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Laberinto De La Soledad

bolamaster11 de Noviembre de 2012

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I. EL PACHUCO Y OTROS EXTREMOS

Octavio paz abre el profundo análisis del mexicano de este libro yéndose a la parte que nos desagrada y que curiosamente nos atrae, aquella que es grotesca y reflejo de nosotros mismos

El pachuco, mexicano que no es de aquí, ni de por haya ni de nadie y que para colmo esta falta de encontrarse lo deprime, esa depresión que se saborea y se disfruta, se presume y jactanciosa se cree lo mejor se viste con galas exuberantes, se burla de aquello que quiere ser pero que no admite y crea un margen grotesco en el que enmarca a su cultura madre, estampa a la virgencita de Guadalupe sobre un escudo de los Yanquees de New York satiriza con cómica irreverencia lo que es y se niega a si mismo... ¿acaso el mexicano no es nada? No solo los pachuchos niegan sus raíces y adoran a la sociedad gringa por repudiarlos, toda la sociedad mexicana ahora en nuestros días se siente dichosa de comprar y usar la moda norteamericana pero reprocha la falta de valores, el materialismo y la poca felicidad en esa sociedad, abraza a su religión, pero lo hace en el secreto... ¡no! Que pena, no vaya a ser que piensen que soy un ratón de iglesia, que soy aburrido y poco interesante... ¿perdón? ¿Ahora quien es el que no tiene bien puestos sus valores?

El mexicano es un lío de contradicciones, no es, no será, pero no deja de ser, grita con voz en cuello de jubilo por ser mexicano, mas tarde se deprime por que es un mexicano promedio sin grandes lujos y se acerca a ser pateado por su eterna vecina de fronteras, arriesga su vida y su dignidad con tal de “olvidar” sus raíces y entrar en ese mundo de formas grotescas para que el mundo lo mire con rostro de repulsión, de desaprobación, sentirse el triste foco de atención, el incomprendido, el solitario, el abandonado y el producto de una sociedad disfuncional... no, el pachuco no es producto mas que del mismo mexicano y de su sentimiento de soledad que lo acompaña latente el resto de sus días por ser individual

El mexicano no ve el precioso tesoro que le regala su individualidad, la ve como una penitencia de un pecado que por conformidad acepta, disfruta lastimarse, sentirse desdichado dice odiar la compasión de la raza humana, pero si no la tiene llega a ser pachuco, llega a ser pocho, llega a caer en los excesos, que por ley siempre son focos de atención.

El mexicano no tiene identidad, si es verdad... tiene una cultura hermosa, pero sin abrazar su identidad ¿de qué vale? ... bien tiene valores... ¿para qué si somos el país de la doble moral? ... díganme donde esta el verdadero mexicano... parece nunca haber existido, ¿cómo puedo definir a un mexicano si desgraciadamente no conozco a ninguno? Somos un país tan mestizo que en algún punto nos perdimos dentro de nuestra misma identidad, debe estar en algún lugar aun latente... ¿tendremos la valía de recuperarla de nuevo?

II. MASCARAS MEXICANAS

El mexicano no existe por que se lo impide, se niega ese derecho concedido en su naturaleza humana, el mismo se encarga de encerrarse en la infranqueable muralla de su propia intimidad, aquí bien nos es empleado el termino de “rajarse” que llanamente se traduce en abrirse a los demás, no hay cabida para la vulnerabilidad del macho y en la mujer es sentenciado por ridícula regla genética.

Se encierra en su cuerpo, ese cuerpo que el mexicano disfruta, no se trata de un trasporte del alma, el mexicano es cuerpo, lo mueve, lo cuida, lo baila, lo idealiza y hace a los dioses merecedores del cuerpo, lo deidifica y a la vez también sufre del, por que significa vulnerabilidad, se siente acechado por la mirada de sus congeneres, lo oculta pues siente que esas miradas penetran su intimidad tan celosamente guardada por que el cuerpo no guarda este preciado tesoro, si no que la descubre y que para salvaguardarlo se creo el pudor que actúa como defensa, he aquí la razón del por que la virtud mas admirada en el mexicano es el recato.

Ahora bien, mencionando cuestión de pudor miremos a la mujer mexicana, la mujer mexicana se convierte en un misterio, algo así como un mito inalcanzable, pasiva, misteriosa, pudorosa, creadora y destructora, pero estas es la cuestión que ven LOS mexicanos, pero ¿y la mujer? La mujer simplemente no es ella, es un objeto al que se le puede atribuir, más no que se atribuya a ella misma, pasa a ser un objeto de contemplación, débil de carácter por ser sentimental y por tener un sexo distinto, por entregarse sin contemplaciones, por que pierde su intimidad al ofrecerse a otros con el sentimentalismo femenino. La mujer pues no tiene la capacidad de moverse, si previamente no la han movido, y no tiene esta capacidad por que se la han negado, se le a educado para ser como aquellas estatuillas que pasivas y misericordiosas nos miran al entrar en los templos impávidas y con una sola expresión en el rostro que a la vez nos intimidan y nos dan lastima. esta es una verdadera actitud mediocre.

El mexicano (y llamémoslo así, por simple tecnicismo, por que mantengo que el mexicano no existe) en su celo por mantenerse cerrado y no “rajarse” se convierte en el perfecto camaleón bípedo, y de repente se transforma, como dicen Octavio Paz en “ninguno” me causo gracia el ejemplo que se nos ilustra, el de la muchacha que al hacer ruido y al preguntarle que quien esta ahí ella naturalmente responde “no es nadie, solo soy yo” y me da risa por que yo misma, he respondido con ese argumento tan incoherente que parece insignia en el mexicano, nos desaparecemos. ¡Sin embargo estamos ahí! Es como el camaleón, insisto, a la vista se vuelve imperceptible, aun así él permanece estático en espera de todo y de nada, silencioso y en apariencia inexistente

¿Qué es lo que estamos esperando para movernos y salir de ese fingido letargo del que tenemos miedo de “despertar”?

III. TODOS SANTOS, DÍA DE MUERTOS

Somos un país fiestero a morir, como ningún otro, nuestras fiestas son la clara evidencia del lujo, las extravagancias y las exageraciones, es el despilfarro total, podemos quizás no comer al día siguiente, sin embargo la fiesta tiene que ser magnifica, pero ¿por qué? Es simple y las leyes físicas nos lo pueden explicar, si a un globo le aplicas exagerada presión (es decir demasiado aire) el cuerpo del globo se dilatara hasta alcanzar su limite de elasticidad, pero si aun así le agregamos más presión... la respuesta es obvia, el globo reventara, pasa lo mismo con el mexicano y sus fiestas, acumula tantísima presión al querer protegerse a si mismo de los demás que decide perderse en la multitudinaria congregación de una fiesta, gritar a coro con cientos de voces que en fondo arrastran el mismo lamento, comer hasta reventar, beber y embriagado caer en el juego de los que se abren a los demás y lloran por las mismas penas, las fiestas en este lugar no son mas que burdos sinónimos de exceso, desesperación e intento de saltar esa invisible muralla que tras años o meses sé a esforzado en construir para ahogarse como siempre solo tras ella.

Ahora pues, la muerte, esa con la que vivimos a cada día, en un principio se consideraba como una extensión de la vida en un plano cósmico que movía los engranes de la vida y cumplía con los caprichos de aquellos dioses de antaño de los que ni suspiros quedan, ahora la muerte para nosotros es nuestra amada cómplice , silenciosa la llevamos de la mano con la vida, para otras culturas es impronunciable y su simple presencia deprime...para nosotros es un juego, un reto nos morimos de miedo por dentro pero miramos la cara huesuda de frente a frente, la retamos la invocamos y hasta le hacemos fiestas también a ella... es el imán místico que nos atrae, los poetas mexicanos la pintan con fanfarronería, las clásicas calaveritas no son mas que una muestra de cuanto nos seduce esa que hemos caricaturizado, a pero no, el mexicano es necio y tampoco se abrirá ante su amada muerte (que cabe mencionar que tampoco la entiende) y así sigue... sin “rajarse”

Entre los sentimientos que desencadena esta curiosa afición por la muerte evocamos dos cosas, totalmente opuestas y que los poetas mexicanos nos han ilustrado en sus silenciosos versos, una que se marcha hacia delante, que expresa creación “uno derrama su sangre, mientras que por haya otro habré los ojos al mundo” y otra que es aquella que nos da nostalgia de lo que fue antes de la vida, ese limbo en el se esta suspendido sin existir, queda la duda, ¿Hacia donde?

IV. LOS HIJOS DE LA MALINCHE

Aquí como que el Autor se desvía un poco y podemos observar un poco de su opinión respecto a la política y a los males que traen consigo los regímenes totalitarios, pero recupera el tema y vemos surgir una de las actitudes que mas me gustan de mi pueblo que no es, pero está.

Si, somos groseros, somos mal hablados y este lenguaje vulgar lo llevamos dentro, lo acariciamos, lo guardamos y en cualquier descuido se escapa de nuestro labios y explota en el aire tras un exceso de ira o de gracia. Pero hay una de esas palabras que místicamente lo significa todo y la vez es la misma nada, cambiante de matices por naturaleza, un acento, un énfasis, una letra perezosa de más y el verbo “chingar” cambia radicalmente, es la palabra camaleónica por excelencia del el camaleónico mexicano

Definitivamente es un verbo que lastima, que hiere y en su significación nula, su intención es fastidiar, herir, lastimar... verdaderamente chingar, ahora pues se puede ubicar en su multicolor estado la parte relativamente buena, aquella que se aplica al

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