el terror del Infierno, de la muerte, del pecado y del Diablo, las tempestades nos llenaban de terror. (Reyes, 2012: P.).

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