Lazarillo de Tormes en la picaresca
valentinamolerieDocumentos de Investigación13 de Noviembre de 2022
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Lázaro Carreter, Fernando
Lazarillo de Tormes en la picaresca
Propósito
No ha dejado de afirmarse el carácter novelesco de la obra, incluso de llamarla la “primera novela moderna”, lo que la aproxima a las grandes creaciones realistas de Cervantes y contiene ciertos rasgos que preludian los del género novelesco en su mejor momento.
Pensar en NOVELA implica la narración de cómo una persona se encuentra existiendo en lo que acontece. Lázaro va forjando su vida en conflicto con el mundo hostil en el que se encuentra y el lector observa cómo este conflicto se resuelve de manera desoladora (aun cuando Lázaro exprese lo contrario). Este hecho es innegable y configura a la obra como verdadera novela.
La obra emerge de un conjunto de narraciones folclóricas que condicionan su estructura y las líneas maestras de su composición. El autor realiza un esfuerzo evasivo para escapar del molde folclórico en busca de una estructura nueva: está en una encrucijada entre tradición e innovación. Así vemos que la obra es una novela por su intención total y por rasgos significativos de su estructura, aunque haya algunos que la vinculen a viejos modos de la narrativa tradicional. La originalidad de la obra yace en su modo de narrar, otro modo posible al que tradicionalmente se usaba, ahí radica su importancia histórica ya que tiene que ver con una fase originaria de la novela como género.
INNOVACIÓN Está en la construcción, en la composición y organización de los materiales. Partiendo de un viejo método, que es el de atribuir diversas peripecias folclóricas a un pnaje único, la obra lo trasciende con otras iniciativas:
- Las peripecias se articulan entre sí y no desaparecen del recuerdo de los pnajes, son aludidas y condicionan su comportamiento posterior.
- Los materiales se someten a una intención, son seleccionados del patrimonio circulante, para ser supeditados a determinados propósitos.
- Ni las estructuras ni los materiales folclóricos se ajustan siempre a sus designios; de ahí que tenga que adaptarlos, darles otras formas o significados.
- Todos los materiales son aducidos para ilustrar o justificar la situación a que la vida del protagonista ha llegado y le sirven para rendir cuentas.
LÁRAZO como HÉROE MODERNO El héroe del relato épico era un pnaje no modificado ni moldeado por sus aventuras, sus dotes y rasgos connaturales imprimían en él la tonalidad de las aventuras. En la obra, el Lazarillo es el resultado de sus experiencias adquiridas y sus aprendizajes. Esto constituye la modernidad de su personaje.
El protagonista niño
El propósito del protagonista de brindarnos una completa información de su vida, aparece como una novedad, que opone la obra a toda la narrativa, literaria y folclórica, anterior.
El autor de la obra planea la proeza de describir una vida desde el nacimiento hasta la madurez. El héroe tradicional sólo tenía edad adolescente. En Lázaro, los años de la niñez adquieren importancia para recalcar la madurez del héroe (Lázaro es “héroe” porque es el protagonista del mito y del folclore, no se tiene en cuenta una connotación heroica). Pero, en la transición de la infancia a la mocedad, la capacidad creadora del autor flaquea, en ese paso paulatino de la psicología de un niño a la de un adolescente y luego hombre adulto.
Tal iniciativa constituye un hito importantísimo en el camino de la formación de la novela. Con ella, el héroe sale de su inmovilidad temporal y es lanzado a un curso con todas las implicaciones del caso. Es la más notable aportación que la novela picaresca le hace a la concepción del héroe literario tradicional.
Relato cerrado y orgánico
La obra tiene ciertos elementos que denotan unidad interna: referencias a lances ya narrados, presagios, simetrías: se empieza con un amancebamiento y acaba con otro; la profecía del vino en el T1 que se cumple en el 7.
Hay originalidad en la superación de la construcción en sarta1 (típica hasta el momento) para sustituirla por un tipo nuevo de narración trabada, es decir, de arquitectura incipientemente novelesca.[pic 1]
1 Serie larga de sucesos o cosas no materiales, iguales o análogas, que están, suceden o se mencionan una tras otra. En la disposición en sarta, no se advierte la necesidad de que un episodio este allí o en otro lugar: ninguno suele tener más importancia que el anterior ni es más significativo que el siguiente.
El autor presenta originalidad en la perspectiva del narrador, quien ofrece su propia vida como ejemplo desde un único foco: el “caso” que ilumina a todos los episodios de su vida y los subordina. Lázaro sólo habla en el prólogo y al final, acerca de su caso, y para ello utiliza un enhebrado, enumerando cada amo y jerarquizando los sucesos que son las causa ordenadas del caso único. La obra presenta un suceso subordinante: el último, el extraño caso, cuya noticia interesa al amigo del Arcipreste toledano.
No se trata de un relato abierto sino de una construcción articulada e internamente progresiva, con piezas subordinadas a un hecho subordinante.
Las interpolaciones del Alcalá son apócrifas (no es de la época o del autor a que se atribuye) ya que quien escribió “De lo que aquí adelante me suscediere, auisaré a Vuestra Merced” no había entendido que a “vuestra merced” sólo le interesaba el caso singular narrado por Lázaro en el capítulo final; que si el autor cuenta otras cosas es porque las juzga antecedentes necesarios para que le lector comprenda su situación de marido complaciente; y que el narrador ha terminado en aquel punto, cuando ha satisfecho la curiosidad de “vuestra merced” (no hay necesidad de continuar la obra).
La obra nace de un denso contexto folclórico, refranes, creencias, supersticiones, tópicos, etc. La fuerte impresión de originalidad de la obra permite ser justificada en el modo en que el autor parece rebasar las leyes estructurales que rigen la narrativa popular, para contar de otro modo. El autor logró superar la inconexión de los episodios, la sarta que caracteriza a otras obras de la tradición. La serie de episodios organizados progresivamente es el aporte central de la obra: un punto de vista, un acontecimiento que subordina a los demás elementos del cuadro.
El prólogo
Es un exordio destinado a conseguir la atención y benevolencia del público, a justificar el esfuerzo y a anunciar el contenido de la narración.
En apariencia, toda la estructura del prólogo es bastante convencional2 pero la navegación de Lázaro no acaba en el buen puerto prometido, sino en un abismo de deshonor. Y es, al contemplar ese prólogo a la luz de caso, cuando descubre su faz sarcástica y se advierte que el narrador tendió una trampa y que el proemio empalma con el tratado 7, hasta el punto de convertirse en el último capítulo del libro en una ambición nueva del protagonista que es la de alcanzar la honra literaria, su motivo principal.
Cuando se habla de las cosas nunca vistas u oídas (fórmula común de uso) vemos una incitación al lector, quien va contemplar cosas ya vistas u oídas, pero lo original es la manera.
El ofrecimiento de deleite o agrado tiene que ver con la gloria que desea darse al personaje de Lázaro y no al mismo autor. Se adivina su gesto de burla, de escritor cansado y escéptico ante el prestigio que el arte puede dispensar, al cederlo a una criatura por la que siente piedad y desprecio simultáneos. Con unas pocas citas clásicas, con la impecable disposición retórica del prólogo, ha trazado su rúbrica de escritor culto; encima de la rúbrica sólo hay un nombre de autor: Lázaro de Tormes.
Es así como el anonimato del libro adquiere explicación. No parece que sea sólo una cautela sino el resultado de su desencanto. Tres tipos de honra en que cree Lázaro son escarnecidos por el gran humanista que escribe desde fuera del orden de creencias y valores vigentes.
El autor parece un outsider, sólo que escribe para corregir y tampoco le importa tanto corregir. La vanidad del presentado, viste desde Lázaro, es un pecado que hace igualmente ligero su proyecto; contemplada desde el autor, que se burla de esa aspiración por el hecho de imbuírsela a su innoble criatura. El pecado del predicador es un sinsentido, una muestra más de la constitutiva necedad humana. Por lo tanto, pueden igualarse y medirse con el mismo rasero la honra que buscan el soldado, el eclesiástico, el señor y el bellaco.
(no está en este año)[pic 2]
Los tres primeros amos
Tanto en el Asno de Oro como en el Lazarillo de Tormes un ser atribulado va contando en primera persona las pesadumbres que sufre al servicio de varios amos. Dentro de la serie de amos, el ciego, el cura y el escudero se interrelacionan mucho más fuertemente y constituyen un conjunto temático y estructural. En tres amos el escritor aplicó un esfuerzo constructivo mayor.
El ciego es quien ejercerá un influjo más decisivo sobre Lázaro y será más recordado por él, y es el escudero el que suscita en el mozo y en el lector mayor simpatía.
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