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Las Buenas Conciencias


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  3.127 Palabras (13 Páginas)  •  402 Visitas

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“LAS BUENAS CONCIENCIAS”

CARLOS FUENTES

Es una historia en Guanajuato cerca del año de 1852, donde comienza narrando como era la casa del abuelo Pepe Ceballos, ya que eran una de las familias más importantes de la sociedad, ellos venían de Madrid, su casa se encuentra entre la bajada del Jardín Morelos y del Callejón San Roque, es una casa muy rustica, con pisos de tezontle, muebles de nogal, donde en todas las habitaciones les entra mucha luz, así como también tiene su bodegón el cual está lleno de telarañas y recuerdos, como los sables plateados del tío Francisco, como los que jugaba Jaime simulando combates, donde alguna vez llegó a encontrar los velos negros que llego a usar la abuela en el entierro de Pepe Ceballos.

Se dice que Guanajuato es el centro de la ciudad, la esencia de un estilo la castidad exacta. Donde el guanajuatense posee una doble facultad de aprender lo teórico y aplicar lo práctico. Como los michoacanos es la seriedad, en los guanajuatenses es la conveniencia y la ironía, en los zacatecanos es el exceso de arraigo provinciano, en el guanajuatense lo templan con un sentimiento de universalidad, en el poblano es la hipocresía, en el guanajuatense es la insinuación talentosa, lo que al capitalino es el ocultarse, en el guanajuatense es el compromiso.

El jefe del hogar era Higinio Ceballos quien había sido oficial de Baldomero Santa Cruz, un notable comerciante. Los Ceballos también fueron tenderos de telas de moda, aun así no dejaron de ser mal vistos en la época de primicias independientes.

Con la guerra de intervención, falleció Don Higinio, y así se separaron los tres hermanos, Pánfilo y José, quienes siguieron bajo la administración imperial y el hijo mayor, Francisco, se unió a las filas del General Mariano Escobedo, y fusilado por Dupin en Jalisco.

Margarita Machado era la viuda de Don Higinio, era inteligente, alegre y se dedicaba al hogar, las demás señoras la admiraban ya que siempre estaba al tanto de lo que acontecía en la moda, les recordaba a sus hijos, José y Pánfilo que si eran algo, sería por su trabajo honrado y honesto, que eran una familia moderna y liberal.

Pánfilo era de cejas muy pobladas y de andar muy pesado, era muy trabajador pero José era más despierto, él era rubio, ligero, de ojos azules. Pánfilo se dedicaba a atender la tienda durante todo el día, le dedicaba todo el tiempo posible, mientras que José se pasaba noche en medio de pláticas y diálogos, donde observaba las necesidades de vestuario en las damas y caballeros.

José se casó con Guillermina Montañez en el año de 1873. Para ese año el Gobernador Florencio Antillón mando construir el Teatro Juárez.

Margarita aceptaba a Guillermina, más nunca la quiso. Los Ceballos se hacían mexicanos desde que Guillermina entró a la familia, ella provenía de una familia que se dedicaba a la minería, por eso Pepe ya no quería seguir en el comercio de las telas, y al ascender Porfirio Díaz al poder, cambio su destino, ya que un pariente de Guillermina y amigo de los Ceballos estuvo en la administración central, así pensó que la minería iba a resurgir y tendría un buen futuro. Díaz ayudaría con transporte, leyes, así se aumentara la demanda de metales industriales. Ya en 1890 recibía fuertes ingresos anuales de la explotación, pero con la “ley de baldíos” de 1894, adquirió ilegalmente 48,000 hectáreas, aun las autoridades consientes de esto.

A Pepe Ceballos le gustaba mucho hacer grandes fiestas en aquella casona del Jardín de Morelos, donde se ruinan las familias más importantes de la sociedad y las que apenas entraban en ella. También festejaban las fiestas infantiles de sus dos hijos, Rodolfo quien debía ser abogado según su padre y Asunción quien según su madre pesaba casarla a los 18 años con Balcárcel del Moral, quien era de una de las familias ricas de la ciudad.

En 1910, le avisaron a Guillermina que su marido estaba muy grave, que tenía una pulmonía muy fuerte, debido a que llevaba tres días cabalgando y le agarro la noche y una fuerte lluvia, la cual no resistió Pepe y falleció. Después del funeral, Pánfilo se acercó a Guillermina para decirle que contaba con él como el hombre de la familia, pero ella decidió vender las minas, consiguió un administrador para las tierras de la hacienda, a la niña la caso a los 15 años y a Rodolfo lo preparo para que pronto tomara el puesto de su padre en la hacienda.

Durante la revolución en 1914, Guillermina y el Tío Pánfilo se escondían cuando la casa se llenaba de tropas, y Pánfilo mantenía cerrada la tienda, hasta que llegó el General Obregón, quien obligo a los comerciantes a abrir sus negocios, pero rechazando la moneda de Villa. Había saqueos a toda hora, no entendían cuando se les había acabado la paz. Después de que falleció Pánfilo y Guillermina, Rodolfo se dedicó atender la tienda, lo cual le agradaba y Asunción se fue a vivir a Inglaterra. A Rodolfo no le gustaba hablar de lo que había sucedido durante la Revolución, prefería hablar de los precios del mercado de la tela, uno de sus amigos con los que se reunía en la casa para charlar y tomar vino, se llamaba Chepepón López, y conoció la que sería la madre de su hijo, gracias a él que era el padre de Adelina, con la cual se casó en 1926.

Asunción y su esposo Jorge Valcárcel, regresaron debido a que el presidente de ese entonces, Calles, se lo ordenó para hacer una reorganización financiera del país, ya que él era economista. En el primer año de casados de Adelina con Rodolfo, este pretendía ser un buen marido, cambiar y ser como su padre, pero llegaron a tener problemas antes de que regresara Asunción con Valcárcel, por ese motivo Rodolfo le pidió a su hermana que ambos matrimonios convivieran unas cuantas semanas. Al convivir Asunción con Adelina, tuvieron sus diferencias, y Adelina decidió irse un tiempo con su padre, más tarde Rodolfo fue informado que Adelina estaba esperando un hijo suyo, el cual fue arrancado de sus brazos, porque Asunción le pago al padre de Adelina para que se la llevara y le entregara el niño a ellos, el niño pronto empezó a llamar “mamá” a Asunción, y Rodolfo pedía quedarse la noche junto a él, después de tiempo el sintió remordimientos al no llevar al niño a visitar a su madre.

Rodolfo les cedió el cuarto matrimonial a Valcárcel y Asunción, y él se pasó a otro cuarto ya que ahora Rodolfo sería soltero, cosa que era mal vista en esos tiempos. Las cosas con la presencia de Asunción mejoraron en la casa, parecía ser que la rígida de Doña Guillermina había regresado, y Balcárcel había tomado las riendas del hogar donde

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