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MONOGRAFÍA TRANSCULTURACIÓN EN CHILAM BALAM

ZenshaibaMonografía18 de Mayo de 2017

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RESUMEN

        Los procesos transculturales son tan antiguos como la existencia del ser humano. Es por esta misma antigüedad (la cual ha sido un impedimento para mantener textos extensos bien conservados a lo largo de los siglos) que en pocos casos se tiene la fortuna de encontrarse ante textos que evidencien estos proceso. En estos casos excepcionales se encuentra el claro ejemplo del Chilam Balam, texto escrito luego de la conquista española en el pueblo maya, en el cual podemos identificar una serie de recursos tanto discursivos como léxicos en los que se refleja este lento, pero progresivo proceso transcultural.

        A continuación se propone un breve análisis de los elemento discursivos de ocho capítulos de este libro, en los cuales surgen con claridad las pistas o huellas discursivas que nos indican la influencia de la religión católica y de la cultura hispánica.

Palabras clave: Transculturación, elementos léxicos y discursivos, influencia hispánica, cristianismo.

INTRODUCCIÓN

        En la religión maya era muy importa el cargo del Chilam o “el que es boca” (posteriormente traducido al castellano como “intérprete”), pues como profeta y conocedor de los libros jeroglíficos era el encargado de anunciar al poblado los hechos que habrían de ocurrir.

        Gracias al Chilam Balam de Chumayel (el sacerdote maya) se expandió una profecía cuyo contenido parece indicar que presagiaba la llegada de los españoles y, por consiguiente, la del cristianismo. Esta nueva religión debería ser adoptada como la única y verdadera.

        Así es como años después de profetizado este acontecimiento, los “hombres barbados de oriente” llegaron al territorio maya aproximadamente en el año 1540 y el cristianismo fue vislumbrado como la salvación de la miseria que sufría la mayoría del pueblo maya, puesto que antes de la llegada de los españoles hubo una gran inundación y por este motivo hubo un período de hambruna.

        Sin embargo, los hombres mayas pronto descubrirían que si bien la profecía habría de cumplirse, también se cumplirían otras que auguraban que con la llegada de estos “Dzules” (hombres extranjeros) comenzarían los mayores suplicios y la decadencia del pueblo maya.

        Al contemplar este nuevo panorama, muchos de los sacerdotes que fueron evangelizados por frailes españoles, decidieron utilizar el alfabeto castellano que se les había enseñado para recolectar en un solo libro, de carácter sagrado para ellos, todas las memorias orales y algunas que se hallaban en tablillas, que conformaban la esencia de su cultura.

        Con este hecho comenzó un proceso cultural que algunos teóricos han denominado “transculturación”, cuyas etapas, operaciones y elementos se aplicarán al análisis del Chilam Balam en este breve estudio.

I

ORÍGEN Y PROCEDENCIA DEL CHILAM BALAM

        Muchísimos fueron los dibujos, códices, tablillas y manuscritos en general que desaparecieron durante el siglo XVI con la llegada de los conquistadores españoles al continente americano. Sin embargo, una tradición cultural tan rica como la del pueblo maya no podía desaparecer de un día para otro por completo.

        Ya fuese para bien o para mal, muchos sacerdotes mayas fueron evangelizados por sacerdotes católicos y además fueron instruidos en la lengua castellana, recurso del cual se valieron estos sacerdotes prehispánicos para la preservación de su cultura y precedentes históricos.

        La inminente abolición de las culturas precolombinas dio origen a un fenómeno que se extendió a lo largo de todo el territorio maya y que generó la redacción de un gran número de escritos en los que se recolectaron historias post-conquista, mitos, tradiciones, rituales, fechas históricas y un gran etcétera de información que hasta ese momento sólo se había mantenido en la memoria de los indígenas nativos por medio de la oralidad o, en el mejor de los casos, por medio de inscripciones tablillas.

         Es así como algunos de los sacerdotes mayas, pusieron esta nueva lengua al servicio de su propia historia. Y de esta manera, todos los escritos redactados por estos sacerdotes indígenas adquirieron un carácter sagrado para la población maya y prehispánica en general por el hecho de recopilar en sus páginas no sólo una serie de precedentes, fechas y sucesos históricos, sino que además en ellos se hallaban los principios morales y religiosos, designios divinos y cosmogonías propios de cada pueblo, es decir, con estos escritos  se buscaba la perpetuación de la herencia tanto espiritual como cultural que cada día luchaba contra el destierro al cual era sometida por la civilización española (Mediz, 1985).        

        Como estos libros eran considerados sagrados, eran celosamente guardados, generalmente por una de las familias del poblado, la cual se encargaba de instruir a la siguiente generación acerca

de la importancia y sacralidad que conllevaba el proteger y preservar aquellos manuscritos.

        Con ellos se realizaban distintas ceremonias, rituales, sacrificios y otras festividades o celebraciones típicas de la comunidad cuya finalidad no podía ser otra que, según lo plantea Mediz (1985, p. 13) la de “permitir la continuidad del ser y la identidad propias del pueblo maya en el momento de la imposición española de una nueva religión y unas nuevas formas sociales, políticas y económicas, que redujeron a ese pueblo a la servidumbre en sus propios territorios.”

        La cautela con la cual eran escondidos y protegidos estos escritos explica el que solo a comienzos del siglo XVIII, se haya descubierto la existencia de libros tales como el Popol Vuh de los quichés, el Memorial de Sololá de los cakchiqueles y los Libros de Chilam Balam de los yucatecos, que es el pertinente para este trabajo.

        Con respecto a este último, es oportuno mencionar que probablemente la obra completa se encuentre adulterada, puesto que muchas secciones del Chilam Balam fueron agregadas al núcleo original desde diversas fuentes. Además, cada poblado al cual llegaba este manuscrito, incorporaba alguna otra sección a la obra; también hay que recordar que como existía un gran interés en conservar los libros, estos eran copiados una y otra vez según el desgaste que presentaran.

        Esto produjo una serie de alteraciones en el Chilam Balam, pues después de un tiempo, algunos fragmentos quedaban ilegibles y debían ser eliminados, o bien, reemplazados por otros. Pero además de todo esto, se debe considerar que los intérpretes muchas veces cometían errores en la lectura y transcribían mal algún concepto o idea, en otros casos sustituían algunas palabras por otras que, si bien se adecuaban al contexto, no eran las mismas, con lo cual se fue perdiendo paulatinamente mucho de la integridad semántica del texto (Barrera, 1948).

        Por estos motivos señalados, las copias de este libro que hoy llegan a nuestras manos, en realidad no son la originales del siglo XVI, sino que datan del siglo XVII e inclusive del XVIII.

        Pero lo importante es que, como libro sagrado para la cultura maya, el Chilam Balam presenta un contenido muy diverso y heterogéneo, ya que hay materia de carácter religiosa-indígena, junto  textos cristianos, otros textos de carácter histórico, listados de acontecimientos astronómicos; hay además textos de medicina, astrología y rituales (Alcina, 2007). Incluso podemos encontrar textos proféticos, los cuales aluden, si no directamente, de una manera muy llamativa al cristianismo que vendrá con la llegada de los españoles a América.

        Lo más interesante de este libro son las alteraciones, modificaciones y/o secciones agregadas que fueron incluidas a lo largo de los años, ya que en estas modificaciones se ve el claro reflejo de un proceso transcultural en el cual influyó tanto la cultura española como la religión católica. Pese a que la estructura del Chilam Balam no se asimila al canon típico de los textos europeos, existen otros indicadores en los que se puede identificar una influencia hispano-europea.

        En estas modificaciones podemos encontrar claras huellas discursivas que indican que hubo una intervención de terceros durante la redacción, o en la copia del manuscrito. En estas “huellas” nos detendremos para analizar sus significados e  implicancias en el Libro de Chilam Balam.

II

PROCESO DE TRANSCULTURACIÓN

        Ortiz (1978), citado por Rama (2004, pp. 32-33) describe claramente las diferencias entre la aculturación y la transculturación, concepto acuñado por él para suplir las insuficiencias epistemológicas que conllevaba el uso del primero al referirse a los distintos proceso culturales concretados en Latinoamérica desde la época de la conquista española.

        En su definición de transculturación, Ortiz destaca tres fases a través de las cuales se lleva a cabo este proceso. En primer lugar, identifica una etapa de pérdida o desarraigo de la cultura propia, lo cual no conlleva a la total adquisición de la cultura externa, sino que más bien es un proceso de “parcial desculturación”. En segundo lugar, se encuentra la fase en la que se realizan incorporaciones desde la cultura foránea hacia la originaria, lo cual deriva, finalmente, en la tercera fase en la que se realiza la recomposición de los elementos previamente incorporados y se da origen a nuevos fenómenos culturales, es decir, se produce una “neoculturación”.

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