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Las Pruebas Colejiales


Enviado por   •  25 de Abril de 2013  •  2.407 Palabras (10 Páginas)  •  319 Visitas

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En la escuela

LAS PRUEBAS COLEGIALES

El colegial está obligado a establecer una distancia con la escuela y la escuela y la familia, apoyándose en la preocupación con construir un “yo” y en la identificación con su grupo de pares. Pero si la intensidad de esta puesta en distancia varía en función de los públicos sociales, en todos los casos, el colegial se va confrontando con el descuartizamiento y la combinación necesaria de estos diferentes dominios y procesos: aprende el “el oficio de alumno”. La experiencia colegial esta dominada por la afirmación progresiva de un principio de subjetivación adolescentes opuestos a las lógicas escolares. A diferencia de los niños, para los cuales el principio rector del juicio es el del bien y del mal, lo justo y lo injusto, los colegiales buscan una “autenticidad”, amenudeo confundida de hechos con el conformismo grupal y los códigos de las culturas adolescentes. Pero ese movimiento a la autenticidad amenudeo compuesto de oposiciones y de reacciones. La formación de un sujeto ya no procede de la sola integración de las expectativas, si no de las tensiones entre las diversas dimensiones y de las experiencias colegial.

Tenciones entre la integración adolescente y las normas escolares

Las fricciones entre el grupo de pares y las exigencias de la escuela dominan al colegio. Están latentes en clima de la clase y en las relaciones ambivalentes de los colegiales con la disciplina y los docentes. La oposición se manifiesta por la omnipresencia del ruido en la clase, el ruido procede menos de una protesta escolar que de la invasión del colegio por el modo natural de expresión de los adolescentes. Los alumnos lo saben bien, puesto que subrayan la disociación entre el ruido y las competencias o la simpatía hacia un docente. “podemos entendernos bien con una profe igual hacer ruido. En clase de francés la profe es simpática y aun durante las tareas discutimos entre nosotros. Ella no tiene autoridad pero sabe hacerse respetar”. Para los docentes el ruido es insoportable, para los alumnos es una manera de expresarse, y toda voluntad de dominarlo es vivida como control disciplinario. Este hecho, a sus ojos, es evidente: “creo que el silencio es algo que no existe”. Se puede hasta pensar, en limite, que el ruido es la es a la palabra adolescente lo que la preocupación por el rostro es a la personalidad. En ambos casos se trata de avanzar a cubierto.

Pero el carácter inestable de esta oposición es evidente en las críticas que los colegiales hacen contra la disciplina escolar, siempre percibida como necesaria y excesiva. En un primer tiempo, denuncia el “todo disciplinario”. “el colegio es el infierno de la tierra”.

Pero la denuncia de la disciplina esta siempre asociada a la constatación de su cotidiano desfallecimiento. Las frases se suceden en continuidad y oposición. Se señala que “al director no se lo ve casi nunca en los corredores” y que “no se puede hacer nada sin recibir un reto”. En el fondo, los colegiales no protestan nunca asta en extremo acerca de la necesidad de disciplina. “a veces me digo: en el colegio estamos llenos de prohibiciones. Y después, de hecho, cuando lo pienso a veces me digo que no es para tanto ¡porque estamos tan acostumbrados a hacer cualquier cosa!”.

Pero es apropósito de la relación pedagógica que esta a mi ambivalencia se hace particularmente manifiesta, atravesada con un doble sentido de apego y desapego. que el ultimo sea manifiesto y obsesivo y el primero denegado y culpable no debe inducir a error la relación pedagógica en el colegio esta constituida por ambos elementos. Desde el punto de vista de los alumnos, dos grupos se observan siempre y se enfrentan a veces: “ellos” y “nosotros”. La separación y la proximidad, los rumores van y vienen. “parece que algunos profes tienen depresiones nerviosas. Hay un profe a la que se le oye llorar todo continuamente”. “al fin y al cavo los profes, lo hacen para tener una reputación. Porque si no ponen amonestaciones y castigos…pienso que se lo creen.”. en esta visión de las cosas, los castigos asta cambian un poco de naturaleza manifiesta la agresividad que se opone a estos dos mundos. “hay cosas que…no quisiera decir sádicas pero… ¡llegan a ponernos hasta horas de castigo los miércoles a medio dia!” los castigos son experimentados como un efecto de la maldad de los profesores. De un solo golpe, los diferentes principios de justicia se funden en este único espectro crítico. El poder de los docentes se toma arbitrario y perverso. “hay una profe que durante el curso, verdaderamente tiene preferidos. En un momento en que no levante la mano me pregunto adrede, solo para fastidiarme sabe que no se…y entonces me pregunta.” “el año pasado, ya con 5 o 6 años de música, no me acuerdo bien… ¡y la profe nunca me preguntaba! Porque sabía que yo conocía las respuestas. A fin de año me puso en la libreta: debes hacer algún progreso ¡pero vamos! ¡Nunca me preguntaba y después me sale con algo así!”.

La tensión entre los profesores y los alumnos no es la guerra, porque ninguna de los polos es una red de identificaciones por una parte las normas escolares exigen “psicológicamente ablando, un proceso de identificación con el profesor, que impulsa a actuar bien en clase con el fin de gustar a la mujer-profesor, la que a menudo e sostenida por los padres”. Por otra parte, las normas del mismo grupo de pares, que permiten la independencia frente a 19 adultos, confieren el reconocimiento de los semejantes. La clase es el lugar del conflicto entre estas 2 fuentes mayores de identificaciones. Pero, salvo en casos extremos es difícil concluir en la oposición radical entre ambos universos. En el seno mismo de esta división o de este rechazo, esta larvada una demanda afectiva difícil o imposible expresar porque, en el fondo, es ilegitima a los ojos de todos. La búsqueda de una relación afectiva, infantil o “amorosa” con el profesor, se expresa con mayor frecuencia en términos de frustración. En el colegio, no se tiene el derecho de manifestar un interés por docente, pero es totalmente legítimo expresar su expresión frente a la indiferencia de los docentes. “A veces es la profesora de matemáticas la que nos dice: alas 15 horas 50 se van porque tengo que hacer una llamada telefónica. ¡Y nosotros registramos cuando nos salen con eso!” la oposición al docente está influida por una decepción vinculada con el no reconocimiento. “Lo que es súper-enervante también es cuando la profe nos habla y no nos mira. ¡Vamos ¡ para la de dibujo somos inodoros, incoloros…”” los profes, fuera

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