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Monografia Max Cetto y el pedregal


Enviado por   •  11 de Julio de 2022  •  Monografías  •  1.314 Palabras (6 Páginas)  •  157 Visitas

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Monografía:

Lectura 5: Max Cetto

La arquitectura siempre fue un factor resultante de influencias de todo índole; social, económico, histórico, cultural y geográfico. Estos condicionantes determinarán en cierta forma la morfología, función y materialidad del proyecto, de tal modo que dicha arquitectura conversa con su entorno y se relaciona con él. Uno de los conceptos más importantes de la obra es el sitio, que proporciona al entorno materialidades y estructuras sólidas que intervienen en el proyecto. En este trabajo se ha estudiado el texto de Max Cetto, Edificaciones en un paisaje volcánico de México (Baukunst und Werkform, 1954) 1-2, con la finalidad de establecer el rol de la geografía en la arquitectura, o mejor dicho, la arquitectura como resultado de un sitio de condiciones extremistas.

Max Cetto fue un arquitecto, historiados y profesor alemán-mexicano. Se graduó como ingeniero- arquitecto estudiando bajo la dirección de Hans Poelzig, especializado en la cultura expresionista alemana. Se destacó en el concurso internacional para el edificio de la Liga de las Naciones en Ginebra, 1927. Fue invitado como miembro fundador del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna. Con el ascenso del fascismo, decidió viajar a Estados Unidos donde frecuentó a Frank Lloyd Wright y, un año después, se mudó a México, donde se estableció definitivamente donde proyectó diversos edificios con el arquitecto Luis Barragán.

Max Cetto presenta en México la idea de arquitectura regional, en contraposición con el generalizado internacionalismo, un tipo de arquitectura muy vinculada a su contexto, una arquitectura cuasi cultural, relacionada individualmente y reconocible. Éste es el nombre que el vincula con el tipo de proyectos que realizó en el Pedregal, ciudad de México. Cetto, frente a este hábitat, decide ser un arquitecto apasionado, alguien que desea que sus obras cumplan con sus intenciones, no un simple cálculo y juegos volumétricos que demuestra conocimiento técnico pero no verdaderas intenciones. El autor se decide a ir la mayor cantidad de veces a la obra en su estado de construcción, desempeñar él mismo el papel de contratista, obtener ventaja del contacto directo entre él y los constructores. Hace especial énfasis en las ocurrencias momentáneas, ocurrencias que de no ser por el contacto directo no existirían, detalles que se resuelven en el momento ipso facto, para articular la obra de manera que resuelva ciertas condiciones que probablemente hayan pasado de lado en el momento de su proyección, o algún otro imprevisto. El autor aclara ¹ : ¨me parece razonable prescindir de cierta conclusión mecánica (…) y en su lugar recibir la bendición de un rústico hecho a mano y más humano, el cual podría ser la expresión más adecuada de las fuentes espirituales de energía de este país.¨ refiriéndose a la presencia del proyectista en su obra en todos los estados, para transformarla en algo más que una simple cadena de relaciones volumétricas.[pic 2]

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Cetto presenta a uno de sus compañeros llamado Luis Barragán, ingeniero y arquitecto mexicano, ganador del premio Pritzker en 1980. Barragán visualizó en un lugar despoblado, ubicado en el extremo sur de la Ciudad de México, una zona residencial. ¿Qué fue lo que llevó a Max Cetto a fascinarse con esa idea e involucrarse tan apasionadamente? Definitivamente el factor geográfico, la razón del despoblado de dicha zona era tan única que la idea le sonó muy atrayente. El lugar era un paisaje agreste, ubicado a pocos kilómetros de los dos volcanes del Pedregal, cubierto 30 metros de lava aguada de consistencia rocosa que se hunde cada vez más por año. Además, el lugar presenta una fauna peligrosa, donde se encuentran zarigüeyas, tarántulas, serpientes venenosas y escorpiones. Sumado a eso el terreno, a causa del hundimiento anual de la lava, genera desagües que conducen a un canal viejo, formando

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El arquitecto alemán se enfrente entonces a una misión de urbanizar esta zona fantasma, a pesar de las predicciones económicas y el rechazo del público metropolitano ante el paisaje agreste. Nadie tomaba la decisión de construir en tal lugar inédito, Cetto y su esposa fueron los primeros en construir un hogar. La destreza, paciencia y pasión fueron claves en este suceso, junto con su imaginación, predisposición, y una apreciación psicológica de la predilección por lo novedoso.

La casa del arquitecto posee una estructura de muros compuestos de ladrillo y de mampostería de lava asentada en mortero de cal. Los techos son de concreto, y en ocasiones poseen vertido de escoria volcánica. Las ventanas son de fierro inoxidables para enfrentar la abundante humedad de la zona, y las losetas de cerámica. La calefacción se produce vía tres chimeneas, y también un tinaco en el techo para bombear el agua. El proyecto se plantea como una estancia de gran tamaño con ventanas hacia ambos lados para facilitar una ventilación en doble crujía. Como todas las obras que proyectó Cetto allí, juega con la espacialidad del jardín y la terraza techada. La sombra, la ventilación, y la vista hacia los dos volcanes con el sol naciente son conceptos trabajados en esta obra e íconos claves para su funcionamiento total.

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